PROCESO
Desde 1984 no se suspendían bombardeos contra las FARC
El anuncio del presidente Santos fue asumido como una evidencia de que un acuerdo entre el Gobierno y la guerrilla estaría más cerca que nunca.
La alocución del presidente Juan Manuel Santos este 10 de marzo se podría catalogar como histórica. Probablemente, una generación entera de colombianos jamás había oído un anuncio de la dimensión del que hizo el presidente. Ante todo el país, le dio la orden al ministro de Defensa de suspender todos los bombardeos a los campamentos de las FARC por espacio de un mes.
Hay que remontarse 31 años atrás para registrar un anuncio de esa naturaleza. El 28 de marzo de 1984, en el gobierno del presidente Belisario Betancur, se firmó el acuerdo de cese al fuego bilateral entre el Gobierno y las FARC en La Uribe (Meta). Desde entonces ningún presidente colombiano había ordenado suspender bombardeos contra los campamentos de esa guerrilla.
Santos aclaró que la decisión no significaba un cese al fuego bilateral, sino un paso hacia el desescalamiento del conflicto. Los sectores políticos que acompañan al presidente en el proceso de paz coincidieron en evaluar este anuncio como un indicio de que la firma de la paz está más cerca que nunca antes en 50 años de conflicto armado.
Esto, sumado al hecho de que la intensidad del conflicto se redujo gracias al cese al fuego unilateral ordenado por las FARC el pasado mes de diciembre, al compromiso de la guerrilla de poner fin al reclutamiento de menores de 17 años y al acuerdo en torno al desminado “no significa otra cosa que estamos cerca al cese al fuego bilateral, que se traduce en el fin del conflicto”, según dijo el senador oficialista Armando Benedetti.
La oposición, en sus primeras reacciones, controvirtió la decisión adoptada por el presidente. El senador Álvaro Uribe, según lo expresó en su cuenta de Twitter, consideró que hoy Santos anunció un cese de bombardeos al terrorismo que ya había aplicado con la parálisis de las Fuerzas Militares. El uribismo ha insistido en que desde el momento en el que la guerrilla anunció el cese al fuego unilateral, las operaciones militares contra la guerrilla se estancaron.
Más allá de esta posición, lo que los colombianos oyeron de boca del presidente Santos este martes no fue otra cosa que una especie de rendición sobre el actual estado del proceso de paz.
Porque en su alocución el presidente reveló que en La Habana ya se empezó a trabajar respecto a los dos últimos puntos de la agenda: la satisfacción de los derechos de las víctimas y la dejación de armas y la reincorporación a la vida civil de los desmovilizados.
Y al garantizar que la seguridad de los colombianos no está en riesgo con esta decisión, también aclaró que esto no cobija a la guerrilla del ELN, organización de la que dijo estar aumentando sus acciones criminales.
Santos, al dar instrucciones a las tropas de acrecentar los operativos contra esta guerrilla, también pareció ponerles presión a los miembros del ELN para que tomen la decisión de formalizar un proceso de paz con el Gobierno. De hecho, el mandatario dijo: “Espero que al ELN no lo deje el tren de la paz”.