Los hombres del Frente Óliver Sinisterra, que hoy persisten en el crimen sin Guacho, su fundador, se baten a muerte contra el grupo de Contador. | Foto: SEMANA

CRIMEN

El fantasma de Guacho espanta en la frontera con Ecuador

Sus hombres siguen en las armas, ahora enfrentados al bando de Contador, el capo que, paradójicamente, financiaba a su jefe. Al menos 150 colombianos fueron desplazados al país vecino en medio de la nueva guerra.

4 de marzo de 2019

Alrededor de 150 colombianos llegaron este fin de semana a buscar refugio en la parroquia Palma Real, en la provincia de Esmeraldas, en Ecuador. Atravesaron la frontera en un intento por salvaguardar sus vidas, pues del otro lado, en su país, los hombres del Frente Óliver Sinisterra, que hoy persisten en el crimen sin Guacho, su fundador, se baten a muerte contra el grupo de Contador. Este último es un narco poderoso en el Pacífico nariñense, que ha sabido mantenerse a la sombra por años pero que, tras la muerte de Guacho, es reconocido en secreto como el gran capo del complejo cocalero más grande del mundo.

El mismo Ministerio de Defensa de Ecuador dio noticia de la llegada de los colombianos. "Este sábado 2 de marzo, en el departamento colombiano de Nariño, se produjeron enfrentamientos entre miembros de grupos ilegales armados ocasionando el desplazamiento", decía la información ecuatoriana. También se explicó que las Fuerzas Armadas de ese país estaban reforzando el control de personas y embarcaciones que circulan por los ríos de la frontera, por donde se mueven los narcos.

Con su crueldad, Guacho atrajo toda la atención sobre Tumaco. Contador, que quería traficar en calma y de bajo perfil, se molestó.

Del lado colombiano, la Fuerza de Tarea Hércules, que articula a los militares y policías en Tumaco, informó que desde el 28 de febrero se habían desatado enfrentamientos entre el frente Óliver Sinisterra y Los Contadores, "debido a disputas por el control de actividades relacionadas con el narcotráfico".

En contexto: Guacho, el más cruel de los disidentes, murió en un operativo de la fuerza pública

El punto preciso de la confrontación era la vereda Santo Domingo, en Tumaco, a donde llegó la Armada para garantizar la seguridad de los habitantes. También emprendieron operaciones para pacificar el territorio y que los desplazados pudieran retornar a sus casas.

La situación es un coletazo de esa guerra que se renueva sin freno en Tumaco. Allí, como en pocos lugares, se vive bajo la ley del viejo dicho: "A rey muerto, rey puesto". Guacho se había convertido en el enemigo público tanto de Colombia como Ecuador. No solo porque controlaba buena parte del narcotráfico en el suroccidente del país, sino por la crueldad de sus crímenes, que incluyeron el asesinato de periodistas ecuatorianos y de agentes del CTI.

En diciembre pasado, la fuerza pública lo mató. La operación generó un descenso de los crímenes en Tumaco, pero la calma no duró mucho. Contador, un viejo pero silencioso conocido en la zona apareció para cobrar el espacio que dejó el fallecido capo. Y ahí se fraguó la nueva guerra. Paradójicamente, los hombres de Guacho terminaron enfrentados contra el narco que ayudó a crear su estructura.

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Contador es un criminal vieja guardia. Aunque no perteneció a las Farc, aprovechó el auge de las disidencias en Tumaco, tras el desarme de la guerrilla, para hacerse al control del negocio. Financió a don Y, quien creó las Guerrillas Unidas del Pacífico, y luego fue asesinado, al parecer, por las mismas Farc. David, el hermano de don Y, luego creó su propia banda de disidentes, con la que se apoderó del control del narcotráfico desde Tumaco hacia el norte del departamento.

Guacho, enemigo a muerte de David, fue otro de los que hizo rancho aparte de las Farc usando el patrocinio de Contador. La condición: que lo hiciera partícipe de sus negocios. Pero al parecer empezó a marcarse la distancia cuando Guacho cayó en su espiral de crueldad y con el asesinato del equipo periodístico de El Comercio, atrajo toda la atención sobre Tumaco. Contador, que quería traficar en calma y de bajo perfil, se molestó.

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Con la muerte de Don Y, Guacho y David, Contador empezó a tomar un rol más visible en el Pacífico nariñense. Y lo tiene todo para mandar en el negocio, pues se dice que es el de los contactos con los carteles mexicanos, que son los que se llevan la cocaína de la región. El obstáculo, sin embargo, son los hombres que eran fieles a Guacho y que ahora le caminan a alias Comandante, su sucesor.

Así se estaría configurando otra guerra más en Tumaco, un pueblo que parece enfrentado a una hidra. Cada vez que se le corta una cabeza, nace una nueva y se reanuda la confrontación.