NACIÓN
“Esta sociedad necesita dejar de huir de sí misma": hijo de Pablo Escobar
Sebastián Marroquín habló con SEMANA sobre su hermana Manuela, sobre la paz en La Habana y sobre por qué no quiere volver a ver a 'Popeye'.
SEMANA: Como hijo de un criminal odiado como Pablo Escobar, ¿cómo define la palabra estigma?
S.M.: Es la incapacidad de una comunidad de reconocer a sus semejantes como individuos. Trasladar la responsabilidad de los hechos de los padres a los hijos habla muy mal de nosotros como sociedad. No podemos tolerar que se hereden pecados y culpas por generaciones.
SEMANA: Pero, gústele o no, el estigma es común en las sociedades humanas. ¿Usted entiende el fenómeno?
S.M.: No. Es que a mí no me parece que estigmatizar pueda ser justificable desde ningún punto de vista. Es algo intolerable. Yo sé que es algo que pasa, pero el problema es que eso puede llegar a acostumbrarnos a que estigmatizar es normal. Y así les damos permiso a la discriminación y la violencia.
SEMANA: ¿Usted cómo lo superó?
S.M.: Poniendo la cara y no huyendo más. Y eso lo hice cuando elegí, como persona, enfrentar mi historia, hacer pública mi vida, reconocer los crímenes de mi padre y pedir perdón. Tomé esa decisión hace diez años cuando decidí hacer un documental. Ese proceso me permitió enfrentar mis propios miedos.
SEMANA: ¿Está diciendo que hoy, después de una década de haber hecho pública su vida como hijo de Pablo Escobar, ya la gente no lo señala?
S.M.: Yo siento que la sociedad ha terminado por comprender que la historia de mi padre no es ni debe afectar la mía. Para ponerle un ejemplo: Antes, cuando pedía una visa, no me trataban bien, me hacían rogar por ser hijo de Pablo Escobar y hasta se me vencían los pasaportes sin sellos. Hoy visito muchos países. Algunas naciones que antes me rechazaban ya incluso me mandan cartas de invitación. Los únicos que siguen sin darme visa son los Estados Unidos.
SEMANA: Todas estas son buenas noticias. ¿Por qué arrancó la entrevista con palabras tan duras sobre la sociedad?
S.M.: Porque las amenazas siguen vivas. Con tristeza debo decir que la aparición de mi libro hace un año trajo de vuelta no el estigma, sino las amenazas.
SEMANA: ¿Recibió amenazas recientemente?
S.M.: En Colombia han sido muy amables de recordarme que no debo regresar al país. Muy amables y muy directos.
SEMANA: Usted firmó su libro con su nombre de nacimiento, Juan Pablo Escobar. ¿Ha pensado en volver a ese nombre definitivamente?
S.M.: Ese cambio de nombre se hizo de manera forzada y sirvió para manejar el estigma. Si yo me hubiera encaprichado con mi nombre de nacimiento, no me habría podido educar, ni ser la mitad de la persona que soy hoy. Ahora bien, yo tengo el derecho de volver a llamarme como me llamaba porque era menor de edad cuando se hizo el cambio bajo el amparo de mi madre. Pero yo no voy a meterme en ese papeleo.
SEMANA: ¿Cómo superó el dilema de, por un lado, querer a su papá y, por el otro, saber que era un criminal?
S.M.: Por el camino de la sensatez, de preferir la honestidad a la hora de plantear los problemas. Yo entendí eso cuando me reconocí como lo que soy: hijo de una tierra con un contexto que propició la aparición de personajes poco deseables, de un país con un sistema corrupto que permitió y sigue permitiendo la permanencia de personajes como mi padre.
SEMANA: ¿Qué piensa de la Justicia en Colombia?
S.M.: Que brilla por su ausencia y que busca ser meramente efectista. Se queda en inquietudes momentáneas y no investiga de fondo. Además, está infiltrada por la corrupción. Así no se puede construir un país serio.
SEMANA: Está siendo muy duro. Explíquese…
S.M.: Los colombianos tenemos un concepto equivocado de justicia. Muchos la entienden como venganza. Y lo que pasa es que no se hizo para vengar crímenes, sino justamente para administrar la democracia de manera transparente. Le doy un ejemplo de nuestro caso: ¿A quién repararon con el edificio Mónaco, con el edificio Dallas, con la hacienda Nápoles? A nadie. Las vendieron a la empresa privada, se repartieron todo y no hicieron nada por nadie. Así quedaron tan delincuentes como mi padre.
SEMANA: 'Popeye', sicario de su padre, salió hace un año de la cárcel tras purgar su pena ante la justicia. ¿Ha pensado en verlo?
S.M.: Mire, yo pienso que todos tenemos una segunda oportunidad en nuestras vidas. Acá nadie llegó aprendido y cabe el derecho a equivocarse. Eso, por supuesto, no nos da el derecho de salir a matar y luego decir: qué pena, me equivoqué. Pero hay que dar oportunidades para reinventarse. 'Popeye' la ha tenido.
SEMANA: ¿No le han dado ganas de visitarlo?
S.M.: No, no he pensado verlo. Cuando salió de la cárcel tuve la oportunidad en redes sociales de saludarlo y mandarle los mejores deseos de paz. Nada más.
SEMANA: ¿Sigue el proceso de paz en La Habana?
S.M.: Sí, pero me parece difícil emitir un juicio porque considero que hay desinformación. No hay forma de saber qué pasa allá. Sin embargo, yo apoyo cualquier iniciativa de paz y pienso que no se puede tratar de buscar quién tiene lo colmillos más largos. Hacer concesiones duele, y hablo desde mi propia experiencia. Pero la paz las requiere: exige abandonar el recelo y la venganza y dar la mano.
SEMANA: ¿Cree en la palabra reconciliación?
S.M.: Claro que sí porque la he vivido. Pero debe ser un acercamiento genuino con el fin de pedir perdón y dar ese perdón. La reconciliación es una herramienta sanadora que evita perpetuar el dolor. Yo les pedí perdón a los hijos de Galán y de Lara y a las familias de los policías asesinados por mi padre. Pero, ojo: No se puede entender como algo que va a llevar a que paras y guerrilleros terminen bailando juntos en una discoteca. Se trata de que se saluden con respeto si se encuentran en la calle y que cada uno siga su camino respetando la vida del otro.
SEMANA: Cambiando de tema, hace una semana una foto de su hermana llenó primeras planas en el mundo entero. ¿Se trata de ella?
SM.: Yo no me voy a referir en detalle al tema. Sólo puedo decirles que están en un error, nada más. Esa foto es una tontería. Mi hermana habría preferido mantener el anonimato que tanto había cuidado. Los medios publicaron una foto que no voy a confirmar, ni desmentir. Y le dejo esa ambigüedad con el ánimo de que no le demos tanta importancia al tema.
Pablo Escobar en compañía de sus hijos. Foto: Propiedad de la familia Marroquín Santos