Durante el juicio, Fidel Castro pronunció su famosa frase: “La historia me absolverá”

Desde la celda

Las cartas de Fidel Castro desde la prisión de Los Pinos muestran al joven idealista de 1953 y al futuro dictador

Ann Louise Bardach
19 de agosto de 2006

Fidel castro parece haber despistado a la muerte (¡una vez más!) y celebra su octogésimo cumpleaños. Aunque decretó que la celebración de su onomástico tendrá lugar el 2 de diciembre (quincuagésimo aniversario de su retorno a Cuba desde el exilio), en realidad vino al mundo –pesando 12 libras– el 13 de agosto de 1926 a las 2 de la madrugada en la propiedad familiar situada en Birán.

En 1952, cuando Fulgencio Batista se tomó el poder mediante un golpe militar, Fidel Castro declinó una invitación de unirse al régimen que le extendió Rafael Díaz-Balart, hermano de su esposa Mirta y ministro en el nuevo gobierno. Él tenía ambiciones mucho más grandiosas.

El 26 de julio de 1953 Fidel Castro y su hermano menor Raúl le declararon la guerra a Batista con el audaz asalto al cuartel Moncada en Santiago de Cuba. El ataque resultó un desastre en el cual murieron más de 60 hombres; pero convirtió el nombre de Fidel en una palabra familiar en toda la isla. Él se creció en el transcurso del juicio subsiguiente, durante el cual pronunció la famosa frase de “la historia me absolverá” y fue sentenciado a 15 años de cárcel en la prisión de la Isla de Pinos (en donde pasó menos de dos años).
Castro fue productivo y prolífico en la cárcel. Leía incesantemente y escribió cientos de cartas. Veintiuna de dichas cartas fueron publicadas en Cuba en 1959 en un volumen editado por su amigo y asiduo corresponsal Luis Conte Agüero. (Conte Agüero rompió con Castro poco después y huyó a Miami en 1960).El libro será publicado en inglés en Estados Unidos el año próximo por primera vez con el título Las cartas de Fidel Castro desde la prisión. Los extractos que aparecen a continuación, (...) generan un gran impacto por cuanto revelan simultáneamente al joven revolucionario idealista de 1953 y al despiadado dictador en el cual se convertiría durante el siguiente medio siglo.

El prisionero
Diciembre 12 de 1953.
A Luis Conte Agüero:
Voy a pedirte un favor. Redacta un Manifiesto para el pueblo en concordancia con el contenido de la presente carta. Fírmalo en mi nombre y llévaselo a Mirta. Ella tratará de hacerlo publicar... Hemos decidido que no tendremos Navidad: no tomaremos ni siquiera agua en esa fecha como señal de luto. Haz que se sepa, porque creo que de esta manera el objetivo será más noble y más humano. No tiene sentido que prisioneros como nosotros aspiremos a las alegrías de la Navidad...(..)

El propagandista
Inclusive mientras estuvo tras las rejas, Fidel Castro no perdió la fe en su causa, ni en su capacidad de vengarse de sus enemigos. En esta carta dirigida a Melba Hernández, una de las mujeres que tomaron parte en el asalto al Cuartel Moncada, él se presenta a sí mismo como el heredero del gran nacionalista cubano José Martí.

Abril 17 de 1954.
A Melba Hernández:

Primero: no podemos abandonar la propaganda ni por un instante, porque es el alma de nuestra lucha. La nuestra debe tener su propio estilo y estar a la altura de nuestras circunstancias...

Segundo: debemos coordinar el trabajo entre nuestra gente aquí y la del exterior. Con este propósito, organiza un viaje a México lo antes posible...
Tenemos que reflexionar con cuidado acerca de cualquier proyecto de cooperación con otros, pues de lo contrario simplemente tratarán de aprovecharse de nuestro nombre. “Saber esperar, decía Martí, es el gran secreto del éxito”.

Tercero: mantengamos hacia todos un trato engañosamente suave y una sonrisa. Sigamos la misma estrategia que adoptamos durante el juicio; es decir, defender nuestros puntos de vista sin provocar resentimientos. Ya habrá tiempo más tarde para aplastar las cucarachas todas juntas. No se descompongan ante nada ni ante nadie; después de todo no perdimos el ánimo en los momentos más difíciles.

Un último consejo: cuidado con la envidia. Cuando alguien cuenta con gloria y prestigio como ustedes ahora, los mediocres encontrarán fácilmente motivos o pretextos para sembrar sospechas. Acepten ayuda de todos; pero recuerden que no se puede confiar en nadie.

El Estratega
Junio 19 de 1954.
A Luis Conte Agüero:
Aquí me paso la vida leyendo y practicando el autocontrol. Me siento realmente mejor cuando no leo los periódicos; la politiquería y la obsecuencia que veo por todas partes me producen ataques de ira.

Si alguien ha visto su paciencia puesta a prueba, ese soy yo. Hay ocasiones en que paso horas luchando contra el deseo de explotar, de declararme en huelga de hambre y sin probar bocado hasta que me saquen de aquí o me maten, lo cual no sería para nada imposible. Estoy convencido de que quieren provocarme a toda costa y yo ignoro sus intenciones... Luis, yo pienso que tenemos que organizar, tan pronto como sea posible, una campaña sistemática y creciente contra esta ultrajante situación en la que me encuentro... Este es el momento más favorable psicológicamente debido a una serie de eventos... El Ministro de Gobierno se ha comportado como lo que es: un perfecto afeminado; se ha plegado a todos los caprichos de los militares y se ha dedicado a enriquecerse desvergonzadamente... Recuerda a Catón, quien terminaba siempre sus discursos pidiendo la destrucción de Cartago..

El Esposo Desolado
Con su esposo encarcelado, Mirta aceptó en secreto que su hermano Rafael – viceministro del Interior– le pagara un modesto estipendio a través de su oficina. Cuando dicho arreglo salió a la luz pública, Fidel Castro rehusó creer que era cierto, insistiendo en que Ramón Hermida –el Ministro del Interior– quería manchar su nombre.

A Luis Conte Agüero:
Esta es una maquinación en mi contra: la más infame, más indecente, más vil e intolerable. Mirta es demasiado ecuánime como para haber permitido que la sedujera su familia, aceptando aparecer en la nómina del gobierno, independientemente de su situación económica. Estoy seguro de que ha sido miserablemente calumniada...
Sólo un afeminado como Hermida, en el nivel más bajo de la degeneración sexual recurriría a semejantes métodos, cargados con tan inconcebible indecencia y falta de virilidad. Ahora ya no me cabe duda de que la declaración atribuida a mí acerca de que soy bien tratado ha sido obra suya.

No quiero convertirme en un asesino cuando salga de esta prisión. ¿No tiene honor un prisionero político? ¿Puede un prisionero político ser ofendido de este modo? ¿No tiene un prisionero retar a duelo cuando sale de prisión? ¿Tiene uno que comerse la bilis de la infamia en la impotencia y desesperación del confinamiento?

Estoy dispuesto a retar en duelo a mi cuñado en cualquier momento. Lo que está en juego es el buen nombre de mi mujer y mi propio honor de revolucionario.

El Guerrero
Furioso al descubrir que Mirta en realidad sí había recibido ayuda de su familia, atentando así contra su honor, el señor. Castro demanda el divorcio y orquesta detalladamente una campaña de tierra arrasada para obtener la custodia exclusiva de su hijo, Fidelito, en esta carta dirigia a Lidia, su hermana-media.

Noviembre 29 de 1954.
A Lidia Castro Argota:
Me hace muy feliz que me hables del divorcio y ante todo que me digas que será ejecutado siguiendo estrictamente mis instrucciones. Acerca del niño, me mantengo en mi punto de vista y a la primera oportunidad, inmediatamente después de que se efectúe la demanda, le insistiré a la Corte para que solicite su retorno a Cuba para que atienda el colegio de modo consistente con mi pensamiento...

Me molesta inclusive la idea de que mi hijo duerma una noche más bajo el mismo techo que cobija a mis más despreciables enemigos y que reciba en sus mejillas inocentes los besos de esos miserables Judas. He soportado las agresiones de ellos con la misma fuerza con la cual les exijo reparación; he padecido la injustificable e imperdonable ausencia de mi hijo con la misma resolución con la cual lo rescataré a cualquier costo. Ellos lo saben ¡o por lo menos deberían saberlo! Supongo que saben que para robarme a ese niño tendrán que matarme primero –y ni así–. Pierdo la cabeza cuando pienso en estas cosas.

El Político
En1954, con la opinión pública opuesta al régimen de Batista, surgió un fuerte movimiento por la liberación de los prisioneros políticos. Inclusive Estados Unidos presionó por una amnistía; pero Castro tan solo estaba interesado en uno de sus términos.

Marzo de 1955.
A Luis Conte Agüero:
No estoy interesado en lo más mínimo en hacer cambiar de opinión al régimen para que firme la amnistía; esa no es para nada mi preocupación. En lo que estoy interesado es en demostrar la falsedad de sus posiciones, la insinceridad de sus palabras, la maniobra baja y cobarde que están llevando a cabo contra los hombres que se encuentran encarcelados por oponerse a él.

Han dicho que son generosos porque se sienten fuertes; pero en realidad están llenos de deseos de venganza porque se sienten débiles...

Habrá amnistía cuando haya paz. ¿Con qué autoridad moral pueden hacer semejantes propuestas hombres que han pasado los tres últimos años proclamando que llevaron a cabo el golpe para traer la paz a la República? Así que no hay paz, así que el golpe no trajo la paz...

“La mejor prueba de que no existe dictadura es que no hay presos políticos,” dijeron durante muchos meses; en la actualidad están desbordándose tanto las cárceles como el exilio y por lo tanto ellos no pueden decir que vivimos bajo un régimen democrático y constitucional. Sus propias palabras los condenan.
© The New York Times Syndicate