CONGRESO

Cristo y la reforma política: ¿misión imposible?

A un año de las elecciones, el Gobierno propone cambiar las reglas de juego para las próximos comicios. La oposición señala la propuesta de ser una cortina de humo frente al escándalo de Odebrecht.

16 de febrero de 2017
Juan Fernando Cristo, ministro del Interior | Foto: Archivo SEMANA

Desde la Constitución de 1991, la mayor reforma política del siglo pasado, el Congreso colombiano ha contabilizado otras cuatro que han llevado un título semejante (2003, 2009, 2011 y 2014) y que han pretendido las malas costumbres que han golpeado la democracia. El resultado, el clientelismo, las campañas políticas multimillonarias y la corrupción siguen siendo los pecados nacionales.

Por eso no generó mucho entusiasmo la propuesta que presentó el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, el martes pasado. Como congresista, Cristo participó en muchos de esos esfuerzos en el pasado y por eso sorprendió la exposición que hizo a los representantes a la Cámara sobre lo que sería la columna vertebral de la reforma política versión 2017, la quinta que llegaría al capitolio en los últimos 26 años.   

En contexto: Cristo propone reforma política

La justificación del Gobierno para presentarla ahora, cuando faltan sólo 13 meses para las elecciones al Congreso y 15 para la primera vuelta de las presidenciales, es aprovechar el momento histórico de la implementación de los Acuerdos de Paz y la transición de las FARC de organización armada ilegal a organización política para hacer las reformas que la clase política no ha podido en varios lustros. “Ha llegado el momento de hacer la revolución pacífica en la política colombiana”, dice Cristo.

La propuesta del ministro del Interior contempla reducir la edad para ejercer el derecho al voto a 16 años, con el propósito de promover la participación de los jóvenes en el sistema político. También, imponer el voto obligatorio por lo menos en las dos próximas elecciones. “Es una decisión que puede ampliar la participación y legitimar la democracia colombiana”, explica el ministro, quien en su época de senador votó en contra de esta medida.

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Para Cristo, llegó el momento de “darnos la pela” y establecer la financiación pública de todas las campañas políticas. Así mismo, crear una Corte electoral con verdaderos dientes que pueda atajar el flujo de dineros privados, legales o ilegales, en las campañas. Hasta aquí, las propuestas del Gobierno podrían tener consenso.

Pero las propuestas tienen un componente que modifica las reglas de juego para las próximas elecciones.

La nuez de la reforma que plantea el Gobierno pretende eliminar el voto preferente en las elecciones a corporaciones públicas. Eso significa que las listas de candidatos serían cerradas y los colombianos votarían sólo por el logo del partido político.

Para Cristo, como para muchos analistas, el voto preferente generó la “catástrofe” de la corrupción política y electoral. “No nos llamemos a engaños, cada campaña con voto preferente en el Senado es una campaña nacional que necesita asesor, gerencia, sedes en todo el país, publicidad, radio, televisión, gastos insostenibles para una campaña decente”, justifica el ministro, que en un acto de contrición dice que se equivocó en el 2003 al votar contra las listas cerradas.

Armando Benedetti, presidente del Partido de la U, apoya la mayoría de estas propuestas, pero es escéptico de que los actuales congresistas, que se eligieron con voto preferente y saben moverse en esas aguas, vayan a adoptar las listas cerradas, más aún cuando la mayoría está pensando en la forma de reelegirse en marzo del próximo año. “Si usted tiene un sastre que le ha hecho los vestidos a la medida, no creo que lo vaya a cambiar cuando ya le está confeccionando el traje para las próximas elecciones”.

Ante eso, el ministro del Interior les pide a los congresistas “no pensar en la curul de cada uno, ni en las elecciones. Las decisiones se deben adoptar pensando en construir una democracia más transparente”. ¿Querrá eso la clase política?

Hay otras propuestas, también controvertidas, que el Gobierno pide considerar. Ampliar el período presidencial a cinco años, como lo propuso el propio Cristo en la reforma al equilibrio de poderes (2014), pero fracasó; igualar los períodos de alcaldes, gobernadores, fiscal general, procurador y contralor con el del presidente de la República, en lo que sería todo un revolcón institucional.

Y se revive la idea de eliminar la Vicepresidencia de la República, también propuesta en la reforma al equilibrio de poderes, pero que nunca generó consenso. Para el ministro Cristo es el momento de evaluar la conveniencia de volver a la figura del designado presidencial, la cual calificó de impecable y que nunca generó controversias políticas entre la cúpula del Gobierno. Según Cristo, haber eliminado esa figura fue uno de los errores de los constituyentes en el 91.

Que hoy, a las puertas del año electoral, se pueda eliminar la Vicepresidencia, parece un asunto bastante espinoso, más aún cuando en campaña la elección de la fórmula vicepresidencial no deja de tener cálculo político y podría ser un mecanismo de transacción a la hora de formar coaliciones partidistas.

Por si fuera poco, los vientos que soplan por culpa de los escándalos que han salpicado a la clase política, como el de Odebrecht, se podrían entender como una coyuntura favorable para la aprobación de estas propuestas, pero en la práctica sucede lo contrario.

Claudia López, senadora de la Alianza Verde y precandidata presidencial, calificó como un “globo” la reforma política para distraer el debate público sobre el caso Odebrecht. Lo mismo piensa Alirio Uribe, congresista del Polo, quien llamó a la reforma de Cristo “cortina de humo” para distraer la atención de la actual coyuntura. “Es inviable, inconveniente y no tiene nada que ver con la paz”.

Cristo ya padeció lo que es tramitar una reforma de semejantes dimensiones, en el 2014 tuvo que liderar el equilibrio de poderes, que salió bastante “peluqueado” respecto a la propuesta inicial y a la que luego la Corte Constitucional le declaró inexequible sus puntos más importantes. “Todas las propuestas no las vamos a aprobar, pero se generará mucha discusión. Esperamos avanzar en la mayoría”, dice el ministro.

Marzo será el mes definitivo para esta propuesta, una reforma política cuya aprobación podrá ser una misión imposible a pesar de sus buenas intenciones.