GOBIERNO

De las 'chuzadas' a la inteligencia

Una nueva agencia de inteligencia -la DNI- reemplaza al DAS, sepultada por sus pecados. Sin embargo, su disolución deja no pocas inquietudes.

5 de noviembre de 2011, 12:00 a. m.
El lunes, el presidente Juan Manuel Santos firmó el decreto que terminó con los 58 años de existencia del DAS.

"El DAS es un enfermo en estado terminal. Démosle cristiana sepultura y creemos una entidad nueva". Esta frase, pronunciada el 25 de febrero de 2009 por el entonces ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, le costó una recriminación del presidente Álvaro Uribe y su círculo cercano, que se resistían a aceptar la gravedad de los delitos perpetrados desde el organismo de inteligencia de la Presidencia. Tres días antes, SEMANA había publicado el primero de más de 50 artículos que han revelado, entre otros escándalos, el espionaje ilegal -las célebres 'chuzadas'- que se hizo desde ese organismo a magistrados de la Corte, periodistas, partidos de oposición y ONG.

El pasado lunes 31 de octubre, 32 meses después de esa declaración, Santos, ya como presidente, firmó el acta de defunción: "Hoy cumple 58 años de nacido el DAS. Y a los 58 años, vamos a liquidarlo. Acabo de firmar el decreto", dijo, al anunciar su eliminación, la distribución de su personal en varias instituciones y la creación de una nueva agencia: la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI).

Aunque cualquier reemplazo del DAS es más que bienvenido, la DNI aspira a ser mucho más que un cambio cosmético, y, al menos en el papel, tiene lo necesario para ser un organismo moderno, distinto a su antecesor y blindado contra sus pecados.

Cuando asumió la Presidencia, Santos metió el acelerador a fondo para crear la nueva agencia. Al frente del proyecto designó a su antiguo viceministro, Sergio Jaramillo, a quien nombró alto asesor para la Seguridad Nacional. Tras la primera crisis del DAS en la administración de Jorge Noguera, en 2005, Jaramillo había redactado varios documentos sugiriendo el cambio del DAS, y Santos le encomendó, entre otras tareas, diseñar la nueva entidad. En busca de ideas para perfilar la agencia colombiana, Jaramillo se reunió con los directores de entidades similares de Europa y Estados Unidos.

La nueva DNI es una agencia civil, estrictamente de inteligencia, desprovista de las facultades del DAS que se convirtieron en focos de corrupción, como las de Policía judicial, que permitían interceptaciones con poco control y culminaron en 'chuzadas' ilegales y en el 'alquiler' del servicio de interceptaciones a grupos criminales. Migración, servicios de escolta, Policía judicial, registro de delitos y la expedición del pasado judicial (que será eliminado) no serán heredadas y pasan a otras dependencias del Estado.

Los recursos ya no se enfocarán en perseguir todo tipo de delitos y delincuentes. El objetivo será proveer al presidente de información para que pueda tomar decisiones estratégicas, no solo en áreas clásicas de la inteligencia como las amenazas de terrorismo, sino en otros campos. La agencia debe alertar al presidente sobre casos de corrupción a alto nivel, en los ministerios y en la fuerza pública, y monitorear temas de seguridad ambiental y económica, entre otros. El proceso de inteligencia no está encaminado a dar golpes como la baja de un jefe guerrillero o la captura de un narco, sino a generar insumos para el presidente.

Por esa especialización en sus funciones, la DNI será mucho más pequeña que el DAS. Al final de su primer año tendrá unos 200 funcionarios que se buscarán entre egresados de las mejores universidades, para garantizar un alto nivel profesional.

Varios controles apuntan a impedir los desmanes del pasado. Uno de ellos, clave, es la figura del inspector general, que solo reporta directamente al presidente, no al director de la DNI. Entre sus potestades está investigar sin limitaciones todo lo concerniente a la agencia, controlar los gastos reservados, verificar que las misiones correspondan a los objetivos y, en general, que toda la actividad se ajuste a la nueva ley de inteligencia.

Como director ha sido nombrado el almirante (r) Álvaro Echandía, quien comandó la Armada y es reconocido como uno de los hombres que más conoce el tema de inteligencia. Algunos criticaron que un exmilitar esté al frente de una agencia de carácter civil, aunque son pocas las entidades de este tipo en el mundo que han nacido sin que el impulso inicial esté en manos de un exmilitar.

En resumen, como lo dijo el presidente, la nueva agencia debería poner a Colombia, por fin, a tono con lo sucedido en otros países de la región, que han modernizado su inteligencia civil al reemplazar agencias contaminadas por la corrupción y los manejos oscuros, como el DAS. Sin embargo, una cosa es el nuevo capítulo que abre la DNI y otra, bien distinta, el chicharrón en el que puede convertirse el paso del DAS a mejor vida.

Aunque la defunción del DAS solo se anunció la semana pasada, el proceso para liquidarlo empezó hace más de dos años, con la designación de Felipe Muñoz como director. No obstante, lo que se suponía debía ser un proceso cuidadoso y gradual, dado que el DAS maneja temas de seguridad nacional, no ocurrió. El lunes anterior, el saliente director Muñoz leyó un comunicado en el que contó cuál será el destino de sus cerca de 5.000 funcionarios, que se trasladarán a la Fiscalía, la Policía, la Defensa Civil y a nuevas unidades que se crearon, en el marco de las facultades extraordinarias, en la Cancillería, que manejará migración, y en Interior (ver infografía). La academia del DAS, Aquimindia, donde están presos algunos de los involucrados en las 'chuzadas', también pasa a la Fiscalía. Las armas se transfieren a las entidades autorizadas. Unos 450 funcionarios -y parte del armamento- quedan en el DAS en liquidación, a cargo de la disolución definitiva, la cual debe tener lugar en un máximo de dos años. En el papel todo parece claro; en la práctica las cosas pueden ser distintas.

Aunque los detalles no se conocían, los funcionarios del DAS daban por descontada su disolución. Ya se habían tomado algunas medidas, como el traslado de la oficina de la Interpol a la Policía el año pasado y el de 400 funcionarios a la Fiscalía en este. Ahora que sus funcionarios se enteraron de que irán a otras entidades del Estado, hay cosas que no están tan claras como parecen en los decretos respectivos.

En la Fiscalía solo hasta la semana pasada muchos se enteraron de que deberán recibir otros 3.200 exfuncionarios del DAS. "No sabemos cuándo llegan, qué van a hacer, o de dónde saldrá la plata para pagarles", dijo a SEMANA un alto funcionario de la Fiscalía. Además, dado que los traslados básicamente se decidieron en los últimos dos meses tras los recientes escándalos, y aunque en el gobierno afirman que se revisaron las hojas de vida, no es claro que se haya hecho una selección rigurosa de quienes pasarán a otras dependencias oficiales para evitar que lleguen a ellas algunas de las 'manzanas podridas' que hicieron y deshicieron en el DAS. La Fiscalía y la Policía tienen áreas de contrainteligencia que les permiten ejercer controles. Pero ni la Cancillería ni el Ministerio del Interior cuentan con algo similar, y allá pasarán cerca de 1.500 ex DAS.

Aun asumiendo que todos los funcionarios acepten voluntariamente sus traslados a nuevos cargos y que la homologación de sueldos y posiciones sea completa, el propio director saliente contó que en los últimos dos años han salido del DAS 1.200 funcionarios. Muchos de ellos son experimentados detectives y agentes secretos que tienen información privilegiada sobre organizaciones criminales y delincuentes de alto perfil y a los que el desempleo puede exponer a la tentación de ser captados por el 'mercado laboral ilegal'. Además, mientras se llega a la liquidación definitiva, el archivo de inteligencia seguirá en el DAS en liquidación, bajo la supervisión de la Procuraduría, la cual enfrenta la difícil tarea de evitar que esa información de seguridad nacional pase a manos indeseables.

Ojalá la creación de una agencia que ponga a Colombia a tono con las modernas tendencias de inteligencia civil no se vea opacada por nuevos escándalos mientras el DAS termina de morir.