En Colombia, el aparato militar es uno de los pilares más importantes en la agenda del país debido al conflicto interno y el narcotráfico.
En el segundo foro de Ciencia Tecnología e Innovación del Sector Defensa: Aplicaciones y Desafíos, el ministro de esta cartera, Juan Carlos Pinzón, planteó una apuesta bastante ambiciosa: tomar el ejemplo de otros países y convertir a Colombia en un bastión de la investigación e innovación de la tecnología militar.
Para demostrar los beneficios de esto puso de ejemplo a Israel, en donde las inversiones en la generación de conocimiento e infraestructura militar "han derivado ni más ni menos que en todo un plan de desarrollo nacional, tecnológico e industrial", y agregó que esta inversión ha propiciado la existencia de más compañías de alta tecnología en proporción al resto del planeta.
Además resaltó la incidencia que tiene el desarrollo de la tecnología militar como una parte fundamental para el progreso de otras áreas de la ciencia, más enfocadas a las aplicaciones civiles, industriales y sociales.
Sin embargo, en los últimos años, si bien se han llevado a cabo y se están gestando investigaciones e innovaciones en este campo, el capital de la cartera de Defensa ha estado más encauzado a importar equipos y conocimiento, que a fortalecer esa estructura de investigación e innovación tangible, que para el ministro y algunos expertos, adentrarían al país por el camino del desarrollo.
Por poner un ejemplo, a finales del 2011 se aprobó un presupuesto de 7,2 billones de pesos para una serie de inversiones que se llevarán a cabo hasta el 2015, enfocadas a la compra de equipos militares. De esta suma de dinero, 4,8 billones fueron destinados a la adquisición de una flota de 100 helicópteros Blackhawk, 23 botes guardacostas y 15 botes de control, entre otras cosas.
Otras partes de este presupuesto se destinaron a la obtención de redes para la seguridad, las casas y hospitales de 450.000 policías, la rehabilitación para las víctimas de minas antipersona y para la educación superior de militares y policías. Sólo en el 2013, el dinero invertido en defensa ascendió a 25,5 billones de pesos.
Pero si hay algo en lo que los expertos y el ministro concuerdan es en que las elevadas inversiones en defensa y la necesidad de innovar en ese campo están absolutamente ligadas al escenario de conflicto y narcotráfico en el que está sumido el país, y se pueden convertir en oportunidades de desarrollo.
José Tiberio Hernández, profesor y exdecano de la facultad de Ingeniería de la Universidad de los Andes, resalta el punto anterior y añade que los esfuerzos aún son tímidos con respecto al potencial que tiene el país.
Indica que las iniciativas pueden ser exitosas “si pensamos en programas de largo plazo y no en proyectos cortos con centros de investigación existentes y personas altamente capacitadas alrededor de temas de interés del sector defensa”.
Tanto él como Juan Saldarriaga, vicedecano del Sector Externo de la Facultad de Ingeniería de esta misma institución y quien ha trabajado en proyectos militares, utilizan como ejemplo una de las iniciativas más exitosas del país: las lanchas nodriza y piraña. Estos vehículos son elaborados por Cotecmar, y son importantes para la navegación de la cuenca amazónica en donde se concentra parte del problema del narcotráfico.
Iniciativas como esta aportan al desarrollo de la navegación de ríos en el país, por hablar de un uso civil, que es otros de los pilares que menciona el ministro.
El desarrollo de la tecnología militar ha sido un aliciente para otros usos de la tecnología, que si bien en algunas circunstancias son mal utilizados, contribuyen al desarrollo de otras áreas de la ciencia.
Rafael Molina, profesor de química pura de la Universidad Nacional, aclara que “el conocimiento científico se genera de una forma desinteresada frente a su uso”, y añade que lo propuesto por el ministro no se logra de un día para otro puesto que “la ciencia básica es el soporte fundamental para cualquier desarrollo tecnológico y si no existe desarrollo en ciencias básicas, se pueden generar innovaciones empíricas y desarrollos temporales no sostenibles”.