JUDICIAL
Capturado exescolta del DAS por magnicidio de Carlos Pizarro
Jaime Gómez Muñoz trabajaba en la misma Fiscalía como agente del CTI y fue detenido por el crimen del líder de izquierda, asesinado en 1990. “Su misión fue la de ultimar al sicario que asesinó a Pizarro para garantizar la impunidad”, dice la Fiscalía.
Luego de disfrutar de sus vacaciones, esta mañana se reincorporaba a su trabajo Jaime Ernesto Gómez, exagente del DAS y actualmente integrante del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía, pero tan pronto ingresó al búnker lo aguardaban otros agentes de la Policía judicial para hacer efectiva una orden de captura en su contra.
La Unidad de Análisis y Contexto de la Fiscalía lo había vinculado a la investigación por el crimen de Carlos Pizarro, ocurrido el 26 de abril de 1990. Gómez, en aquel tiempo agente del DAS, se desempeñó como escolta del líder de izquierda y estaba a bordo del avión de Avianca cuando un sicario de 22 años atentó contra Pizarro en pleno vuelo. Del esquema de cerca de 20 escoltas, Gómez fue el único en reaccionar al abrir fuego contra el sicario y abatirlo al instante.
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La reacción le significó una medalla al valor, pero ahora, 26 años después, la Fiscalía cree que Gómez sólo estaba cumpliendo otra parte del plan criminal: la de silenciar al sicario para garantizar la impunidad. El escolta del DAS tuvo “la tarea de matar al sicario inmediatamente acribillara al líder político y aspirante presidencial y así ganar el silencio del potencial testigo y asegurar en buena parte la impunidad que se mantuvo rampante durante años”, sostiene la Fiscalía en el documento que soporta la orden de captura.
La Unidad de Análisis y Contextos de la Fiscalía General encontró una serie de inconsistencias en la actuación del escolta y en sus explicaciones. Pizarro fue asesinado ocho minutos después del despegue del avión que lo llevaría a Barranquilla desde el aeropuerto El Dorado de Bogotá. Cuando la nave alcanzó 17.000 pies de altura, el sicario, un joven llamado Gerardo Gutiérrez Uribe, se levantó de su silla y fue al baño de la parte posterior, donde estaba oculta la subametralladora. La empuñó, se dirigió hacia la silla de Pizarro y le propinó la ráfaga letal. Gómez, que se hallaba unos metros atrás de la posición del sicario, se levantó de su silla ya con su arma en la mano y abatió al criminal. De un esquema de seguridad de 17 escoltas a bordo, fue el único que abrió fuego. Dijo que lo hizo en legítima defensa y que en ese instante supuso que el sicario estaba recargando el arma para disparar nuevamente.
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Pero la Fiscalía recabó decenas de testimonios de escoltas, de pasajeros y de personal del servicio a bordo quienes describieron una escena distinta. Según varios de ellos, tras la sorpresiva ráfaga que impactó a Pizarro, el sicario arrojó su arma y gritó “¡No disparen, no disparen!” Pero en ese instante –cuando los demás escoltas apenas estaban buscando sus armas– se oyeron cuatro disparos provenientes del arma de Gómez, dos desde su puesto y dos desde más cerca. Para la Fiscalía resulta inquietante una reacción tan resuelta en un avión a 17.000 pies, más aún cuando Gómez a lo largo de su carrera como escolta nunca antes tuvo que entrar en acción.
También resulta sospechoso que una semana antes del magnicidio este escolta no hiciera parte del grupo encargado de velar por la seguridad de Pizarro. Sólo se logró establecer que fue trasladado allí entre el 19 y el 22 de aquel abril, pues el oficio al cual Gómez fue asignado desapareció, lo mismo que el expediente por la muerte del sicario, que no se encuentra en el Archivo Nacional, donde reposan los papeles del desaparecido DAS.
Cuando la Fiscalía le preguntó a Gómez cómo lo habían trasladado al esquema de seguridad de Pizarro, explicó que antes, cuando trabajaba en el de César Gaviria Trujillo, protestó porque su jefe lo quería dejar de vigilante en una fría caseta frente a la residencia. Como alegó que padecía de bronconeumonía crónica lo trasladaron al grupo de Pizarro. Pero la Fiscalía no encontró nada relacionado con una afección respiratoria en la historia clínica de Gómez y ningún exfuncionario del DAS corroboró su versión del traslado. “Su arribo al esquema se explica en la misión de ultimar al victimario que mató a Pizarro”, dice la Fiscalía.
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Esta entidad también investiga por qué en el 2014 se ordenó fundir el arma con la que se asesinó a Pizarro, un elemento material probatorio clave. Con esa determinación se impidió, por ejemplo, establecer si esa misma Mini-Ingram 380 se usó para acribillar a Bernardo Jaramillo Ossa apenas un mes antes en circunstancias similares. Así mismo, la investigación busca dilucidar quién o quiénes pusieron la subametralladora en el baño del avión donde el sicario sabía que la encontraría.
En el búnker de la Fiscalía a Gómez le practicarán varios exámenes médicos antes de ponerlo a disposición del fiscal 20 especializado de la unidad de Análisis y Contexto, despacho que lo requiere. Este deberá determinar el sitio de reclusión y presentar ante un juez las pruebas que, en criterio de la Fiscalía, incriminan al exagente del DAS en uno de los magnicidios que estremecieron al país en la década de 1990.