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El balance del primer Santos

El primer gobierno de Santos se lució en la economía y vivienda, se destacó en reducción de la pobreza y quedó pendiente en paz, infraestructura y Justicia.

9 de agosto de 2014
Una de las banderas del primer gobierno fue la construcción de vivienda popular. Santos prometió 100.000 casas gratis y logró entregar 62.000.

Con la reelección inme-diata el periodo presidencial de Colombia pasó en la práctica de cuatro años a un mandato de ocho años con un examen parcial en la mitad. El pasado 15 de junio Juan Manuel Santos superó la más dura de esas metas volantes: ganar la confianza de la mayoría de los colombianos en las urnas para continuar con su gobierno. Esa victoria electoral le dio automáticamente al primer mandatario una aprobación general a su desempeño durante los últimos cuatro años.

No obstante, el triunfo santista en la segunda vuelta se debe más a la apuesta de los electores al éxito del proceso de paz que a su satisfacción con la gestión presidencial. De hecho, la campaña de 2014 terminó convertida en un plebiscito sobre la Mesa de diálogos en La Habana entre un pacifismo santista y un guerrerismo uribista. Si bien en cuatro años la Casa de Nariño hizo varios intentos de posicionar dentro de los colombianos varios sellos de su gobierno como las locomotoras o la “prosperidad”, el de la ilusión de paz tapó a los demás.

A pesar de lo anterior la primera administración de Santos fue mucho más que la Mesa de diálogos con las Farc. Una mirada más cercana a los logros del gobierno refleja una realidad más compleja con áreas exitosas, materias pendientes, reformas incompletas y temas rezagados.


Un buen momento

El desempeño económico es uno de los balances más destacados del gobierno. Los indicadores lo respaldan y tres de las agencias calificadoras de riesgo más importantes del mundo mejoraron la calificación del país. Con un crecimiento anual que en promedio supera el 4 por ciento del PIB, la inflación controlada, tasas de desempleo de un dígito y la inversión extranjera con máximos históricos de 17.000 millones de dólares, la Casa de Nariño entrega resultados muy favorables.

Esa dinámica macroeconomía se acompaña con la creación de unos 2,6 millones de empleos durante el cuatrienio. La lucha contra la pobreza extrema es otro de los logros de Santos: a la conformación de una agencia especializada (Anspe) se suma la notoria reducción del porcentaje de la gente en esas circunstancias. Más de 2,5 millones de colombianos salieron de la pobreza en estos cuatro años y conforman el corazón del legado social de Santos.

El balance social del gobierno incluye así mismo una apuesta por construir vivienda popular. En abril de 2012 la Casa de Nariño lanzó un programa que entregaría 100.000 casas nuevas y gratis a los colombianos más pobres. Si bien la ambiciosa meta finalmente no se cumplió, las 62.000 unidades terminadas convirtieron esta iniciativa en una de las banderas más reconocidas durante la reelección. Esta ‘locomotora’ fue la más dinámica y la que produjo resultados más tangibles. De hecho, el manejo de la vivienda social es una de las áreas de la administración que los colombianos califican más positivamente y le reconocen al mandatario.

Una de las leyes más trascendentales que se aprobaron durante el primer periodo de Santos es la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras. El gobierno buscó saldar una “deuda histórica” con los más de 6 millones de colombianos golpeados por las décadas de conflicto armado. Tras la entrada en vigencia de la histórica legislación, el montaje del aparato administrativo tomó su tiempo ante la inmensa magnitud de la tarea asignada.

Hasta mayo pasado se contabilizan 5,7 millones de personas víctimas de desplazamiento en el Registro Único y han sido indemnizadas 388.000. En cuanto a la restitución de tierras el desafío es similar: aunque se reclaman en total unas 64.000 solicitudes que cubren más de 3,5 millones de hectáreas, solo han finalizado el proceso alrededor de unas 30.000 hectáreas en 1.300 sentencias. En titulación el gobierno reporta más de 2 millones de hectáreas. Aunque se destaca la voluntad política, en este tema falta mucho por hacer.


Las tareas pendientes

La institucionalidad de las tierras y las víctimas no fue la única que sufrió cambios de diseño en el primer cuatrienio santista. En materia de infraestructura y competitividad el gobierno desplegó una “transformación institucional importante”, enfocada a mejorar la planeación y la estructuración de los megaproyectos y que incluyen la Ley de Alianzas Público Privadas, la Ley de Infraestructura y las concesiones viales de cuarta generación 4G. En esos cuatro años Santos construyó 610 kilómetros de doble calzada frente a una meta cercana a los 1.000 kilómetros nuevos de este tipo de carreteras. Se avanzó pero fue muy insuficiente frente al ritmo que necesita el país para que empiece a ser competitivo. La Casa de Nariño cuenta en esta segunda administración con el tiempo suficiente para traducir el esfuerzo institucional de la Agencia Nacional de Infraestructura y del Ministerio de Transporte en la entrega efectiva de las autopistas y demás obras pendientes.

En otras áreas del gobierno la calificación de “pendiente” se debe más a falencias de tipo político que a la ausencia de resultados. Un ejemplo es la educación. Hace tres años Santos hizo una apuesta fallida a un proyecto de reforma universitaria, rechazada masivamente por el movimiento estudiantil. Esto debilitó políticamente a la ministra del sector, María Fernanda Campo. No obstante, el gobierno reglamentó desde 2012 la gratuidad educativa para todos los niños y adolescentes, creó 490.000 nuevos cupos en educación superior y aumentó de 35 por ciento a 46 por ciento su cobertura.

Para los sectores de la salud y de la Justicia las fallas de tipo político se repiten. La fallida reforma a la rama judicial, por la cual la opinión pública castigó al gobierno, el Congreso y las altas cortes, y el retiro del proyecto de ley sobre la salud proyectan una larga sombra en sus respectivos balances de gestión. En el primer cuatrienio la cobertura de aseguramiento de la población nacional pasó de 92 por ciento a 96 por ciento, actualizó dos veces el POS y hoy se ejerce control a los precios de 864 medicamentos.


Paz y seguridad

El sello más importante de la primera administración de Santos fue indudablemente el proceso de paz con las Farc. La Mesa de conversaciones de La Habana no solo marcó la segunda mitad del gobierno sino también se convirtió en el tema alrededor del cual giró la campaña presidencial de este año. Los avances logrados por la Casa de Nariño con esta guerrilla son considerados históricos y cubren tres de los cinco puntos de la agenda: el agro, la participación política y el narcotráfico.

El diálogo se ha dado en medio del conflicto y la política de seguridad ha continuado. El gobierno ha neutralizado 54 jefes de las Farc, 17 del ELN y desarticulado cuatro bandas criminales. Sin embargo, los ataques a la población civil y los atentados contra la infraestructura no ceden. A medida que siga el proceso de paz, los ojos continuarán puestos sobre los indicadores de seguridad y la capacidad de las Fuerzas Militares de responder a las escaladas guerrilleras. Si bien es prematuro calificar la mesa de diálogos con un “pendiente”, para los colombianos es una tarea en construcción y prioridad para Santos II.

En la segunda mitad del cuatrienio a la Casa de Nariño se le dificultó comunicar sus logros a la opinión pública. Con excepción de la paz, y en menos grado las casas gratis, no fue fácil para los electores identificar resultados específicos de Santos durante la campaña electoral. Las altas expectativas en sectores como víctimas y tierras, la lentitud en la ejecución de la infraestructura y los líos políticos en educación y salud impidieron un mejor conocimiento de los avances en esas áreas. Al gobierno le terminó yendo mejor que al presidente como líder.