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Foto: Santiago Ramírez / SEMANA

ENTREVISTA

“Construimos la diferencia como si el otro fuera el enemigo”: Narda Henríquez

SEMANA habló con la socióloga peruana, que participó en la Comisión de la Verdad de ese país, acerca de la reconciliación, las mujeres en la guerra y el miedo al que es diferente.

16 de junio de 2017

SEMANA: ¿Por qué es tan difícil aceptar la diferencia?

Narda Henríquez: Creo que mirado desde el lado social y político como una reflexión más amplia países como Colombia y Perú hemos tenido una gran diversidad que no hemos reconocido, y en lugar de ser una diversidad y una diferencia enriquecedora ha sido una fuente de conflictos permanente. Vemos discriminación y jerarquización. Hablando de la Comisión de la Verdad y reconciliación en el Perú, la perspectiva de género permitió abordar el tratamiento de la diferencia, en este caso entre hombres y mujeres, pero también las diferencias étnicas, porque en Perú hay mucho racismo todavía y hay un Estado que ha sido ajeno a muchas poblaciones. Perú es un país muy centralizado con un gobierno concentrado en la costa. Ahora, cómo entendemos que siendo tan diversos y plurales seamos discriminadores con nosotros mismos, no es una discriminación con otros, solo los pensamos como si fueran otros y tratamos de construir la diferencia como si fuera el enemigo.

SEMANA: ¿O sea que la diferencia genera miedo?

N.H.: No solo los Estados y organizaciones han tratado de homogeneizar, también somos nosotros los contemporáneos que tratamos de que todos vivan de manera muy parecida y entonces todo el que es diferente nos parece peligroso y nos da miedo. Esta exacerbación de los miedos es algo que se ha ido agudizando en la medida en que nos volvemos sociedades más complejas en cuanto nos cuesta procesar esas diferencias. Creo que en los últimos años con las guerras en nuestros países ‘el otro diferente‘ no se han vuelto solamente las mujeres, población afro o indígena que no son valoradas.

"Ahora cómo entendemos que siendo tan diversos y plurales seamos discriminadores con nosotros mismos, no es una discriminación con otros, solo los pensamos como si fueran otros y tratamos de construir la diferencia como si fuera el enemigo"

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SEMANA: La Comunidad LGBTI ha estado siempre golpeada por diferentes actores del conflicto… 

N.H.: En medio de una guerra se reproducen los códigos de discriminación racial y étnica. También los de discriminación de género y orientación sexual. Entonces, al igual que en Colombia, grupos como el MRTA (Movimiento Revolucionario Tupac Amarú) en Perú tenían un código moral contra los homosexuales, y ha habido asesinatos de homosexuales durante el conflicto armado, que están poco documentados en la Comisión de la Verdad pero que se siguen documentando. Estos conflictos armados van acompañados de la construcción de un orden social, como una moralidad construida con base a sus propios principios.

SEMANA: ¿Cómo tomó la sociedad civil el conflicto en Perú?

N.H.: En nuestro caso hablamos de una etapa en que la población civil estaba entre dos fuegos: Sendero Luminoso y las Fuerzas Armadas. A la larga no eran solamente dos fuegos sino tres o cuatro. Porque también hubo conflictos entre las propias comunidades, había muchas fuerzas encontradas. De modo que ser sociedad civil en medio de la guerra era muy difícil, era muy difícil tener una posición que no estuviera con algún bando. Sendero Luminoso liquidó a líderes sociales de todo espectro político, tanto de izquierda como de derecha. Si bien ellos decían que representaban una opción de izquierda, no toleraron a ningún dirigente que se resistiera. 

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SEMANA: ¿Cómo reaccionó la sociedad peruana frente a Sendero Luminoso durante la comisión de la verdad?

N.H.: La figura de Sendero en el Perú, que ellos mismos han tratado de perfilar, es que tiene mil amigos y dicen "estás conmigo o estás contra mí". Entonces no deja alternativa ni busca alianzas, tampoco una negociación. Esta guerrilla, que ha cometido muchas atrocidades en comunidades, y estas comunidades han resistido. En ese contexto en algunas zonas las poblaciones entendían que el enemigo eran las Fuerzas Armadas, en otras zonas las poblaciones pensaban que el enemigo era Sendero. La sociedad en su conjunto y el informe de la Comisión de la verdad hacen un balance y dicen que Sendero es el responsable máximo de los crímenes y violaciones a derechos humanos en Perú, hay una dificultad respecto al caso colombiano, y es que no hemos tenido ninguna negociación. Hubo una derrota militar, pero no ideológica. Hay una resistencia a que se integren a la vida social o política, tenemos un vacío donde no hay pacto ni reconstrucción, pero sí reparación de víctimas.

SEMANA: ¿Se creó una polarización muy marcada?

N.H.: Hay una polarización similar a como se vive aquí, la diferencia es que aquí hay canales para reinserción y negociación. Ocurre un debate en la sombra y aparece cuando exacerba el miedo, "miren que puede volver Sendero, puede volver la guerra", podría volver en una generación pero no va a ser en esta. Sendero ha deslegitimado a la izquierda, nos ha costado mucho volver a tener grupos de izquierda que no sean acusados de ser senderistas y terroristas. 

SEMANA: ¿Qué es lo que más resaltó de la Comisión de la Verdad?

N.H.: El hito más importante para las poblaciones afectadas fueron las audiencias públicas porque se escucharon las voces de las personas que fueron afectadas. Eso nunca había ocurrido, hubo audiencias en los idiomas nativos. El informe fue un reconocimiento a las personas que no tenían voz. Había un conjunto de analistas interpretando lo que se estaba diciendo, fue una narrativa contrahegemónica, que muestra la tragedia de la masacre, creo que ofrece una narrativa que permite conocer lo que pasó desde diversos ángulos. 

"Hay una polarización similar a como se vive aquí, la diferencia es que aquí hay canales para reinserción y negociación"

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SEMANA: La Comisión tuvo una parte enfocada en la perspectiva de género…

N.H.: Yo he trabajado mucho con mujeres en los barrios de Lima, las mujeres de vaso de leche de comedores fueron amenazadas y asesinadas. Una en particular que se ha vuelto un símbolo para nosotros es María Elena Moyano, que era una mujer negra, peruana, feminista y de izquierda. Que salió en una marcha resistiendo a Sendero Luminoso porque ese grupo declaraba paros armados, la mataron e hicieron explotar con dinamita su cuerpo. Era una guerra que no admitía disonancias, ni voces de oposición. Incorporamos la perspectiva de género pero no desde el principio, eso se hizo casi al final en la Comisión de la Verdad.