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EL PODER DETRAS DEL TRONO

Aunque pocos lo conocen, Jaime Ruiz, director de Planeación Nacional, es hoy el <BR>funcionario más importante del gobierno. De él depende la solución de la crisis económica que <BR>atraviesa el país.

9 de agosto de 1999

Pocos días despues de haber ganado las elecciones el presidente electo, Andrés
Pastrana, invitó al famoso economista de Harvard Jeffrey Sachs a Colombia. En una reunión que duró
varias horas y a la que asistieron Mauricio Cárdenas, Juan Camilo Restrepo y Jaime Ruiz, quienes
luego serían ejes fundamentales del equipo económico, el invitado y el equipo de transición revisaron
uno por uno los temas de la agenda económica. Al salir de la reunión, Sachs describió a Cárdenas
como 'impresionante'. Pero luego afirmó que llevaba mucho tiempo sin conocer a alguien tan brillante
como Jaime Ruiz.
Un año después de esa reunión, Jaime Ruiz, director Nacional de Planeación, es el hombre más
importante del gobierno. Por encima de los ministros de Relaciones Exteriores, Hacienda y Cultura, y
del Alto Comisionado para la Paz, Jaime Ruiz se ha convertido en el superministro de Andrés Pastrana
y lo ha hecho sin siquiera ser parte formal del gabinete ministerial.
No existen precedentes recientes de una influencia similar por parte del director del DNP.
Planeación Nacional no ha sido nunca suficientemente importante como para que al frente de la entidad
esté la persona más influyente de toda la administración.
Pero lo cierto es que el DNP ha adquirido en este gobierno una importancia sin precedentes y aunque
Jaime Ruiz no es muy conocido por la opinión pública, no hay una sola de las grandes decisiones del
Estado en materia económica o social que no dependa de su visto bueno. Esto es apenas la
consecuencia de una larga relación entre el Presidente y Ruiz que se remonta a los años en que
estudiaron el bachillerato en el Colegio San Carlos cuando, según las malas lenguas, Ruiz le hacía las
tareas a Pastrana. Pero sobre todo es el resultado de la manera como Ruiz compensa algunas de las
debilidades del primer mandatario sin amenazarlo o competir con él en figuración.
No hay en el equipo del Presidente, con la excepción del actual embajador de Colombia en
Washington, ningún otro funcionario que combine las cualidades del director del DNP. Así lo dice el
ministro de Minas, Luis Carlos Valenzuela: "Jaime Ruiz es extremadamente inteligente, sabe qué es
importante, lo quieren en el Congreso y tiene la confianza del Presidente".

El hombre del Plan
Durante muchísimo tiempo Jaime Ruiz ha sido el director programático de Pastrana. La historia
de su influencia sobre Pastrana es extensa y se remonta a la Alcaldía de Bogotá. "La agenda de
Pastrana en la Alcaldía fue diseñada por Jaime Ruiz, luego de que logró convencer al Alcalde de que
no lo nombrara en Planeación Distrital sino en el IDU, que es donde estaba la capacidad para hacer
obra pública", dijo a SEMANA un miembro del gabinete distrital. "Lo que luego hicimos", dijo la
fuente, "fue lo que propuso entonces Jaime, paso por paso, obra por obra."
Algo similar sucedió en la campaña de 1994. En ese entonces el ataque de la campaña samperista
contra el candidato de la Nueva Fuerza Democrática se centraba en que Pastrana era un ex director
de noticiero, sin ninguna sustancia y sin programa alguno. En poco menos de un mes Ruiz
seleccionó a un grupo de personas, especialistas en los distintos temas, redactó el plan de gobierno
de Andrés Pastrana y lo mandó a editar con pasta dura. De ahí en adelante, cada vez que alguien
atacaba a Andrés con el san Benito de carecer de programa, éste sacaba el libro hecho por Ruiz y
editado por la campaña, con lo cual daba por terminado todo debate al respecto. Algo similar sucedió
en la pasada campaña: el programa de 'El cambio es ahora' es producto de los desvelos de Jaime
Ruiz.
Pero entre una y otra campaña sucedieron dos hechos que acercaron aún más a Jaime Ruiz y a
Pastrana. Por un lado, luego del episodio de los narcocasetes y durante los años de soledad que
siguieron para Pastrana en el destierro, Ruiz estuvo siempre cerca, aunque nunca compartió la
manera como actuó el Presidente al terminar la campaña. Por otro, Ruiz amplió el campo de
actividades al lado de Pastrana y pasó de ser el consejero programático a cumplir además las
funciones de director de estrategia y comunicaciones. Con ello Ruiz empezó a cubrir dos áreas que
son, por sí solas, tan importantes como el tema de orden público y el de la paz. El que la crisis que
atraviesa el país sea, además de todo, de carácter económico, hace que el director del DNP, el
hombre de confianza del jefe del Estado en lo económico y en lo estratégico, sea hoy el
superministro de Pastrana.

Cerca, pero no demasiado
Ruiz está en el mundo ideal: es suficientemente cercano al Presidente, pero también suficientemente
distante. La relación que tienen es amistosa pero es, sobre todo, laboral. Eso le permite a Ruiz ser
con frecuencia abogado del diablo sin que Pastrana, que suele recibir con descargas de
artillería los disentimientos, lo atropelle en exceso.
Pero lo que hace que el Presidente deposite tanta confianza en Ruiz es que nadie como él es capaz de
poner en blanco y negro con tanta facilidad lo que quiere Pastrana o de aportar, de parte suya, lo que
le falta a la visión presidencial sin buscar reconocimiento público alguno. La ausencia de ambición
política personal o de agenda oculta hace que su opinión y sus ideas tengan un enorme valor para
Pastrana. Si a ello se le agrega que el tema en el que el Presidente se siente más débil es el
económico y que éste es hoy el frente más crítico de la vida nacional, es evidente lo indispensable que
resulta el jefe del DNP.
Además de lo anterior, Ruiz tiene acceso directo al Presidente. Es uno de los muy pocos funcionarios
que, sin tener una relación particularmente buena con Juan Hernández, secretario general de la
Presidencia y dueño del computador de Palacio, puede entrar al despacho del Presidente sin
golpear.
Todo lo anterior sería suficiente para que la rivalidad de los ministros con Ruiz hiciera su vida
insoportable. Pero lo cierto es que Ruiz tiene suficiente tacto como para limar las asperezas propias
de su cercanía con Pastrana. "A todas las reuniones económicas, Ruiz invita siempre a Juan Camilo o,
para el efecto, al ministro del ramo", dijo una fuente de Palacio, "pudiendo perfectamente no
hacerlo en algunas ocasiones o estando en capacidad de controlar la agenda económica. Sin
embargo, él prefiere jugar en equipo".
Los ministros, a su vez, atesoran su cercanía con Ruiz. "Si Jaime está con uno, la decisión está
tomada", afirma el ministro Valenzuela.

El agente viajero no siempre escucha
Sin embargo, nunca faltan las críticas. A diferencia de los ministros, quienes afirman que Ruiz saca
adelante las decisiones que se empantanan, en Planeación afirman que no delega lo suficiente y que
decisiones propias del departamento suelen represarse en la medida en que Jaime se ve obligado a
viajar con el Presidente o que vive en Palacio.
En su contra se afirma también que le tiene aversión a los formalismos escritos y que en esa medida
ha desaparecido la costumbre de llevar los temas de los ministerios al Consejo Nacional de Política
Económica y Social (Conpes). De hecho, el primer Conpes se reunió cuatro meses después de la
posesión y hasta hoy sólo ha habido ocho reuniones del Consejo.
Algunos dicen también que Ruiz no oye mucho a los demás y que a veces concentra el poder de
manera que se ponen en peligro los resultados. Sobre esto último hay quienes critican su gestión
frente al tema de la reforma del Estado. Al privilegiar acciones de recorte del gasto público ajenas a
la posibilidad de la supresión de ministerios o de recorte de la nómina pública, Ruiz condenó a la
reforma al fracaso ante la opinión.

Ruiz el enigmático
Pero nada de esto preocupa a Ruiz. Al carecer de verdadera ambición política, es capaz de defender
puntos de vista impopulares y de no preocuparse en exceso por el impacto en la opinión. De hecho,
Ruiz pasa por el sector público con inusitada seriedad pero también con desprendimiento. Se aplica a
sus tareas con dedicación de relojero pero guarda distancia frente a los temas que caen en sus manos,
como si el asunto fuera con él sólo hasta cierto punto y de ahí en adelante existieran fronteras entre su
vida y su gestión.
Nada ilustra este punto mejor que la actitud que asumiera Ruiz en 1998 cuando durante la segunda
vuelta y con el objeto de detener el ascenso de Horacio Serpa en las encuestas, el equipo de Pastrana
aceptó el debate en TV. Ruiz, quien se oponía al debate, se dedicó a entrenar al candidato
conservador sin descanso pero declinó acompañarlo al encuentro. Prefirió ir a su casa y
observarlo en televisión. Sin embargo, luego de escuchar la primera respuesta de Pastrana y de
concluir que el debate sería un desastre, decidió cambiar de canal y dedicarse a ver un partido de
baloncesto de la NBA en cable. Sólo al día siguiente se enteró de que el debate había salido bien,
contrario a lo que había imaginado. No fue poca la vergüenza que tuvo que pasar el día siguiente con
Pastrana.
Esa capacidad simultánea de entrega y desprendimiento, de talento y escepticismo, define a
Jaime Ruiz. Sólo que en este caso, la crisis económica es un debate que le concierne a él, más que
al Presidente. Pocos dudan de sus capacidades para encontrar salidas a la crisis y el equipo que
integra con Juan Camilo Restrepo aún cuenta con credibilidad en la opinión. Pero al profundizarse la
crisis económica no son pocos los colombianos que se preguntan si estos funcionarios tienen de
veras en sus manos la fórmula para salir del túnel. O si van a cambiar de canal en medio del debate.

Mrs. Ruiz
Los amigos de Ruiz la llaman la 'gringa'. Y aunque nació en Minessota, a Gail Simpson de gringa le
queda solo el acento. De resto es absolutamente colombiana. A diferencia de Ruiz, que es bajo de
estatura y tiene el cabello oscuro, Gail es alta y rubia, lo que revela su ascendencia sueca. Y a la
hora de bailar, el gringo es Ruiz: Gail baila como cualquier colombiana. Fue en la Universidad de
Kansas, donde ella estudiaba sicología, que Jaime conoció a Gail Simpson. Allá había llegado Ruiz
acompañado de sus amigos Rafael y Felipe Santos, a estudiar ingeniería civil. Salieron un tiempo
juntos pero luego él regresó a Colombia. Tiempo después, a la manera de García Márquez y Mercedes
Barcha, Ruiz volvió por ella, se casaron y desde hace 14 años viven en Colombia.
Quienes la conocen aseguran que es excelente relacionista pública y muy buena vendedora. En la
actualidad dedica su tiempo a un orfanato y al programa Foster Grandparents de la primera dama, que
consiste en aprovechar la experiencia y el tiempo de los ancianos de los albergues en el cuidado de
niños de los hogares infantiles.
Dicen también que Gail Simpson, la mujer de Jaime Ruiz, suele tomar las decisiones de la casa
sin consultarle nada al hombre a quien el Presidente de la República le consulta todo.