POLÍTICA

El cambio de parecer de Uribe

En las memorias del proceso de paz con las autodefensas, Uribe defendía las concesiones a los paramilitares. Nueve años después, las rechaza en el proceso con las FARC.

29 de diciembre de 2014
| Foto: archivo SEMANA

Era el 10 de marzo del 2005. Por esos días, el gobierno del presidente Álvaro Uribe adelantaba un proceso de paz con las Autodefensas Unidas de Colombia. Todo gracias a una ley que expidió el Congreso de la República, la llamada Ley de justicia y paz, que avalaba ciertas gabelas o condiciones a los grupos paramilitares para que entregaran las armas y repararan a sus millares de víctimas.

Ese día, el presidente Uribe concedió una entrevista a La W Radio, un documento de varios tomos que fue recopilado bajo la dirección de Ernesto Yamhure, que se encuentra transcrita en las llamadas memorias del excomisionado de paz Luis Carlos Restrepo.

Semana.com conoció ese documento histórico. Se titula ‘Proceso de paz con las Autodefensas, memoria histórica’. Y en el segundo tomo aparece dicha entrevista, en la que el entonces mandatario tenía una opinión muy diferente sobre la conexidad del narcotráfico con el delito de sedición atribuido a los paramilitares. Si en aquella época aceptaba alguna concesión adicional, hoy Uribe, ahora como senador y jefe de la oposición al proceso de paz con las FARC, se opone a que el narcotráfico sea amnistiado para que se firme la paz.

Por esos días se hablaba de que el Congreso había metido un ‘narcomico’ en la ley de justicia y paz y se observaba con preocupación que algunos narcotraficantes podían disfrazarse de paramilitares para liberarse de la extradición.

Uribe contradijo esa afirmación al advertir que su gobierno no ha sido vacilante con el narcotráfico ni la extradición, pero aseguró que aquellos que se desmovilizaran podrían librarse de esta. Ahora, junto al procurador, señala que así se desmovilicen los guerrilleros de las FARC, a aquellos que estuvieran incursos en narcotráfico no se les debe levantar la solicitud de extradición.

“Dijimos: lo único es que aquellos que entran en procesos de paz, que estén incursos en pedidos de extradición, tendrán que mostrarle a la comunidad nacional e internacional, al país requirente, a Colombia –que es el país requerido-, su verdadera contrición, su verdadero propósito de enmienda y se observará sin apuros, sin afanes, qué puede pasar en el futuro. Y así hemos procedido”.

Con el tiempo se comprobó que a los jefes paramilitares desmovilizados se les había suspendido la extradición. Pero cuando, según el Gobierno, volvieron a delinquir, o según la oposición empezaron a revelar los nexos con la clase política, fueron extraditados.

Pero en la transcripción de dicha entrevista hay otras respuestas sorprendentes. Por ejemplo, Uribe, cuando hablaba de paz con los paramilitares, sí admitía la dificultad de trazar una línea entre el delito de sedición, el delito político, con el del narcotráfico. Incluso dijo que en aras de la paz se debía admitir cuando la principal actividad de esa organización no fuera el narcotráfico. Hoy, cuando la paz se pacta con las FARC, los considera el mayor cartel de la droga, antes que un movimiento de extrema izquierda levantado contra el establecimiento.

Esto dijo en aquel momento: “Esta es la primera vez en que, además de preocuparnos por la paz en el proceso histórico colombiano, nos estamos preocupando por la justicia y la reparación. Entonces ahí viene otra cosa: la relación de estos grupos con el narcotráfico. ¿Sabe por qué  existen todos estos grupos guerrilleros y paramilitares? Porque hay droga. Si no tuviéramos droga que los financiara, los habríamos acabado más fácil. Es muy difícil esa línea divisoria".

Uribe tambien opinaba: "Hoy no hay guerrillero que no esté en la droga, no hay paramilitar que no esté en la droga. La ley (justicia y paz), para facilitar esto, lo que se ha propuesto, lo que está a discusión del Congreso, ha dicho –y es muy difícil, muy difícil-: Los beneficiarios de esta ley no podrán ser grupos cuya actividad principal sea el narcotráfico. Ahora, eso no es lo más ortodoxo, pero es lo necesario frente al proceso histórico colombiano…”.

Y qué pasó, los paramilitares se beneficiaron de esa ley, es decir, se consideró que su principal actividad no era el narcotráfico. Ahora, Uribe, piensa distinto cuando el beneficiario sería las FARC.
 
En aquella entrevista Uribe defendía el proceso de paz con los paramilitares, la ley de justicia y paz con argumentos a los que se opuso cuando Juan Manuel Santos tramitó el marco legal para la paz. 

Incluso con afirmaciones a las cuales él se opone ahora en tratándose de la guerrilla. Por ejemplo, esta frase: “Encontrar ese buen balance entre paz y justicia es muy difícil, paz sin impunidad, justicia sin sometimiento. Pero le voy a decir: todos los procesos de paz son imperfectos, hasta el punto que me he atrevido a decir lo que ahora repito: en todos esos procesos de paz finalmente uno ve un poquito de sometimiento en nombre de la justicia, y algo de impunidad en nombre de la paz. En esto hay que hablar con toda franqueza, aquí no hay legislación perfecta”.

O esta otra, respondiendo las críticas del proceso de paz de Ralito: “Los que quieren solamente el ladito de la paz dicen: perdónenles todo, lo importante es que se desmovilicen, se arrepientan y se reconcilien. Los que quieren solamente el ladito de la justicia dicen: páselos por la guillotina”.

Incluso, decía que a los guerrilleros habría que darles el mismo tratamiento que a los paramilitares: “Uno no puede decir ante el dolor de las víctimas, que ese dolor se atenúa porque fue causado por una guerrilla, o que se agrava o atenúa por que fue causada por un grupo paramilitar. Por todas estas razones, a esos delitos hay que darles el mismo tratamiento (…) se necesita hacer una claridad en el ordenamiento jurídico colombiano. La claridad de que no puede haber diferencia entre los delitos imputables a la guerrilla y los delitos imputables a las Autodefensas”.

Nueve años después Uribe tiene posiciones bastante alejadas de aquellas que defendía cuando el país tenía muchos interrogantes con el proceso de paz de los paramilitares. Ahora es la guerrilla de las FARC la que negocia con el gobierno Santos. Y para el expresidente, las concesiones que el actual gobierno le dará a la guerrilla son indefendibles, ni siquiera con sus afirmaciones en el año 2005.