ENTREVISTA

“Hasta las peores personas tienen derecho a que se les respeten sus derechos humanos”: Mónica Roa

La abogada explica por qué la propuesta, en la que volvió a insistir el presidente Duque, de implantar la cadena perpetua para violadores de niños es inconstitucional e inútil. Asegura que está canalizando la indignación equivocadamente.

8 de agosto de 2019
Mónica Roa, abogada defensora de derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. | Foto: Archivo particular

El presidente Iván Duque propuso la cadena perpetua para violadores de niños como una prioridad en su agenda legislativa. Lo dijo el 20 de julio al instalar el Congreso y lo reafirmó el pasado sábado en el Taller Construyendo País que se realizó en Bogotá, en donde aseguró que se necesita que el abuso o la violación de menores sea un delito imprescriptible. “Que sea esta la ocasión para seguir invitando a todos los colombianos y a pedirles el apoyo aquí, a todos los congresistas, de sacar adelante la cadena perpetua contra violadores y asesinos de niños en nuestro país”, aseguró.

La iniciativa, apoyada por casi todas las bancadas, ha recibido críticas. SEMANA habló con la jurista Mónica Roa al respecto.

SEMANA: ¿Qué opina de la propuesta del presidente sobre la cadena perpetua para violadores de niños?

Mónica Roa (M.R.:) Estoy de acuerdo con la preocupación que hay alrededor de la violación sexual contra menores de edad, pero no estoy de acuerdo con la propuesta de la cadena perpetua. Creo que lo que hace es canalizar la energía y la preocupación de la gente en una medida que no va a resolver absolutamente nada y no cambia en la práctica ninguna de las condiciones que dan lugar al problema.

SEMANA: Quienes defienden la medida aseguran que al ser "ejemplarizante" se lograría que quienes cometen este tipo de delitos paren de hacerlo...

M.R.: La violación contra menores ya está castigada con una pena de 60 años. El problema que tenemos no es que las penas sean suaves porque ya son duras. El problema es que son ínfimos los casos que logran denunciarse, que logran investigarse y que efectivamente se condenan. Precisamente para mí el enfoque tendría que estar en remover los obstáculos para denunciar, en mejorar las investigaciones y, por lo tanto, que se den más condenas.

"La propuesta de la cadena perpetua lo que hace es canalizar la energía y la preocupación de la gente en una medida que no va a resolver absolutamente nada"

SEMANA: En redes sociales se ha hablado de todo tipo de cosas al respecto. Algunos ya han contemplado la opción de castración química o de la pena de muerte. ¿Qué le dice a estas personas? 

M.R.: Ninguna de esas propuestas es ni constitucional ni respetuosa de los derechos humanos. Y los derechos humanos, nos guste o no, están hechos para que se respeten. Incluso los de las peores personas, los que odiamos con toda nuestra alma, o de quienes hayan cometido los peores actos delictivos. Ellos también tienen derechos humanos y por lo tanto no podemos pensar ni en la castración química ni en la pena de muerte. Este tipo de propuestas pueden calar por la sensación de injusticia y de desespero de la gente ante una realidad tan dura y tan exacerbada. Pero lo que tenemos que hacer es identificar cuáles son las medidas que pueden tener un efecto útil y ninguna de esas alternativas lo son.

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SEMANA: Hay otros que dicen que las personas que cometen estos delitos no tienen reparación. ¿Es así?

M.R.:  La verdad, no te lo puedo decir. No conozco ningún caso. No soy psicóloga y no conozco ningún estudio al respecto. Lo que sí te puedo decir es que la pena es de 60 años. Se trata de una pena suficientemente dura y que en la práctica es cadena perpetua. Es irresponsable enfocarse en algo que ya existe y que no va a resolver el problema. Tenemos que concentrarnos en que se haga justicia, que no haya impunidad, que estos delitos lleguen a esas condenas. Ese es realmente el problema.

"Incluso las peores personas, las que odiamos con toda nuestra alma tienen derechos humanos"

SEMANA: La discusión se ha centrado en los castigos, pero no tanto en en el por qué ocurre y cómo prevenirlo...

M.R.: Tenemos un problema estructural. Son miles y miles de niños que en Colombia son víctimas de violencia sexual. Uno de los puntos más preocupantes es que el 75 por ciento de esos casos ocurren dentro de las familias. Lo que tendría que hacernos reflexionar como sociedad es qué está pasando en las familias en Colombia para que ocurra violencia sexual contra menores. ¿Cuáles son los valores con que nos estamos educando? ¿Cuáles son las herramientas que tenemos las personas para tomar decisiones y formar una familia? ¿Cuáles son las herramientas que tienen los padres de familia para poder identificar una posible violación de sus hijos? ¿Qué otras herramientas les da al Estado, por ejemplo, a las madres que deben denunciar a sus esposos por violar a sus hijos? Es una situación tan complicada y tan dura que tendríamos que estar desarrollando como sociedad toda una reflexión no solamente de por qué ocurre, sino de por qué encubrimos estos delitos.

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SEMANA: ¿Qué puede hacerse entonces con las familias, los colegios y los centros de salud para prevenir estos delitos? 

M.R.: Lamentablemente hay una paradoja, y es que las instituciones que tienen un discurso de mayor protección hacia los niños son aquellas en donde ocurren mayor cantidad de violaciones: las familias, los colegios y las iglesias. En esas tres instituciones ocurre con mucha frecuencia que, a pesar de que tienen ese discurso de protección a la niñez, en el momento en que se identifica un caso de abuso hacia un menor de edad prefieren encubrirlo para proteger la reputación de la institución. En ese sentido el tema de las alertas tempranas es fundamental. Los maestros, las personas del sector salud y los vecinos de la comunidad son los que tienen la posibilidad de identificar si está pasando algo indebido, si un niño de pronto está muy retraido, si empieza a tener infecciones en sus genitales... Las denuncias de la sociedad son claves para evitar el abuso o para interrumpirlo.

SEMANA: ¿Cómo lograr que los niños denuncien?

M.R.: Tenemos que entender que la violación no es un tema sexual, la violación es un tema de poder y por lo tanto, la recomendación número uno que hacen los expertos en este tema es empoderar a los niños para que aprendan a hablar sobre sus genitales con naturalidad y para que se sientan tranquilos de que nadie los va a culpar a ellos cuando denuncien este tipo de  delitos.  

"La violación no es un tema sexual, la violación es un tema de poder"

SEMANA: ¿Hay algún ejemplo de campañas para prevenir el abuso que podamos tomar para Colombia y que empoderen a los niños?

M.R.: Hay una del Consejo de Europa que a mí me gusta mucho y que está muy bien hecha. Ni siquiera hay diálogo. Se trata de un muñequito y una mano muy grande. La mano acaricia el muñequito en la mano, le da besitos en las mejillas, pero en el momento en que la mano le va a tocar la ropa interior al muñequito, este grita y sale corriendo. Es un mensaje tan simple pero tan bien hecho que tendríamos que estar emitiendo en todos los canales nacionales y regionales porque nuestros niños tienen que entender que la violación no es normal, que nadie puede tocar su cuerpo y que si alguien se atreve, van a denunciar. 

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SEMANA: Hay menores que después de ser abusados no se atreven a denunciar de inmediato, sino mucho tiempo después. Pero a veces son señalados por haber callado tanto tiempo. ¿Qué se puede hacer al respecto?

M.R.: Para mí, una de las medidas más útiles es la imprescriptibilidad de este tipo de delitos. En Chile acaban de aprobarlo. Consiste en que este delito no prescribe nunca. Así, en el momento en que esté lista, después de haberse tomado su tiempo, después de haber entendido qué fue lo que pasó, que no tiene la culpa y que lo que le sucedió es inaceptable la víctima puede presentar esa denuncia. Yo pienso que esta medida sí puede hacer que los violadores tengan la sensación de que el hecho de que sus víctimas sean niños no los protege, que el hecho de que haya pasado mucho tiempo, tampoco; que su familia lo encubra tampoco lo salva porque de pronto en el futuro lo van a delatar. Seguramente eso sí puede empezar a cambiar esa “racionalidad” de los violadores.

SEMANA: Usted vive en España. Allí hay conmoción por las noticias de violaciones en grupo y una de las cosas más preocupantes es que los delitos son cometidos por menores de edad. ¿Qué hacer cuando los menores también son los victimarios?

M.R.:  Esa idea que algunos tenían de que la nueva generación ya iba a deshacerse completamente del machismo ha quedado desvirtuada. Estos casos que se han venido presentando en que son chicos muy jóvenes los que violan a chicas, en grupo, y que en muchos casos graban las violaciones y las circulan en sus redes sociales con una absoluta sensación de impunidad, solo muestran que ellos lo hacen porque saben que no les va a pasar nada. ¿Cuál es la solución? No hay ninguna duda: Educación sexual. Tenemos que educar a nuestros adolescentes y jóvenes para vivir la sexualidad de manera responsable con ellos mismos y con el otro. Cuando digo educación sexual no es solamente sobre la genitalidad, sino sobre la interacción con el otro, sobre la construcción de mi propia identidad. Y esa identidad tiene que partir del respeto y la igualdad entre hombres y mujeres. Si empezamos a enseñar eso a los niños desde pequeños, la situación tendría que cambiar. En países como el nuestro, la educación sexual también es importante para los adultos porque muchos no tienen idea de la función de la educación sexual ni saben cómo desenvolverse con esos temas, y así no vamos a poder educar a la nueva generación.

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