BOGOTÁ

“El Cartel de la contratación”: el libro de investigación narrativa

El periodista Felipe Romero presentó su libro “El Cartel de la contratación” el cual revela los secretos de la corrupción en Bogotá.

28 de noviembre de 2013
. | Foto: Cortesía editorial.

El libro el “Cartel de la contratación” escrito por el periodista Felipe Romero y editado por el profesor de maestría de Escrituras Creativas de la Universidad Nacional Alfonso Carvajal, cuenta la historia desde sus orígenes de ese penoso episodio de corrupción en la contratación de obras públicas que se vivió en Bogotá y otras ciudades.

Este libro combina la investigación y el relato en forma literaria, Carvajal sostiene que esta es “una investigación bien narrada (…) no queríamos solo entregar datos fríos”.   

En las 320 páginas publicadas por la editorial Ediciones B, los lectores profundizarán sobre la historia del cartel de la contratación que se vivió desde la alcaldía de Luis Eduardo Garzón. Por considerarlo de importancia para los lectores Semana.com se publica uno de sus capítulos.  

Un cuento chino

El 5 de febrero de 2008, Barranquilla, como es costumbre desde hace ciento cuarenta y ocho años, celebraba eufórica sus fiestas. Era martes de carnaval, el último de cuatro días de danzas, comparsas, máscaras, disfraces y sobretodo mucho licor. La ciudad seguía enloquecida, extasiada, estaba más rumbera que en cualquier otra época del año. Cerca de un millón de personas entre barranquilleros y visitantes permanecían hipnotizados al ritmo de 15 mil artistas.

Ese día no hubo un solo barranquillero que no pensara en otra cosa que no fuera llorar a “Joselito Carnaval”. Lo sacro y lo profano se fundieron en una orgía de placer, lujuria y bullicio. El follón, como todos los años, fue tremendo para despedir al símbolo del Carnaval de Barranquilla, declarado patrimonio oral e intangible de la humanidad por la Unesco en noviembre de 2003. En el célebre y rumbero sector conocido como “Barrio abajo”, cientos de cuerpos bailoteaban alborotados. Entre marimondas, calaveras y grupos de millo, se abrían paso las viudas de José, con voces roncas y en tono melancólico le hablaban al cadáver.

—Ay mi José por qué te fuiste —los gritos lastimeros de un puñado de desconsoladas se perdían entre el jaleo. —Ay José, ay José —pregonaba otra viuda melancólica que también acompañaba el cuerpo del responsable de su dicha y desgracia. Setenta y dos horas antes lo habían probado, disfrutado. Ahora el calor de su cuerpo se había ido para siempre. A un paso lento y sollozante, las mujeres no se separaban del cuerpo de su José que yacía tieso en su improvisado disfraz de madera y cartón. Hubo júbilo mezclado con gritos y lloriqueos, el ambiente estuvo permeado por un dolor emborrachador. Hubo alboroto y llanto, mucho llanto. Se trataba de más de cien mujeres que recién habían enviudado, ojerosas de tanto llorar a Joselito. A lado y lado de la calle miles de espectadores disfrutaban de la carnavalesca escena.

El hombre permanecía frío, era lo único helado en medio de un mar de cuerpos danzantes, sudorosos, de pieles tostadas por un sol penetrante. El asfalto ardiente daba la sensación de hacer derretir los pies de los eufóricos caminantes que desfilaban a un ritmo enloquecedor para cualquier mortal ajeno a la juerga típica de los carnavales de Barranquilla.

La muerte también danzó más de una vez junto a la reina del carnaval, Angie de la Cruz Yepes y junto a otros cientos de costeños. De sus humanidades brotaba un sudor ligero, agua alcoholizada, trasnochada, que en un abrir y cerrar de ojos se evaporaba a más de 38 grados de temperatura para dar paso a más secreciones.

Ambiente de contrastes, del dolor del último adiós a la dicha en un santiamén. Ahí venía, no era solo uno, ni dos, fueron muchos cortejos fúnebres los que pasaron ante los ojos de los cientos de miles de curiosos. Joselito Carnaval, luego de tres días de rumba intensa disfrazada de lujuria y desorden, se había ido y con él los carnavales.

En medio de las viudas también se abrió paso un cuerpo cadavérico que traía colgado sobre su pecho un letrero escrito a mano en vinilo blanco que contrastaba con su vestido de luto. “De la tumba a la rumba” leyó todo aquel que asistió a la despedida de Joselito. Atrás del tumulto de desconsolados y plañideras venía el cura tratando de tranquilizar a otra viuda afligida por la partida de su hombre. —Ay mi ñeñé, por qué te fuiste mi ñeñé —gritaba la mujer.

El sacerdote calmó su sed con un trago largo de ron que le brindó su acompañante, las últimas gotas de alcohol alcanzaron a salirse de su boca y deslizarse por su cuello hasta caer en su sotana. Luego tomó aliento para rezar a Joselito por última vez en letanía: —Joselito se murió, yo digo la realidad: a los hombres enviudó y a las mujeres dejó preñadas.

El acto al que asisten los barranquilleros cada año, veinticuatro horas antes de que iniciara la cuaresma, no es más que la dicotomía entre la muerte y la vida. Ese martes, mientras todos lloraban a Joselito camino a la Plazoleta la María, a sólo cinco calles de allí, en la sede administrativa de Transmetro, nombre del Sistema Masivo de Transporte de Barranquilla, unas pocas personas, muchos de ellos abogados, quizás los únicos ajenos a la parranda de la ciudad asistían a otro festín.

La administración del entonces alcalde Alejandro Char se prestaba a adjudicar el contrato para manejar el sistema de recaudo del Transmetro en la ciudad por un valor que, según los cálculos de la alcaldía de Barranquilla, superaría el billón de pesos. Transmetro, el equivalente al sistema Transmilenio de Bogotá, en sus inicios fue un proyecto calculado por un documento Conpes (Consejo Nacional de Política Económica y Social) del Departamento Nacional de Planeación para el año 2001 en 365 mil millones de pesos. Cuatro años más tarde, en 2005 durante el primer gobierno del Presidente Álvaro Uribe Vélez otro documento Conpes hizo un ajuste al presupuesto, esta vez el proyecto se calculó en 561 mil millones de pesos.

La audiencia de adjudicación comenzó una vez el reloj marcó las doce del mediodía. Afuera del recinto se alcanzaba a escuchar el alboroto de la multitud que iba camino a enterrar a Joselito Carnaval, pero adentro el ambiente era otro, los proponentes y los técnicos encargados de decidir sobre la licitación discutían los alegatos de varios inconformes. Uno de los abogados presentes en el auditorio advirtió al viceministro de Transporte Gabriel García y al gerente de Transmetro Álvaro Osorio que las características de las evaluaciones técnicas de la licitación parecían estar diseñadas para uno solo de los proponentes. En eso se gastaron las siguientes tres horas.

Pasadas las tres de la tarde, mientras toda Barranquilla lloraba el entierro de Joselito Carnaval, Álvaro Osorio dio el veredicto final. —En mi calidad de gerente de Transmetro S.A. declaro a Recaudos SIT Barranquilla ganador de la licitación.

El consorcio ganador estalló de felicidad, hubo aplausos y hasta foto con el viceministro para inmortalizar el glorioso momento de la promesa de sociedad futura Recaudos SIT Barranquilla, la cual estaba integrada por Bitácora Soluciones una de las cinco empresas matrices del grupo Nule.

La empresa fue constituida en 1999 y los registros de la Cámara de Comercio, que la muestran ahora en liquidación, señalan que sus socios eran Manuel Nule Velilla, Miguel Nule Velilla y Guido Nule Mariño. Una vez más los Nule sumaban un contrato público a su exitoso historial empresarial, esta vez con varias particularidades que muy pronto fueron denunciadas.

Una de ellas fue que el multimillonario contrato para administrar el sistema de recaudo de Transmetro en Barranquilla entregado al grupo Nule se adjudicó durante la alcaldía de Alejandro Char Chaljub quien también fungía como presidente de la junta directiva de Transmetro. También que el exalcalde Char está casado con Kathia Nule Mariño, hermana de Guido Nule Mariño, poniendo en evidencia el estrecho lazo entre las familias Char y Nule.

Pero por encima de la cercanía familiar entre el entonces alcalde de Barranquilla y los primos Nule, ganadores de uno de los contratos más grandes en la historia de la capital del Atlántico, estuvo la forma en cómo los Nule lograron quedarse con la licitación. Miguel Nule, encargado en el grupo de las licitaciones y de realizar los contactos comerciales para lograr capturar los mejores socios y así convencerlos de que se aliaran con ellos para presentarse a cuanta licitación sacaba el gobierno de turno, buscó en China, exactamente en la ciudad de Wenzhou, una empresa que le garantizara la experiencia en manejo de recaudos en sistemas de transporte masivo, necesaria para obtener el puntaje más alto en la evaluación técnica y así ir a la fija con el contrato.

La alianza se hizo con la firma Tienjin IC Card. Miguel Nule regresó a Colombia y una vez se abrió el proceso licitatorio en Barranquilla se presentaron como Recaudos SIT. La evaluación técnica de la licitación dio como resultado que el consorcio en el que participó el grupo Nule tuvo un puntaje de 1000 puntos.

Con ese resultado superaron por 70 puntos a la firma coreana EB Corporation y se convirtieron en los ganadores del recaudo de los pasajes del Transmetro, contrato extrañamente adjudicado un martes de carnaval en el que mientras los barranquilleros enterraban a Joselito, las directivas de Transmetro y la administración del alcalde Alejandro Char le abrieron las puertas a los consorcios perdedores para hundir a la ciudad de Barranquilla en un mar de demandas.

La primera de ellas fue presentada por un monto inicial cercano a los 150 millones de dólares. A los pocos días de haber terminado la versión 143 del Carnaval de Barranquilla, en el Juzgado Primero Administrativo de la ciudad el Instituto Colombiano de Contratación Estatal y Servicios de Colombia demandó a Transmetro S.A.

El Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía inició una investigación para determinar si hubo o no irregularidades en la adjudicación del sistema de recaudo de Transmetro. El resultado de las pesquisas judiciales determinó que el ganador del contrato debió haber sido la firma Coreana EB Corportion y no Recaudos SIT Barranquilla en el que participó el grupo Nule.

La investigación también reveló que la experiencia que acreditaron los Nule a través de la empresa China Tienjin IC Card en la ciudad de Wenzhou era falsa. El CTI logró determinar que la única relación de la firma Tienjin IC Card con la municipalidad de Wenzhou era venta de tecnología y no el manejo del recaudo del sistema de transporte en la ciudad china.

Las misma Dirección de Rutas y Transporte de Wenzhou confirmó que por ley ellos son los únicos que manejan el cobro de los tiquetes del metro en esa ciudad. Así las cosas, el CTI de la Fiscalía bajo la dirección en ese entonces de Sonia García concluyó que Recaudos SIT Barranquilla en cabeza del grupo Nule falsificó la experiencia que acreditó para participar en la licitación.

Cinco años después, la inversión al sistema Transmetro se calcula en un billón doscientos mil millones de pesos. Es decir, cuatro veces más de lo que valía inicialmente. En la ciudad los barranquilleros deben cargar con el karma de un sistema de transporte insuficiente, con estaciones que no se han construido como el Portal Barranquillita donde debería existir un patio garaje para los buses articulados. Mientras se hace la obra los buses deben ser guardados en otro parqueadero. Por esto los barranquilleros han pagado según denuncias de algunos concejales de la ciudad más de 11 mil millones de pesos.

Muchos de los buses transitan vacíos por la falta de planeación de rutas que deberían llegar a donde se presenta la mayor demanda de usuarios. Esta situación de pasajeros fantasmas le representa al distrito un déficit calculado en 180 mil millones de pesos. El 13 de septiembre de 2010 el alcalde Alejandro Char Chaljub, cuñado de Guido Nule fue denunciado por los presuntos delitos de peculado, celebración indebida de contratos sin cumplimiento de requisitos legales y prevaricato por acción. Pero la realidad es que el proceso duerme en los archivos tanto de la Fiscalía como de la Procuraduría.

El próximo año, Barranquilla volverá a llorar la muerte de Joselito Carnaval y más de un barranquillero recordará, que un día como ese pero de 2008, mientras la ciudad estaba ocupada, bailando, los primos Nule a punta de puro cuento chino le arrebataron el contrato del recaudo de los pasajes de Transmetro a empresas reconocidas mundialmente por su músculo financiero y experiencia como la alemana Siemens.