En menos de diez años, Carlos Palacino, un desconocido corredor de seguros, construyó la empresa más grande de la salud en Colombia. Muchas de sus ideas eran seguidas y copiadas por EPS, hospitales y empresas del sector por su forma de ahorrar costos y ganar dinero. Pocos se atrevían a enfrentarse con él o con Saludcoop, pues podían terminar sin trabajo o arruinados.
La meteórica carrera de este tolimense, que comenzó en 1975 como cobrador de seguros en La Equidad, terminó en 2011 cuando el gobierno decidió intervenir Saludcoop por desviar recursos de la salud. La semana pasada, tras dos años de investigaciones, la Contraloría lo sancionó a él y otros 14 directivos a devolver los 1,4 billones de pesos que habrían desviado de la salud entre 2002 y 2010.
Se trata de una decisión que, en caso de quedar en firme, se convertiría en el juicio fiscal más grande de la historia moderna del país.
¿Cómo hicieron para desviar semejante fortuna y en qué se la gastaron? Las 378 páginas del fallo de la Contraloría permiten reconstruir todas las figuras y movidas que Palacino y su círculo cercano –conformado por María Carolina Lamus, Alberto Castro Cantillo, Javier Mauricio Sabogal, Luis Albeiro Medina, Jaime Chávez y Claudia López Ochoa– crearon o usaron para “apropiarse de manera dolosa y gravemente culposa” de los recursos públicos, y que finalmente, según la Contraloría, contaron con la aprobación u omisión de directivos de la empresa como René Cavanzo, Eugenio Mejía, Gabriel Franco, Ana María Piñeros, José Enrique Corrales, José Tobías Correa, Rubi Hernández y Carlos Antonio Paz.
Además, es claro que Palacino y su equipo tuvieron el soporte de toda una red de empleados, contadores, revisores fiscales, funcionarios públicos, políticos, congresistas, asesores y abogados.
Usando estados contables, actas de la junta directiva y la plata que entraba y salía del grupo, la Contraloría determinó que en 1998 iniciaron los desvíos de los parafiscales. Gracias a la bonanza de la salud y a los buenos resultados de la empresa, Saludcoop tomó la decisión de ampliar su red de oficinas, clínicas y centros médicos.
El problema, como lo indica la entidad de control, es que esto no lo hizo con recursos propios o de sus accionistas, sino dejando, primero, de pagar oportunamente los servicios de salud que le habían facturados los proveedores y, después, apropiándose de una parte de la plata de la salud que entraba a sus arcas y que era registrada como utilidad. Entre 1998 y 2010, Saludcoop, según el fallo, habría desviado 1,05 billones de pesos para construir, ampliar y dotar sus clínicas y hospitales.
A la vez que Palacino y Saludcoop construían su propia red de hospitales y clínicas, con su fachada blanca distintiva, dejaban en el camino a decenas de IPS y personas quebradas. También compraron EPS para tomar una posición dominante en el mercado. En 2001, con autorización de la junta y en asocio con Cafesalud, compraron en Chile la EPS Cruz Blanca.
Dos años después, adquirieron Cafesalud por 25 millones de dólares y la participación que tenía en Esimed, Epsipharma, Epsiclínicas y Promotora las Américas. A estas compras se sumaron inversiones en empresas de salud en Ecuador, México, República Dominicana y Panamá, que hoy son un verdadero fracaso pero que nada le costaron a Saludcoop, pues fueron financiadas por los colombianos.
Al tener un poderoso grupo de EPS con su red de hospitales, Saludcoop empezó –por iniciativa de Palacino– a crear todo tipo de empresas de medicamentos, auditoría contable, diálisis renal, software, ropa, vigilancia, entre otras, que en su mayoría dependían de la EPS para sobrevivir. Y en medio de esa fiesta, hubo plata para todo: patrocinio a equipos y torneos de fútbol, baloncesto y golf, construcción de colegios, compra de carros de alta gama, soporte para construir condominios campestres, entre otros.
Palacino y su equipo realizaron numerosos viajes a encuentros mundiales o regionales de salud, educación y cooperativismo, a cargo de la empresa y que Contraloría considera salieron de la salud. Incluso, en algunos viajes los ejecutivos de la empresa podían ir acompañados por sus cónyuges. Otras veces, según el acta 95 de 2002, la junta le reconoció a Palacino el reembolso del dinero que gastó en llevar a su esposa en su viaje de trabajo a Lisboa (Portugal).
Para la Contraloría, uno de los viajes más polémicos fue el que realizaron los ocho miembros del consejo de administración a un evento a Singapur, por cuenta de Saludcoop. Allí, en el Swiss Hotel The Stamford, Palacino convocó una reunión en donde se decidió adquirir la torre 3 del centro empresarial Paralelo 108, en Bogotá, por 72.000 millones de pesos. Algo que terminó haciéndose.
Según la Contraloría, solo entre 2005 y 2010, se pagaron 6.000 millones de pesos en bonificaciones a los directivos, de los cuales 3.541 millones fueron a parar a un solo bolsillo, el del presidente de Saludcoop, Carlos Palacino. En medio de la crisis y de la incertidumbre derivadas de los controles de la Superintendencia de Salud y las altas deudas, en 2008 un miembro de junta exaltó la labor adelantada por Palacino y propuso una bonificación de tres salarios, que fue aprobada por unanimidad.
Entre otras perlas halladas por la Contraloría está que, frente a la primera investigación que le hizo la Superintendencia de Salud en 2004 y que les prohibió usar recursos de la salud para fines distintos, Palacino le informó a la junta que fue a la oficina del ministro de Salud, en compañía de varios congresistas, para explicar la posición de la entidad frente al informe.
Y para defenderse, la empresa contrató un poderoso equipo de abogados conformado por José Joaquín Bernal, Marcela Monroy, Jaime Lombana, Hernán Jiménez y el actual fiscal general de la Nación, Eduardo Montealegre. Meses después, Palacino le informó a la junta directiva que los abogados externos se reunieron en la Casa de Nariño con el presidente, el ministro de Salud y otros ministros. Al final, según la Contraloría, se diseñó un plan de actividades que terminó por diluir el caso.
La misma superintendencia, siete años después, con otro informe, desencadenó la intervención de la EPS.
En su defensa, Palacino y todos los implicados han dicho que la plata usada no era de la salud, sino que fueron los excedentes y utilidades que quedaron de la operación, algo que estaba permitido por la ley. Sin embargo, la Contraloría determinó que eso no era cierto y determinó que Palacino y su equipo devuelvan 1,4 billones de pesos.
La Procuraduría de la Nación, en marzo pasado sancionó a Palacino –y a 11 directivos más– a una inhabilidad de 18 años para ocupar cargos públicos y a pagar 56 millones de pesos por estafa e incremento injustificado de patrimonio. Desde hace dos años, ambas entidades le han enviado copias de sus hallazgos a la Fiscalía, a la cual han llegado, además, otras denuncias. Un fallo está aún pendiente.