ENTREVISTA
“Halloween no es más que un culto al diablo”: Marco Fidel Ramírez
El ‘concejal de la familia’, Marco Fidel Ramírez, planteó prohibir la “noche de las brujas” en Bogotá.
Semana.com: ¿Cómo califica la fiesta de Halloween que se celebra este jueves?
Marco Fidel Ramírez: Es un culto a la muerte, al demonio, a las brujas, a los fantasmas, a los adivinos, esa celebración induce a los niños y a las niñas al satanismo y a la brujería. Los que verdaderamente celebran son los comerciantes gracias a la ingenuidad de los padres.
Semana.com: ¿Hasta dónde piensa llegar para que esa propuesta de prohibir el Halloween se haga realidad?
M. F. R.: Lo primero que he hecho es manifestarme. Los concejales ejercemos control político, nos manifestamos a la ciudad y reflejamos el sentir de los bogotanos. Le solicité a la administración que esa fiesta debería estar vetada.
Semana.com: ¿No hay algo menos duro que plantear la prohibición?
M. F. R.: Es que el peligro que enfrentan los niños de ser secuestrados, envenenados e influidos por personas que realmente no les conviene es inminente. No tiene presentación que ellos se expongan en el marco de una fiesta que los destruye espiritual y emocionalmente. En la ciudad se debería prohibir esta fiesta satánica.
Semana.com: Pero en centros comerciales, calles, parques no es frecuente un hecho delictivo solo por usar disfraces, ¿o sí?
M. F. R.: Todos sabemos que esa fiesta es utilizada solamente para fomentar los ritos satánicos en la ciudad. La decoración de calaveras, esqueletos, brujas; no son más que un culto abierto al satanismo, a la brujería y al ocultismo pero lo disfrazan de recreación, no es más que una manifestación de culto al diablo. Que no les conviene a los niños.
Semana.com: Y si los niños, quienes pareciera que son los que más disfrutan de estas fiestas, van acompañados de sus padres, ¿no le da algo de tranquilidad?
M. F. R.: Independientemente de con quién, cuándo y cómo la parafernalia y la idea en general de esta fiesta induce a la sociedad a estas prácticas ocultistas. Es una vulgar promoción de la brujería.
Semana.com: En Twitter no cayó muy bien su propuesta. ¿Lo atacan mucho por esa red social?
M. F. R.: En Twitter me puedo expresar libremente y directamente con los miles de seguidores que aprecian lo que escribo sobre la vida y la familia y los valores. Pero otros todo el tiempo me atacan, lamentablemente los miembros de la comunidad de la diversidad sexual no tienen recursos diferentes a los insultos, agresiones y como ya ocurrió amenazas de muerte. Al concejal de la familia no lo van a callar.
Semana.com: Cambiando de tema, pero siguiendo en la ciudad, ¿usted cree que el procurador Ordóñez va a destituir al alcalde Petro?
M. F. R.: Yo no sé si el procurador general de la Nación lo va a destituir, lo que sí sé es que el alcalde abandonó las armas de la subversión pero no ha abandonado la mentalidad subversiva en el ejercicio del gobierno. El alcalde no está por encima de la ley y es su obligación respetar a los entes de control y a las autoridades. Petro no se quiere ir pero tampoco se puede quedar; los bogotanos no lo queremos como alcalde.
Semana.com: ¿Qué significa eso de que el alcalde no ha abandonado su “mentalidad subversiva”?
M. F. R.: Que el alcalde, en su condición, cree que puede violar la ley. Yo sí creo que el alcalde sea la persona más perseguida de Colombia… ¡Pero por sus propios cargos de conciencia!
Semana.com: ¿Una eventual destitución del alcalde de la capital es sana, beneficiosa para la democracia?
M. F. R.: Lo más sano para la ciudad es que el alcalde Petro se vaya lo más pronto posible. Él debería enfrentar valientemente la opción de la revocatoria pero como buen representante de la izquierda recalcitrante y fanática ha determinado amarrarse al poder con patas y manos.
Semana.com: ¿Usted va a celebrar si se da la destitución del alcalde Gustavo Petro?
M. F. R.: Yo no voy a celebrar la desgracia de nadie. Lo que creo es que los ocho millones de bogotanos no merecemos semejante desgracia como la Alcaldía del doctor Gustavo Petro y el gobierno de los que llama ‘Progresistas’. Bogotá se dirige de la mano del doctor Petro a una peligrosa dictadura de la diversidad sexual y a un desastre institucional inconmensurable.