BOGOTA SITIADA
Más de 1.200 guerrilleros de una docena de frentes asoman por los cerros de la capital del país, en desarrollo de un aterrador plan estratégico.
En 40 años que lleva la guerrilla en Colombia, nunca antes había estado tan cerca de Bogotá. En los últimos dos meses, la subversión ha realizado, sin sufrir mayores bajas en sus filas, 18 ataques en las goteras de la capital, que han dejado un saldo de 17 uniformados muertos y 22 heridos. Estos hostigamientos incluyeron, por primera vez en la historia, un ataque contra una base militar en pleno corazón del país. El 4 de septiembre pasado un frente armado de las Farc logró llegar con un mortero hasta las inmediaciones de la Escuela de Artillería del Ejército en la vía a Usme y hostigar durante varios minutos a los desprevenidos soldados. Acciones de estas características estaban reservadas hasta hace algunos meses a zonas alejadas como Urabá, el Magdalena Medio o Caquetá, pero no se habían visto en los alrededores de la capital del país. Esta serie de demostraciones de fuerza en las inmediaciones de Bogotá no son pura coincidencia. Las autoridades poseen evidencia de que todo corresponde a un cuidadoso plan estratégico ideado por las Farc y denominado 'Toma a Santa Fe de Bogotá', el cual tiene proyectado crear un anillo de presión alrededor del Distrito antes de terminar 1996. ¿Qué busca la guerrilla con este plan? ¿Cuál es su dimensión? ¿Qué tan preparadas están las autoridades para contenerlo? ¿Cuánto tiempo falta para que la guerra se instale definitivamente en Bogotá y los ataques de la guerrilla en el corazón de la ciudad se conviertan en pan de cada día? SEMANA investigó el tema con varios expertos en estrategia militar y las perspectivas no son muy halagadoras. Mientras es claro que la guerrilla tiene como objetivo de guerra cercar a Bogotá, las autoridades no parecen tener una estrategia definida para evitarlo. La situación es tan delicada que el viernes pasado la cumbre de comandantes de Policía de todo el país que se reunió en la Dirección General dedicó buena parte de la jornada a analizar con detenimiento y zona por zona la escalada guerrillera en todo el país. Cuando le tocó el turno a Cundinamarca y Bogotá, el coronel Alonso Arango, comandante de la Policía del departamento, mapa en mano, hizo una minuciosa exposición donde puso en evidencia el plan estratégico de la guerrilla de rodear a Bogotá. Al culminar la cumbre, la conclusión generalizada a la que llegaron los oficiales asistentes fue que si bien el avance de la guerrilla en todo el país es preocupante, en Bogotá y Cundinamarca la situación es aún más crítica. La estrategia Este plan hace parte de una nueva fase de la lucha guerrillera. Así como en sus primeras épocas, las Farc se perfilaron como una organización de base campesina que se dedicó a consolidarse en alejadas zonas de colonización y posteriormente se movilizó hacia regiones de enclaves económicos, ahora su mira apunta hacia los principales centros urbanos y particularmente sobre Bogotá, donde se encuentra el corazón del poder. Aunque desde los años 50, cuando el mítico Juan de la Cruz Varela se consolidó como dueño y señor del Sumapaz, esta región del suroriente de Cundinamarca ha sido un bastión de la guerrilla, hasta hace cinco años en el departamento había solamente dos frentes guerrilleros: el XXI y el XXII de las Farc, que no sobrepasaban los 200 hombres. Sin embargo la toma de Casa Verde en 1990, con la llamada 'Operación Colombia' y las fallidas negociaciones de Caracas y Tlaxcala, paradójicamente se convirtieron en el punto de partida de una nueva estrategia de la guerrilla. Obligados a abandonar el que por años fuera su santuario, los comandantes de las Farc retornaron a la guerra activa y se propusieron como estrategia demostrar que no eran la guerrilla debilitada que el gobierno pretendía concentrar en unos cuantos municipios. Adicionalmente, las Farc empezaron a entender que para hacerse sentir en un país que se ha vuelto en su mayoría urbano, había que trasladar la guerra del campo a la ciudad. Para ello, iniciaron un plan de desdoblamiento de fuerzas que los llevó en pocos meses a pasar de 48 a 60 frentes en todo el país. Esta estrategia que se fue desarrollando poco a poco, terminó de consolidarse a partir de la VIII Conferencia en 1993, cuando se estableció como objetivo prioritario acercarse a los centros de poder creando alrededor de ellos un cerco formado por nuevos frentes rurales y estableciendo redes urbanas. Con esta idea y teniendo como mira llegar en algún momento a Bogotá, las Farc crearon en Cundinamarca ocho frentes más y una red urbana de 100 hombres, la Antonio Nariño, para que actúe en la capital. Además establecieron las llamadas Milicias Populares que buscan consolidar su propuesta política primordialmente en los sectores marginados de la ciudad y servir de apoyo logístico a las redes urbanas. Es así como empezaron a penetrar en cinturones de miseria altamente poblados como Ciudad Bolívar, Altos de Cazucá, Compartir, El Porvenir, Ciudad Kennedy, Fontibón y Soacha, entre otros. De acuerdo con informes de inteligencia, en dichos sectores operarían unos 1.200 milicianos que en caso de una ofensiva sobre la ciudad se sumarían a los frentes que rodean a Bogotá (ver mapa No. 2). El cerco Como resultado de esta consolidación, las Farc intensificaron sus acciones en los alrededores de la capital. La toma de La Calera en junio de 1994, a pocos kilómetros de Bogotá, fue el campanazo de alerta sobre lo que vendría después. Entre 1995 y lo que va de 1996, la guerrilla ha realizado 42 ataques en los municipios vecinos y penetrado algunas veces hasta la ciudad, dejando un saldo de más de 50 muertos _entre ellos varios civiles_ y otros tantos heridos (ver mapa No. 1). Pero las Farc no están solas. El ELN también ha incursionado ya en Bogotá con las llamadas milicias populares, compuestas por alrededor de 400 hombres. Además, este grupo guerrillero, cuyo centro de operaciones ha sido tradicionalmente las zonas petroleras, decidió a finales del año pasado crear un frente de guerra en Cundinamarca, cuya consolidación ya está en marcha. A partir del mes de julio y con el fin de conmemorar el sexto aniversario de la muerte de Jacobo Arenas, las Farc intensificaron su cerco sobre la capital. Con una fuerza de cerca de 1.200 guerrilleros y otros tantos milicianos, se han ido aproximando tácticamente hacia la ciudad e informes de inteligencia no descartan para los próximas días una escalada de mayores proporciones. Aunque es claro que la guerrilla aún no está en capacidad de sostener por muchas horas una ofensiva militar sobre la capital, varios expertos _incluidos altos oficiales de las Fuerzas Armadas_ están convencidos de que tienen los hombres y los recursos para realizar un ataque simultáneo a varios puntos estratégicos de la ciudad y sus alrededores, provocando un infarto que podría llegar a incomunicar totalmente por algunas horas al corazón del país y crear la sensación de tener sitiada a la capital. La situación es tan crítica que, como dijo un experto a SEMANA, "si bien es cierto que una toma total de Bogotá está aún muy lejos, lo que no podemos desconocer es que la guerrilla tiene hoy por hoy tal capacidad de acción sobre la ciudad, que con una sola orden ejecutada en cuestión de minutos por unos pocos hombres podría dejar sin luz o sin agua a una buena parte de la capital, sin que las autoridades pudieran hacer algo para evitarlo". Según los expertos en estrategia militar, los objetivos ideales hacia los cuales muy probablemente apuntaría la guerrilla en caso de un ataque a la capital serían las principales vías de acceso a Bogotá, particularmente la vía al Llano y la autopista Bogotá-Medellín; las fuentes de abastecimiento de agua como las represas del Sisga y Chingaza y los embalses de Tominé, Guavio, El Muña y San Rafael; las antenas de comunicaciones como la de Telecom en Chocontá; las estaciones de bombeo de Ecopetrol como las de Puerto Salgar y Villeta; las torres de energía; los aeropuertos de Guaymaral, Catam y Eldorado; las guarniciones militares y de Policía, y los centros de poder como el Palacio de Nariño, el CAN y el Congreso (ver mapa No. 3). La táctica posiblemente consistiría en atacar simultáneamente varios de estos puntos estratégicos, buscando fundamentalmente incomunicar a la ciudad por algunas horas y generar pánico en la población. La hora escogida sería muy seguramente el comienzo de la noche porque dificultaría una reacción inmediata de las Fuerzas Armadas. Las tropas que se desplazaran por tierra tendrían que atravesar la ciudad en medio de los trancones propios de la hora pico y las que podrían llegar por aire, aún no cuentan con los equipos apropiados para una movilización de significativas proporciones en medio de la noche. Eso fue precisamente lo que quedó demostrado en el ataque de las Farc a La Calera en 1994, cuando a pesar de estar tan cerca las tropas demoraron más de dos horas en llegar a repeler a los subversivos. En el momento de una ofensiva general es probable que a los 11 frentes de las Farc que operan en Bogotá y Cundinamarca se sumaran efectivos provenientes de otras zonas del país que entrarían a reforzarlos. Las autoridades prevén que podrían llegar varios cientos de hombres del Bloque Central provenientes del Tolima y Huila; otros cuantos del Bloque Oriental desplazados desde Boyacá y el Meta y algunos más desde el Magdalena (ver mapa No. 4). Aunque las autoridades no creen probable que en esta fase de la ofensiva la guerrilla utilice en Bogotá una táctica similar a la empleada en el ataque a la base militar de Las Delicias, cuando las Farc tomaron 67 soldados como rehenes, tampoco se atreven a descartar de plano esa posibilidad. Según un oficial de inteligencia, "la toma de rehenes en Bogotá es una práctica que muy seguramente la guerrilla tiene reservada para una etapa más avanzada de la confrontación, cuando sientan que la guerra está lo suficientemente madura como para sentarse a negociar". La respuesta ¿Qué tan vulnerable es Bogotá a un ataque guerrillero de estas magnitudes? Según los expertos consultados por SEMANA, las Fuerzas Armadas acantonadas en la ciudad y sus alrededores, si bien superan en proporción de más o menos 10 a uno a las de los guerrilleros, su capacidad de respuesta es bastante limitada. La ofensiva de la guerrilla hacia Bogotá lo que está demostrando es que ya no sólo se trata de evitar actos de sabotaje sino de contener el avance territorial de la subversión. Una de las mayores dificultades que afrontan las autoridades para contrarrestar la acción de la guerrilla es la movilidad de los subversivos y su capacidad para sorprender. A ello se suma el hecho de que en las zonas más críticas, la guerrilla ha logrado crear importantes redes de apoyo dentro de la población civil. Proteger todos y cada uno de los puntos vulnerables de Bogotá y sus alrededores implicaría para las fuerzas del orden destacar en puntos fijos un número de hombres que superaría con creces el que tienen en todo el país. En caso de un ataque masivo a varios puntos de la capital, los hombres destacados en las distintas guarniciones del Ejército y la Policía muy seguramente no alcanzarían para defender adecuadamente a la ciudad. Según uno de los generales del Ejército encargados de la seguridad en la zona "tenemos puestos de mando avanzado en las áreas más vulnerables del departamento, pero nos falta gente. El pie de fuerza y los recursos que tenemos son insuficientes para repeler un ataque simultáneo a la capital". Lo más dramático del asunto es que los refuerzos provenientes de las bases aledañas, como Villavicencio, Ibagué, Melgar y Tunja tarda-rían en llegar por vía aérea por lo menos dos horas. Sin embargo, en opinión de varios conocedores del tema, el mayor obstáculo para que las Fuerzas Armadas puedan responder adecuadamente a la acción de la guerrilla no es la falta de hombres o de recursos, sino la de una estrategia coherente e integral. Mientras cada día que pasa las Farc consolidan más su plan estratégico ideado desde hace varios años para conseguir su objetivo último que es la toma del poder, las autoridades siguen navegando en un mar de inconsistencias y contradicciones sin tener muy claro qué hacer para ganar la guerra. Según un politólogo que ha trabajado de cerca el tema de la guerra, "a muy pocos oficiales de alta graduación les cabe en la cabeza todo el dispositivo de guerra que tienen desplegadas las Farc en el país". Para el mismo analista uno de los mayores errores que cometieron las autoridades tanto civiles como militares durante los últimos años fue pensar que con desprestigiar a la guerrilla y venderle a la gente la idea de que ha- bían perdido todo piso político para convertirse en simples bandoleros era suficiente para empezar a derrotarlos. Contrariamente a la idea que gobierno y militares han tratado de vender, la guerrilla ha continuado haciendo un intenso trabajo político, tratando de llegarle a los sectores más desprotegidos de la población a los que les ofrecen lo que el Estado les ha negado como protección, seguridad y administración de justicia. "Si la guerrilla fuera solamente un grupo de criminales _agrega_ no estaría pensando en rodear estratégicamente a Bogotá". En cuanto a recursos, nadie duda de que las Fuerzas Armadas necesitan más plata para contrarrestar la capacidad ofensiva de una guerrilla que tiene fuentes de financiación ilimitadas. Si necesitan más dinero, las Farc sólo tienen que boletear, secuestrar o extorsionar más gente, mientras las fuerzas del orden únicamente cuentan con lo que se les asigne en el presupuesto nacional. Es por esto que más que plata, hombres y fusiles, lo que se necesita es una estrategia para maximizar los recursos y tener claro qué hacer con ellos. Como dijo el director de la Comisión de Gasto Público, Gabriel Rosas Vega, en una entrevista reciente: "Lo que tenemos que hacer es aprender a gerenciar la guerra". Pero para gerenciar el conflicto se requiere ante todo recuperar el liderazgo civil del manejo del orden público, perdido por tener al frente del gobierno a un Presidente debilitado y de las Fuerzas Armadas a un Ministro que parece haber cumplido su ciclo. Hasta que eso no se logre, la guerrilla seguirá sacando provecho de la situación y fortaleciéndose a costa de la crisis. Pero además, es muy difícil que tal y como ya lo han expresado los voceros de algunos gremios, los distintos sectores económicos del país acepten inyectarle más recursos a una maquinaria de guerra que desde hace tiempo viene teniendo problemas estructurales. Y mientras nada de esto suceda, Bogotá continuará a merced de una guerrilla cada vez más envalentonada que seguirá teniéndola en la mira.