JUSTICIA

DEA: La puerta giratoria

Leo Arreguin, exdirector de la DEA que intentó visitar a un reconocido narco en la cárcel de Girón, Santander, parece ser solo el más reciente de altos exfuncionarios estadounidenses que pasaron de combatir capos a buscarlos como clientes.

12 de enero de 2013
Leo Arreguin fue el exitoso y premiado jefe de la DEA en Colombia entre 1998 y 2003. En diciembre pasado estuvo en la cárcel de Girón para ver a Diego Rastrojo

El 20 de diciembre del año pasado uno de los más recordados exdirectores de la DEA en Colombia, Leo Arreguin, llegó a la cárcel de alta seguridad en Girón, Santander, con el fin de visitar a Diego Pérez, alias Diego Rastrojo. Según El Tiempo, que dio a conocer la visita, las autoridades del penal no permitieron su entrada ni la de su acompañante, un exdirector regional del Inpec, porque no estaban autorizados para hablar con el temido jefe de la banda Los Rastrojos. El asunto no dejó de causar curiosidad.


No era para menos. Arreguin es uno de los jefes de la DEA más recordados en Colombia. Fue director de esa agencia antidroga en Bogotá desde 1998 hasta noviembre de 2003 cuando terminó su misión y se retiró de esa entidad después de 23 años de carrera. Su labor fue reconocida por múltiples felicitaciones, incluida la del entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush. Le tocó enfrentar una de las épocas más complicadas contra los carteles y entre otras tareas fue el encargado de la Operación Milenio, que terminó con la captura de 30 extraditables, cifra récord hasta ahora, entre los cuales estaban Fabio Ochoa y Juvenal Madrigal. Su lista de éxitos contra los narcos es extensa y tras su retiro se dedicó a asesorar la lucha antinarcóticos en diferentes países. Esa impecable hoja de vida de guerra contra mafiosos es justamente la razón por la cual causó un gran interrogante su interés por hablar con Rastrojo. 

¿Busca información para ayudar a combatir el narcotráfico en otros países? ¿O es uno más de los altos funcionarios de la Justicia de Estados Unidos que ahora, y luego de retirarse de sus cargos, se han dedicado a defender a los capos que antes combatía?

Unos meses antes el nombre de otro conocido exfuncionario antinarcóticos  norteamericano, que se había hecho famoso en Colombia por sus investigaciones contra Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, también reapareció en Colombia. Se trata de Edward Kacerosky, exagente del servicio de aduanas de Estados Unidos (ICE) entre 1979 y 2007. El 31 de octubre pasado, en una entrevista en La W Radio, el exsenador Enrique Gómez, afirmó que lo contrató para que ayudara en el caso del asesinato de su hermano Álvaro Gómez Hurtado. En ese momento, el país se enteró que Kacerosky, tras su retiro, comenzó a trabajar como consultor e investigador para varios abogados estadounidenses que llevaban casos de colombianos acusados de narcotráfico en ese país.

Otro nombre que también ha salido a relucir es el de la fiscal antimafia más importante del gobierno de Washington en las últimas tres décadas: Bonnie Klapper. Como fiscal fue la responsable de llevar a la cárcel a decenas de importantes narcos colombianos como Diego Montoya, alias don Diego; Hernando Gómez, Rasguño; Juan Carlos Ramírez, Chupeta, y Arcángel Henao, el Mocho, entre muchos otros. Incluso, se convirtió en la protagonista de un libro llamado Takedown, publicado en 2011, en el que se cuenta la guerra contra el Cartel del Norte del Valle. A comienzos del año pasado se retiró y desde su oficina en Nueva York comenzó a litigar llevando casos de mafiosos colombianos y mexicanos. El 12 de abril del año pasado visitó en la cárcel La Picota de Bogotá a Andrés Arroyave, alias Máquina, un narco del norte del Valle, acto que fue calificado por algunos medios como una prueba de que había pasado de encarcelar narcos a defenderlos. 

Un caso similar es el de Robert Feitel. Durante más de 20 años se desempeñó como fiscal en Estados Unidos en casos de narcotráfico. Tras retirarse montó una oficina de abogados que ha tenido como clientes a reconocidos capos colombianos, a quienes ha defendido o ayudado a negociar sus condenas, entre ellos Víctor Patiño Fómeque, alias el Químico. 

Fuentes de la embajada en Bogotá dijeron a SEMANA que algunos de estos funcionarios, especialmente Klapper, lo que hacía como abogada era seguir colaborando con la Justicia al tratar de persuadir a sus clientes  de colaborar o entregarse. Si bien se trata de actividades perfectamente legales para otros, estos son tan solo cuatro ejemplos que ilustran que en Estados Unidos también existe lo que en Colombia se conoce como ‘la puerta giratoria de la Justicia’.