DONDE ESTAN

Un buen número de soldados y policías retenidos por las Farc estarían escondidos en túneles construidos en la selva del sur del país.

28 de septiembre de 1998

En agosto de 1989, un año antes de su muerte, Jacobo Arenas, el máximo ideólogo de las Farc, recibió desde Europa un ejemplar del libro La guerra de los túneles, escrito por un general vietnamita que jugó un papel determinante en el descalabro de Estados Unidos en la legendaria guerra del Vietnam hace tres décadas. De inmediato el jefe guerrillero envió el escrito a Bogotá, donde enlaces de la organización lo tradujeron del inglés. Desde entonces Arenas insistió en la importancia estratégica de construir túneles en la profundidad de la selva para engañar al Ejército. "En las conferencias que dictaba en el cuartel de las Farc en La Uribe, él se refería al libro como la biblia de la guerra irregular moderna, la cual debía ser adaptada al modelo colombiano", dijo una fuente que conoce de cerca a esa organización.
Parece que el manual sí fue adoptado internamente por las Farc, porque en 1993, cuatro años más tarde _después de la muerte de Jacobo Arenas y con el secretariado de las Farc huyendo por el sur del país_, el Ejército localizó un complejo subterráneo construido al sur de San Vicente del Caguán. La operación fue realizada por el Comando Especial de Contraguerrillas, que por aquel entonces tenía por jefe al general Jorge Enrique Mora, actual comandante del Ejército. En ese lugar las patrullas hallaron excavaciones técnicamente hechas en las que podían habitar numerosas personas durante varias semanas. La localización de los túneles fue interpretada en esa época como una ingeniosa táctica guerrillera para ocultarse, pero los expertos no le dieron mayor alcance estratégico. Tampoco fue calificada como creíble la versión de algunos campesinos que aseguraban haber visto túneles construidos por guerrilleros en las selvas del Guaviare.
Desde el episodio de los 61 soldados secuestrados por las Farc en la toma de la base de Las Delicias, en 1996, los investigadores siempre se hicieron la misma pregunta: ¿Dónde se pueden tener ocultos tantos militares? La respuesta en ese entonces fue que no era difícil pues la inmensidad de la selva facilitaba la permanencia de los soldados sin que fueran descubiertos. Finalmente, cuando los uniformados regresaron a sus casas tras la desmilitarización de cinco municipios, nadie logró establecer los lugares reales donde permanecieron escondidos por cerca de 14 meses.
Esa misma pregunta sobre el paradero de los desaparecidos cobra más fuerza ahora, pues 249 hombres equivalen a una cuarta parte de un batallón del Ejército. En poder de las Farc se encuentran 237 militares y policías, que fueron retenidos luego de las incursiones subversivas en Patascoy, Caguán, La Uribe, Pavarandó, Miraflores y Vichada, ocurridas entre diciembre de 1997 y agosto pasado. El ELN, que con el secuestro de uniformados parece haber cambiado de estrategia, secuestró a seis policías en Tibú, Norte de Santander y a seis más en San Carlos, Antioquia.

Rumbo a Ecuador
Según estableció SEMANA, luego de su secuestro los miembros de las Fuerzas Armadas fueron divididos en pequeños grupos y entregados a los frentes guerrilleros que operan en las respectivas regiones. Así, los 18 soldados de Patascoy estarían en manos de los frentes 48 y 32. Estos militares, según las fuentes, se encontrarían en las selvas del norte de Ecuador, en la frontera con Colombia, (ver mapa). De ser esto cierto sería la segunda vez _la primera fue en Las Delicias_ en que las Farc internan a secuestrados en territorio ecuatoriano. Aunque de manera reservada y no oficial, las autoridades de Colombia ya han empezado a intercambiar información de inteligencia con el país vecino.
Los 64 soldados retenidos en El Caguán habrían sido repartidos entre los frentes 49, 60, 61, 3, 14, y 15. Una docena de ellos estarían en otro inhóspito paraje ecuatoriano hacia la frontera con el Perú. Así mismo, las fuentes consultadas indicaron que los 129 militares y policías retenidos por las Farc tras el asalto a la base de Miraflores se encontrarían bajo las órdenes de los frentes Juan José Rondón, 1, 7 y 49. De acuerdo con la información obtenida por SEMANA, los uniformados han sido movilizados muy lentamente y aún se encuentran en lugares selváticos relativamente cercanos a la base arrasada. Sabemos que el avance no ha sido rápido ni fácil porque varios de los muchachos todavía están aturdidos por las bombas que les lanzaron esa noche", dijo el coronel Leonardo Gallego, director Antinarcóticos de la Policía.
Igualmente, los 12 soldados retenidos en Pavarandó, los ocho de La Uribe, los seis de Vichada, los seis de Tibú y los seis de San Carlos estarían en manos de los frentes 5, 58, 26 y 16 de las Farc y las columnas Carlos Alirio Buitrago y Carlos Armando Cacua del ELN, respectivamente.
De acuerdo con las pesquisas adelantadas hasta ahora, la mayor parte de los retenidos se hallan instalados en campamentos provisionales construidos en plena selva. De allí los militares y los policías son movilizados continuamente, pero casi siempre girando en círculo. "El asunto es muy complejo porque muchas veces son detectados los grupos que huyen a través de la manigua. Sin embargo, cuando se envían las patrullas, basta con que la columna que lleva a nuestros hombres se muevan unos 250 metros para perderlos por completo", reveló la fuente. Lo cierto es que los frentes reunidos en los bloques sur y oriental de las Farc _que ejecutaron los ataques a Patascoy, Miraflores, Caguán, Uribe y Vichada_ tienen bajo su responsabilidad a los militares y policías retenidos.

En tuneles
Sin embargo ahora, tras la retención de un número tan elevado de miembros de la fuerza pública en manos de los insurgentes, pero especialmente de las Farc, los organismos de seguridad empiezan a ver con otros ojos el asunto de los túneles. Ya no les parece tan descabellado a los investigadores pensar que, en efecto, en la tupida selva del sur del país los insurgentes hayan construido pasadizos subterráneos para esconder a sus rehenes por largo tiempo. Según varias fuentes, al menos 40 soldados _la mayor parte de los secuestrados en el Caguán_ se encuentran hoy en esta situación en el oriente del Caquetá. De acuerdo con los informantes, no se trataría de la réplica de las inhumanas celdas subterráneas construidas en la guerra de Vietnam, sino una versión criolla de unas construcciones hechas para resistir los embates de las tropas. Las construcciones bajo tierra halladas hasta ahora llenan todos los requisitos técnicos y es evidente la participación de profesionales.
Para las Farc no es nada fácil vigilar y alimentar a un grupo tan grande de rehenes. Según las averiguaciones de SEMANA, los frentes guerrilleros que tienen soldados bajo su custodia recibieron la orden de destinar al menos dos hombres para vigilar a cada secuestrado. Con el fin de evitar que secuestrado y secuestrador entren en confianza, los grupos encargados de la seguridad son relevados cada dos semanas. Esto significa que más de 400 guerrilleros _el equivalente a cuatro frentes completos_ están hoy inactivos.
Pero más allá del aparato logístico que implica cuidar a 237 soldados y policías, las Farc deben destinar buena parte de sus ingresos para tener bien alimentados a sus rehenes. De acuerdo con cifras obtenidas por SEMANA en fuentes de la organización, el desayuno, el almuerzo y la comida de cada soldado o policía le cuesta diariamente a las Farc cerca de 2.000 pesos. Es decir, solamente en los gastos de alimentación, gastan cada día medio millón de pesos, o sea, unos 16 millones de pesos al mes.
Con este panorama, las probabilidades de que el Ejército o la Policía rescaten a sus hombres son muy remotas pues los alzados en armas han logrado montar un eficiente esquema que les permite movilizarse con sus rehenes sin ponerlos en peligro. El episodio de Las Delicias parece haber sido un ejercicio en el cual las Farc aprendieron dos cosas: cómo desprestigiar al Ejército y cómo presionar al gobierno. Al fin y al cabo el secretariado de las Farc sabe que el proceso de liberación de los soldados y policías puede ser indefinido y que mantener la integridad de los retenidos puede costarle mucho dinero. Pero 'Tirofijo' y sus hombres tienen claro que con la estrategia de secuestrar masivamente a miembros de la fuerza pública están haciendo una inversión rentable a muy largo plazo. Las Farc están jugando a que el que se desgaste en este proceso sea el gobierno de Andrés Pastrana y no ellas.
La estrategia trazada en el octavo pleno de las Farc, realizado en octubre de 1997 en los Llanos del Yarí y que consiste en secuestrar soldados y policías para canjearlos por guerrilleros que están tras las rejas, tiene como fin último la obtención del estatus de fuerza beligerante y el cambio de denominación de grupo narcoterrorista por ejército insurgente. 'Tirofijo' tiene en su poder un botín muy grande y sabe que lo puede utilizar como quiera.