Cuando la ejemplar María del Pilar Hurtado llegó en el 2007 a la dirección del maltrecho Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) con la misión de depurar y organizar una vieja institución en medio del escándalo por oscuros vínculos de sus funcionarios -incluso de alto nivel- con narcotraficantes y paramilitares, nadie podía imaginar que la verdadera hecatombe estaba por venir.
“Desde hace rato estamos en un proceso para saber qué tipo de infiltración hay, buscando un compromiso de los funcionarios, la confianza de los ciudadanos y de nosotros mismos”, fueron las palabras de la flamante y preparadísima funcionaria encargada por el presidente Álvaro Uribe para asumir las riendas del organismo de seguridad e inteligencia.
Por primera vez en 53 años de historia una mujer llegaba a la dirección del Departamento y tenía excelentes credenciales para asumir el reto: abogada de la Universidad de los Andes especializada en Negociación y Relaciones Internacionales, con más de 15 años de labores en la administración pública y con estudios en el exterior. En cuanto a sus competencias específicas para el cargo, fue secretaria general del Ministerio de Defensa y, además, en el 2005 asumió la subdireccción del DAS.
Toda esta estantería se vino al suelo cuando María del Pilar, según testificaron sus subalternos, ordenó hacer seguimientos a opositores del gobierno, lo mismo que a periodistas que investigaban a fondo lo que les olía mal en la Casa de Nariño, todo sin orden judicial. También, a juzgar por decenas de declaraciones de exfuncionarios del DAS, hoy tras las rejas, hubo órdenes expresas de perseguir a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia.
La directora salió del cargo el 23 de octubre del 2008, poco antes de que SEMANA revelara el escándalo de las ‘chuzadas’ o interceptaciones telefónicas ilegales, al que muchos en ese momento no dieron credibilidad. Desde entonces, María del Pilar se dedicó a consultar abogados, pasar por las salas de redacción, hablar con analistas. A todos les decía que había una persecución en su contra y que ella era totalmente inocente.
Hasta que el 19 de noviembre del 2010, después de haber solicitado asilo territorial a Panamá, el gobierno de ese país se lo otorgó. Mientras ella se refugió en el vecino país y en Colombia se pedía a gritos que ella respondiera por sus culpas, su antiguo jefe, el expresidente Uribe, la defendía. María del Pilar, contra viento y marea, logró mantenerse en el vecino país protegida por el pasado gobierno de Ricardo Martinelli.
Mientras estuvo allá la Corte Suprema adelantó un juicio en su contra, así como también contra el entonces secretario general de la Presidencia Bernardo Moreno. A ella se le procesó por los delitos concierto para delinquir agravado, peculado por apropiación, falsedad ideológica en documento público, violación ilícita de comunicaciones agravada y abuso de función pública. Todas las etapas de juicio fueron agotadas y se está a la espera del fallo final. (Lea:
así fue la conspiración)
María del Pilar seguía refugiada en Panamá. Hasta el viernes pasado, cuando la Interpol decidió expedir una orden de captura internacional en su contra. “Se busca por las autoridades judiciales de Colombia para enjuiciamiento. Para cumplir una sentencia”. Así dice el documento que muestra una fotografía y reseña que María del Pilar, tiene 51 años de edad y 1,58 metros de estatura.
No había opción. La exdirectora del DAS decidió entregarse. Para ello pidió que fuera el propio director del CTI quien viajara hasta Panamá para protocolizar su entrega. Esta se hizo muy rápido y el sábado en la madrugada ya estaba en una celda del búnker de la Fiscalía. Un magistrado, horas más tarde, legalizaba su captura, mientras su abogado pedía condiciones especiales de reclusión. (Lea:
Hurtado pasa su primera noche tras las rejas)
Mientras tanto, las redes sociales estallaban. Muchos advertían que había llegado el momento de que María del Pilar cuente lo que sabe de las irregularidades cometidas en el DAS. Otros creen que ahora salpicará al expresidente Uribe y a quienes conocieron de esas anomalías y que aún no han sido tocados por la ley. Eso está por verse. Ella como siempre, guarda silencio.
Así va, por ahora, la novela judicial de una de las más preparadas funcionarias que llegaron al gobierno Uribe. Una profesional sobre la que hoy recaen todas las miradas por haber sido la protagonista principal de una de los escándalos más grandes de Colombia: las ‘chuzadas’.