PROCESO DE PAZ
Cristianos: La otra silla de la negociación
Frente al escenario de repetir el plebiscito, el Gobierno tiene puesta su fe en estas iglesias. Cuatro hechos fueron decisivos para unirlas y movilizarlas. El New York Times señala que podrían retroceder derechos de la comunidad gay.
El mismo día en que el presidente Juan Manuel Santos y ‘Timoleón Jiménez’, jefe de las FARC, se alistaban para firmar la paz ante los ojos del mundo, en el castillo de San Felipe en Cartagena, Álvaro Uribe se subió en el platón de una camioneta y se despachó con un discurso ante un grupo de seguidores que le gritaban “Amén”. Ese día, los que seguían con atención las palabras del más enconado promotor del No no eran militantes de su partido, el Centro Democrático. Se trataba de fieles de la iglesia cristiana Ríos de Vida, del carismático pastor Arrázola, el mismo al que acuden los futbolistas del Real Cartagena y los beisbolistas cartageneros que participan en las grandes ligas de Estados Unidos.
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Hasta el pasado 2 de octubre, los miembros de las iglesias cristianas y evangélicas parecían no contar en la política nacional, a pesar de que en Colombia, según cálculos del Ministerio del Interior, pasan de 10 millones de personas congregadas en casi 6.000 iglesias en todo el país.
Pero todo cambió con el plebiscito. Y ahora la atención del Gobierno se volcó hacia ellos. En la Casa de Nariño creen que ese día, más de la mitad de los colombianos que se acercaron a las urnas no respondieron la pregunta sobre los acuerdos de paz, sino que votaron en contra del presidente Juan Manuel Santos, en contra de los impuestos y en contra de que se vulneraran los valores de la familia por la supuesta imposición de la “ideología de género”.
Ahora cuando se evalúa la posibilidad de repetir el plebiscito, los cristianos se han convertido en el grupo más apetecido por la política tradicional. El próximo miércoles los pastores de las iglesias que apoyaron el No tendrán una reunión y el jueves se encontrarán con el presidente Juan Manuel Santos.
Hay dos elementos que vuelven hoy a los cristianos tan protagonistas. Lo primero es que ante una diferencia tan estrecha entre el Sí y el No, no más de 60.000 votos, cualquier grupo puede inclinar la balanza, y en el caso de ellos la inclinarían definitivamente.
Lo segundo es que hoy son el mayor grupo de votantes del No que podrían no depender de las exigencias de Álvaro Uribe. El pasado el domingo el expresidente lanzó cinco propuestas fundamentales, que son bastante difíciles de cumplir.
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Si bien algunas iglesias, como la Misión Carismática Internacional,están muy unidas al expresidente (Uribe realiza sus actos de campaña allí), hay otras que rechazaron los Acuerdos de la Habana más por ideología que por política. Y esos son precisamente los fieles que el Gobierno espera cautivar.
Sin embargo, el domingo de las elecciones, todos quisieron sumarse a lo que consideraron un triunfo de la religión. Uribe en su discurso habló de la “familia tradicional” y el procurador Alejandro Ordóñez aseguró que “la Colombia creyente se movilizó”.
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El peso político del cristianismo
La influencia de cristianos y evangélicos en la política no es nueva, pero nunca antes había tenido la capacidad de decisión que ahora se les atribuye. Algunos pastores han llegado al Congreso arropados por partidos tradicionales y con importantes votaciones. Pero ahora parecen haber alcanzado el mayor espacio en la historia, precisamente por cuenta del proceso de paz, que tanta polarización ha generado entre los ciudadanos.
No de otra forma se explica que el martes, en sus primeras reuniones del Diálogo Nacional por la Paz, el presidente Santos se haya reunido con el Consejo Gremial, pero también con 14 pastores y representantes de iglesias cristianas y evangélicas, y que este miércoles, la Comisión de Paz del Senado y la Cámara se hayan reunido también con los mismos voceros de la fe cristiana.
Y no sólo eso. Tras su indiscutible victoria en el plebiscito, los pastores cristianos y evangélicos parecen tener “viento en la camiseta” hasta para pedir un lugar en una eventual mesa de renegociación del acuerdo con las FARC. Ya nombraron una Mesa de Dialogo Nacional Cristiana, que agrupa a decenas de iglesias, y de donde saldrán propuestas para llevar a su reunión en Palacio de Nariño.
El pastor Édgar Castaño, presidente de la Confederación de iglesias evangélicas de Colombia (Cedecol), así se lo reclamó al presidente Juan Manuel Santos: “Que nos permitan una participación transversal en el acuerdo. Le apostamos a la paz, pero hay que revisar los acuerdos”.
De la primera reunión que sostuvieron con el presidente, según Castaño, el mandatario abrió una luz para alguna palabra que genere preocupación, por ejemplo el enfoque de género. “Se mostró dispuesto a sacar del texto aquello que amanece a la familia”, asegura.
No todo es unanimismo. El pastor Darío Silva, líder de una de las mayores iglesias cristinas, Casa sobre la Roca (a la que pertenece la senadora liberal Viviane Morales) dice que es falso que todos los cristianos hayan votado por el No. Según él, en su congregación se aplicó la libertad de conciencia “y la gente votó consultando con el Espíritu Santo”, descartando que hayan sido instrumentos del partido político Centro Democrático. A diferencia de la gran mayoría de pastores, a Silva no le inquieta la expresión equidad de género. Dice que se leyó las 297 páginas del Acuerdo Final, y considera que “no encontré compromiso alguno en ese sentido”.
La senadora Viviane Morales cree que las implicaciones irán mucho más allá de una mesa de diálogo. “Me parece que hay un gran desconcierto de los dos lados y las diferencias son profundas. Creo que estas no se solucionarán con una sentada en la mesa, porque hay actores que estuvieron en el No y no se ven representados en una voz política. Creería que eso hará mirar hacia una Constituyente. Para mí se acaba de abrir una caja de Pandora”, le dijo a Semana.com el pasado domingo.
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Cuatro hechos clave
En las últimas dos semanas, todos los analistas políticos han hecho el vínculo. El fracaso del plebiscito tiene una estrecha relación con el encendido debate sobre la "ideología de género”. Hasta el diario The New York Times hizo un artículo explicando como gran parte de esa derrota se basada en la acusación a Juan Manuel Santos de querer introducir a los acuerdos ideas que “no son de Dios”.
El periódico hace un recuento de cómo en el último año la Corte Constitucional concedió casi todas las causas relacionadas con las libertades individuales y la comunidad LGBT: el matrimonio y la adopción por parte de parejas del mismo sexo, y la legalización de la marihuana.
Sin embargo, más allá de los fallos de ese alto tribunal, hubo cuatro hechos lograron unir y empoderar a la comunidad cristiana, que nunca antes había querido salir tan públicamente a hacer política para defender sus causas. Estos son:
1. El referendo de Viviane Morales:
Durante el primer semestre del año, la senadora, junto con decenas de iglesias cristianas, terminó de recoger 2.300.000 firmas para darle trámite en el Congreso a un referendo que ha levantado una enorme discusión. La propuesta es modificar un artículo de la Constitución Política para que los niños abandonados sólo puedan ser adoptados por una familia conformada por “papá y mamá”. A pesar de la polémica que levantó en los medios de comunicación, el referendo pasó el primer debate con una holgada votación en la Comisión Primera de Senado: 10 contra 3. En el Capitolio se dice que el referendo podría pasar todos sus debates pues son muy pocos los congresistas que quieren asumir el costo de apoyar la causa de la adopción por parte de parejas del mismo sexo (aunque el referendo también limitaría la adopción de las personas solteras) que es mayoritariamente rechazada por los colombianos.
2. Las cartillas del Ministerio de Educación
El diario norteamericano explica que el debate alrededor de estos temas se encendió por cuenta de “una ministra abiertamente gay”, Gina Parody, quien propuso “baños mixtos y cambios en los uniformes escolares para quitar el énfasis en los roles de género” y que por cuenta de esto fue acusada de querer implantar una “colonización homosexual”. Y que por esto se realizaron multitudinarias marchas en contra el Gobierno que la obligaron a dar un paso al costado. Aunque los hechos no se dieron tal como lo relata ese diario pues la ministra Parody no fue quien elaboró la cartilla, sino que el ministerio subcontrato esa obligación, impuesta por la Corte Constitucional, a Naciones Unidas. A pesar de que en el episodio hubo manipulación y hasta mentiras pues al comienzo lo que circuló fue unas cartillas pornográficas que nada tenían que ver con el Gobierno, el mal manejo que se le dio a la crisis terminó siendo determinante para la magnitud de las protestas en las calles. El presidente Santos tuvo que salir a desmentir que apoyara la “ideología de género” y a desautorizar las cartillas.
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3. Las encuestas del Dane a los colegios:
El Gobierno también tuvo que dar marcha atrás en otra situación polémica. El DANE les pidió a los colegios que hicieran unas encuestas para determinar los comportamientos sexuales de los estudiantes en Colombia. Para evitar el abuso infantil, la entidad le preguntaba a los niños temas sexualmente explícitos desde cuándo comenzaron a tener relaciones sexuales hasta si habían tenido sexo en grupo, experiencias con penetración de objetos o encuentros a cambio de dinero. Los rectores expresaron su molestia, entre otros porque existían multas para los colegios que no quisieran practicar el cuestionario. Aunque el fin que perseguía el DANE era fundamental, pues en Colombia el abuso sexual comienza a muy temprana edad, el hecho de no adelantar ese trabajo en conjunto con los colegios y el mal manejo que se le dio al tema obligaron al Gobierno a desistir de ese trabajo.
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4. El apoyo de Daniel Torres al No:
Aunque parecía un hecho más anecdótico, la salida del futbolista Daniel Torres evidenció lo mucho que había logrado penetrar la idea de que los acuerdos de paz estaban en contravía de la religión. En un video que se volvió viral, el deportista invitaba a los colombianos a votar por el No pues, según él, el centro de la negociación había dejado por fuera a Jesucristo.
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La discusión alrededor de estos temas muy difícilmente llegaría a consensos. En especial porque ni los negociadores, ni los expertos han podido identificar en qué parte de las 297 páginas de los acuerdos, el Gobierno y las FARC quieren acabar con la “familia tradicional”. El alto comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, se reunió con las iglesias cristianas antes del plebiscito. “No existe ninguna ideología de nada", dijo Jaramillo ante decenas de asistentes a la Confederación Evangélica de Colombia.
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La decana de Derecho de la Universidad de los Andes, Catalina Botero, aseguró lo mismo en una reciente entrevista a Semana.com. “Hay algunos aspectos que no se pueden reformar porque simplemente son falsos, como la supuesta ideología de género, que no se deduce de ninguna parte del Acuerdo”, puntualiza.
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Hace algunos meses, que los cristianos y evangélicos tengan asiento en una eventual mesa que revise los acuerdos de La Habana parecía atrevido. Pero con los resultados del plebiscito, el Gobierno necesita incluirlos en el consenso nacional. Los resultados de 2 de octubre le dieron asiento a esta nueva fuerza con demostrada capacidad de decisión. Lo que no sabe, por ahora, es qué tanto podrán lograr en esta nueva mesa.