RECONCILIACIÓN

El perdón de Iván Márquez a Constanza Turbay

El jefe de las FARC le pidió perdón a la víctima a quien la guerrilla le asesinó toda su familia en una masacre.

17 de agosto de 2014
. | Foto: .

Fue un encuentro esperado por ella durante 14 años. Todos los días y sus noches quería mirarlo a los ojos para preguntarle: ¿por qué? La familia de Constanza Turbay, una de las más representativas de Caquetá, cayó fusilada miserablemente en el asfalto de una carretera de este departamento. Y, por fin, ocurrió este sábado en La Habana. Fue el propio jefe de la delegación de la guerrilla en la mesa de negociaciones el que  la buscó: “Márquez se acercó con sentimientos de sinceridad y me pidió perdón. No fue un perdón mecánico, fue un perdón de corazón. Dijo que fue una equivocación lo que pasó con mi familia y que contara con que se esclarecería la verdad”, relata ella.

Los asistentes miraron en silencio. Ese cara a cara para ella es esperanzador. Porque le da fe para creer en una posible reconciliación. Lo dice ella, quien recuerda todos los detalles de lo ocurrido aquel día.

Es "muy grato" que a través del diálogo se puedan encontrar "caminos de claridad y reconciliación", resaltó Constanza Turbay, una de las integrantes del primer grupo de víctimas que participó en los diálogos de paz de La Habana. 

Varios miembros de su familia fueron asesinados por las FARC. En la mañana del 29 de diciembre del 
2000, Diego Turbay salió temprano de Florencia rumbo a Puerto Rico, donde tres días después se iba a posesionar como alcalde José Lizardo Rojas, su amigo ‘Chirriqui’, su pupilo en política, quien había triunfado en las elecciones de octubre pasado. Se sintió tan seguro en su camioneta blindada, custodiado por cuatro escoltas, que bajó a su mamá, doña Inés, del carro que los acompañaba detrás para que viajara con él.

En el poblado La Esmeralda pararon a tomar un famoso kumis. Pero su madre lo regañó y le recordó que la gota que tenía era porque siempre estaba comiendo a deshoras. Así que los acompañantes se quedaron desayunando y el grupo del representante a la Cámara siguió adelante.

A cuatro kilómetros se encontraron con los asesinos —un grupo grande, como de 40 hombres armados, según testigos— que, dijo la Policía, los vieron. Les dispararon a las llantas del vehículo. Los escoltas iban a sacar sus armas, pero Turbay los detuvo. Se bajó del carro. Seguramente creyó que podía manejar la situación. Afirman que dijo: “Tranquilos, muchachos, yo soy el presidente de la Comisión de Paz de la Cámara”. Sus amigos sostienen que la descripción coincide plenamente con lo que era Diego, “un tipo fresco, simpático, que se sentía capaz de resolver los problemas conversando, un hombre de paz”. Pero nada detuvo a los homicidas.

Bajaron a empellones a los siete que iban en la camioneta y los acribillaron: 42 balazos impactaron a Turbay Cote, nueve a su madre, otros tantos al arquitecto Jaime Peña, hermano de la novia de Turbay, y a los escoltas de la Policía, Edwin Angarita del DAS, Hamil Bejarano, y personal, Dagoberto Samboní, y al conductor de confianza de la familia, Rafael Ocasiones.

La fotografía le dio la vuelta al país. Archivo SEMANA 

Con estas muertes las FARC habían cumplido con su cometido. El turbayismo desapareció de la faz de Caquetá. Ya no había un grupo político hegemónico, sino un abanico de movimientos y candidatos que se tornaron en el nuevo blanco de los guerrilleros.

El congresista, de 31 años, fue uno de los más críticos de los abusos que se estaban cometiendo en la zona de distensión de El Caguán durante el gobierno Pastrana. No obstante, se había hecho elegir como presidente de la Comisión de Paz de esa corporación, pues apoyaba la solución política al conflicto. En su corta carrera Diego Turbay se había dedicado a buscar la paz por la vía de la negociación. 

Pero hoy se escribe un nuevo capítulo para la familia Turbay. Este histórico encuentro alienta las esperanzas para darle continuidad al proceso de paz. La oportunidad de ponerse frente a los responsables de su dolor, fue para Constanza Turbay y para el pueblo colombiano una historia emblemática, más cuando por primera vez un jefe guerrillero pide perdón a las víctimas. 

"Yo ya lo perdí todo, pero podemos hacer mucho en honor de todos estos seres queridos que perdimos para reconstruir la paz y la reconciliación en Colombia", manifestó después de 14 años años de búsqueda de un perdón, que hoy lo dio Iván Márquez".