PERFIL
Camilo Granada, el hombre que se encargará de subir la imagen de Santos
El bogotano integrante del kínder de César Gaviria, asesor de Henrique Capriles y de reconocidos banqueros y multinacionales tendrá el reto de darle un revolcón a las comunicaciones del Gobierno.
“De poco sirve ser uno muy efectivo, dando muy buenos resultados, si la gente no se da cuenta o percibe… Eso nos ha venido sucediendo en los últimos tiempos”. Estas palabras las pronunció el presidente Juan Manuel Santos en junio del 2012. Apenas llevaba dos años de gobierno, lideraba una ambiciosa agenda reformista, mantenía una imagen favorable del 45 %, y aún no se conocía de sus intenciones de negociar la paz con la guerrilla. Sin embargo, ya advertía el que sería uno de los principales dolores de cabeza de su gobierno, la falta de comunicación.
Cuatro años después, Santos fue reelegido, raspando, en segunda vuelta y con solo 800.000 votos de diferencia frente a Óscar Iván Zuluaga; enarbolando la bandera de la paz y tratando de reinventarse en el Gobierno. No obstante, más allá de los logros y ejecuciones de su administración, que según las cifras oficiales los tiene de sobra, su imagen ha entrado en caída libre al igual que la percepción que los colombianos tienen de la gestión de su gobierno.
En la más reciente encuesta Colombia Opina, de la firma Ipsos Napoleón Franco (marzo de 2016) su imagen favorable era del 25 %, la más baja desde que se posesionó en la Casa de Nariño.
A Santos le restan dos años y tres meses de gobierno, pero la falta de comunicación sigue siendo su mayor problema. Mientras en el exterior proclama las bondades de una nación que mejora su economía, reduce el desempleo, las brechas entre las clases sociales, y que está a punto de alcanzar la paz, en Colombia su mensaje tiene poca credibilidad.
En lo que va de su gobierno, Santos completa tres asesores. Tras agradecer a Pilar Calderón, quien hasta este martes ofició como ministra consejera para las comunicaciones, apostó por quien es considerado uno de los principales gurús colombianos en la materia. Se llama Camilo Granada, un bogotano de 50 años, economista y politólogo, Master en Economía de la Universidad de Montpellier, y egresado de la Escuela de Administración Pública de Francia, aficionado al golf, y con un rasgo que lo ha identificado en las últimas décadas, su cercanía a los más poderosos intereses del país.
Granada apareció en el radar como uno de los integrantes del ‘kínder’ de César Gaviria entre 1990 y 1994. En ese gobierno se desempeñó como Consejero Presidencial para la Defensa y Seguridad Nacional, Jefe de Gabinete de la Ministra de Relaciones Exteriores y Jefe de la Unidad de Justicia y Seguridad del Departamento Nacional de Planeación. Desde entonces esa chapa le ha valido para estar muy cerca de los círculos de gobierno, y su capacidad para “vender” sus ideas, su parla, sus dotes de buen conversador, le han servido para fortalecer su carrera como consultor.
Junto a sus socios, Miguel Silva y Ricardo Santamaría, fundó una de las consultoras de mayor reputación en el país, Gravitas. Allí tuvo clientes de la talla del grupo Aval, BP, Philip Morris, Visa, SABMiller, Drummond, La Administración del Canal de Panamá, el equipo negociador del TLC, Danone, el Grupo Santo Domingo, Grupo Casino, AES, Daimler Mercedes, Grupo Polar en Venezuela, Terpel, Kellogs, American Airlines, Computec-Experian, bancos e instituciones financieras.
A esta terna de consultores, de amplia credibilidad en las más altas esferas, han recurrido poderosos de toda clase en busca de consejos para el manejo de crisis, o precisamente para desarrollar estrategias que permitan mantener la buena reputación de las empresas, así como diseñar la imagen que cada quien quería transmitir, y hasta lo buscaban para fortalecer las relaciones con los gobiernos de turno.
“Camilo es ante todo una persona muy inteligente y estratégica. Entiende la importancia de que lo primero es trazarse un objetivo y luego diseñar un plan para lograrlo y luego ejecutarlo, no al revés. Esa es su principal virtud, además mezcla muy bien la política con la economía”, dice una de las personas que ha trabajado a su lado durante los últimos años.
Quienes han sido sus subalternos lo califican como un “tipazo”, un jefe respetuoso y exigente, al que le gusta que lo sorprendan. Su secreto, el trabajo en equipo. Aunque siempre está encima de todas las cuentas de su ámplio portafolio, también busca consensos y analiza diferentes puntos de vista, antes de tomar la decisión definitiva.
En su oficina, sobre su escritorio, mantiene un aviso gigante con letras mayúsculas que dice: "A camellar". "Eso define a Camilo, es un tipo muy camellador", dice uno de sus compañeros.
Como persona no lo bajan de buen amigo y detallista, condiciones que también hacen parte de su secreto. Amante de la buena comida, gran catador de vinos, de vasta cultura general y muy buen lector.
Su empresa Gravitas pasó a ser parte en 2007 de una de las consultoras más prestigiosas de Estados Unidos, FTI Consulting, y desde entonces fue el representante en Colombia de dicha firma hasta este martes, cuando Santos le encomendó el difícil reto de asumir y mejorar las comunicaciones del Gobierno.
La imagen y el marketing político han sido otras de sus facetas. No solo ha asesorado campañas políticas en Colombia, también en Panamá y en Venezuela, donde hizo parte del grupo de asesores de Henrique Capriles en la campaña presidencial del 2012. Granada fue quien pasó mayor parte del tiempo en Caracas durante esa contienda electoral, mientras Silva y Santamaría se ocupaban de los asuntos de la consultora en Bogotá.
El año pasado fue uno de los principales consultores de la campaña de Rafael Pardo a la alcaldía de Bogotá. Sin embargo, sus resultados no fueron los esperados, pues el candidato liberal, pese a tener el apoyo del gobierno nacional, no pudo romper el hielo con los electores, aunque en la campaña se le reconoció como una de las de mejor programa de gobierno.
Granada aceptó la designación del presidente, y llegará a afrontar la crisis de comunicación del gobierno en un momento crucial, precisamente en la recta final de la administración Santos, donde el mandatario deberá dejar su legado.
El diagnóstico ya lo conoce de sobra. Hace dos años, antes de la campaña presidencial, Granada participó de un debate radial en el que enumeró los principales pecados de Santos. Cuestionó que el Gobierno le respondiera cada trino al expresidente Álvaro Uribe, censuró que en el gabinete no hubiera ministros que hicieran política y hasta sugirió dejar de hacer política a través del Twitter. En ese entonces calificó la estrategia de comunicaciones del Gobierno como una “bicicleta estática”. Ahora asumirá la misión de ponerle ruedas a esa política de gobierno.
Granada llega con una interesante hoja de vida, con una amplia trayectoria, y con la credibilidad de su discurso. Esas credenciales, sin embargo, no serán suficientes ante el difícil reto que se le avecina. En la práctica, su trabajo se medirá en la imagen favorable que los colombianos tengan del presidente, y cualquier punto que suba en las encuestas probablemente lo asumirá como ganancia. Si el presidente tiene el reto de dar resultados, y cumplir con sus promesas, Granada será ese estratega encargado de poner a los ministros a transmitirlos. Falta ver si su estilo, que ha convencido a presidentes, políticos, banqueros, multinacionales petroleras, también se lo copia el pueblo colombiano. Un milagro que Santos le encomienda.