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Los generales Tapias y Mora le apostaron hace tres años a una nueva estrategia militar. Hoy están recogiendo sus frutos. Entrevista con SEMANA.

24 de septiembre de 2001

Con los ‘Clausewitz’ de la guerra colombiana. El comandante de las Fuerzas Militares, el general Fernando Tapias, y el comandante del Ejército, Jorge Enrique Mora, son los hombres que mueven las fichas de ajedrez para que la democracia no se desplome. Y han resultado muy buena llave. Tapias es reflexivo y tranquiliza. Mora habla duro y entusiasma.

En los últimos días los dos generales han estado en el ojo del huracán: lideraron una de las ofensivas más grandes contra 2.200 guerrilleros en el Guaviare, realizaron la operación que condujo a la captura de los tres terroristas del IRA en Colombia y se han defendido de las críticas de algunos sectores debido a la aprobación de la nueva ley de Seguridad Nacional. Sobre estos y otros temas SEMANA habló con ellos.

SEMANA: La ofensiva del Guaviare les ha dejado la sensación a los colombianos de que estamos llegando a una nueva etapa en la guerra. ¿Es esto verdad?

Fernando Tapias: En cierta forma sí. Yo creo que nunca el Ejército colombiano había estado mejor preparado que en la actualidad. Piensen ustedes que hace sólo cuatro años el comandante del Ejército de ese entonces me pidió 40 paracaidistas para hacer frente a una toma guerrillera. Y no pudimos. No había avión, no había paracaidistas, no había paracaídas. Esta semana movilizamos al Guaviare, en la operación 7 de Agosto, a 3.000 hombres en menos de 24 horas.

SEMANA:¿Es un nuevo Ejército?

Jorge Enrique Mora: Es un Ejército muy superior. No sólo cuantitativamente sino cualitativamente. Hemos pasado de 60.000 hombres en capacidad de operar a 110.000. Y reemplazamos los bachilleres por soldados profesionales.

SEMANA: ¿Y cuál es el cambio cualitativo?

J.E.M.: La moral de la tropa es otra hoy. Durante tres años la guerrilla tuvo muchos éxitos y esto desmoralizó. En esa época eran más los soldados que se entregaban que los que caían en combate. Y eso en nuestra profesión es un indicador muy grave. Hoy eso le sucede a la guerrilla. Desde agosto de 1998 no ha habido un solo soldado que se haya entregado al enemigo. Eso se debe también al trabajo que venimos realizando conjuntamente con todas las fuerzas. Aquí ya nadie opera por su lado. Es una sola unidad: Ejército, Fuerza Aérea y Armada.

SEMANA: ¿A qué obedece esa actitud?

F.T.: Es que hasta hace poco el país nunca aceptó que estábamos en guerra. Ni la sociedad ni las Fuerzas Militares. La que estaba en guerra era la guerrilla, pero no nosotros. Hoy eso ha cambiado. Y ese sentimiento no sólo se ha manifestado dentro de las Fuerzas Armadas sino en toda la sociedad.

J.E.M.: Es que la guerrilla era considerada como un catarro. En otras palabras: que molestaba pero no mataba. Y uno puede convivir con un catarro pero no con una fiebre de 40 grados.

SEMANA: ¿Tiene algo que ver la recesión con toda esta situación?

F.T.: Yo creo que sí. Porque nos habíamos acostumbrado a que en Colombia siempre existía la guerrilla pero siempre había crecimiento económico. Con guerrilla y sin crecimiento económico las cosas se ven de otro color.

SEMANA: ¿Qué tan bien equipadas están hoy las Fuerzas Militares?

F.T.: Déjeme darle sólo un ejemplo. Hace tres años únicamente teníamos cuatro helicópteros artillados que ni siquiera podían volar de noche. Dos de ellos siempre estaban en mantenimiento. Ahora, en poco tiempo, vamos a tener 16 artillados. Y para transporte de tropas vamos a pasar de 13 a 78.

J.E.M.: En un país con la topografía de Colombia el helicóptero es un arma fundamental para inclinar la balanza en una guerra.

SEMANA: Como van las cosas en los próximos años se va a agudizar la guerra…

F.T.: Lamentablemente podrá ser así. El conflicto va a ser intenso. Vamos a tener un período de dos a tres años en que la situación se va a agudizar antes de encontrar el camino de la paz. El Estado y la sociedad tienen que estar preparados para afrontar esta situación.

SEMANA: ¿Es inevitable ese escenario?

J.E.M.: Es la dinámica del proceso. Así ocurrió en El Salvador y en Vietnam. La guerrilla va a moverse con todo para demostrar que puede tomarse el poder por las armas. Pero gradualmente el poder disuasivo del Estado se irá imponiendo para crear el camino que le permita a la guerrilla entender que la única salida es a través de la negociación.

SEMANA: Un panorama bien complejo…

F.T.: Es el resultado de la fórmula pactada entre el gobierno y la guerrilla. Es decir negociar en medio de la guerra. Como ellos no tienen ninguna posibilidad de llegar al poder ni cuentan con respaldo en las masas, tienen que compensar esto con acciones armadas y terrorismo.

SEMANA: ¿Esto lo hacen para fortalecerse en la mesa de negociación?

F.T.: Sí, pero también para compensar el hecho de que hoy no tienen masas. Hoy el apoyo que tienen de la población es básicamente por miedo. En muchas regiones del país la gente no tiene sino una de dos alternativas: o se va con la guerrilla o se va con los paramilitares. Y si no está con el uno o con el otro no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir.

J.E.M.: Lo cierto es que hoy por hoy las Farc no tienen la capacidad militar de tomarse una población y mantenerse en ella por más de 48 horas. Ya no existe esa posibilidad. La capacidad de reacción la tiene hoy el Ejército. Y eso quedó demostrado en el Guaviare.

SEMANA: ¿Quién ha estado detrás de la modernización del Ejército?

F.T.: Los primeros que creyeron en nuestra estrategia fueron el ministro Rodrigo Lloreda y el presidente Pastrana, quienes se jugaron su prestigio político en favor de nuestra causa. También fue muy importante el ministro Luis Fernando Ramírez, quien consiguió la plata y culminó la labor.

J.E.M.: Si no hubiéramos hecho esto, con el apoyo del Presidente y de los ministros Lloreda y Ramírez, estaríamos peleando aquí en La Calera o en Ciudad Bolívar. Así estaban las cosas cuando llegamos nosotros hace tan sólo tres años.

SEMANA: Bueno, y a los gringos…

J.E.M.: Ellos son pragmáticos. Apoyan cuando ven resultados y tienen mucha fe en lo que estamos haciendo.

SEMANA: ¿El Ejército colombiano está en condiciones de derrotar a la guerrilla?

J.E.M.: Yo quisiera aclarar dos malentendidos permanentes que existen sobre este punto. Uno, que ni el Ejército puede derrotar a la guerrilla ni la guerrilla puede derrotar al Ejército. Eso no es cierto. El Ejército de hoy está en capacidad de ganar la guerra. Y segundo, que si se acaba el proceso de paz viene una guerra terrible que acabará con el país. Eso tampoco es cierto porque ya estamos en esa guerra.

SEMANA: ¿Pero qué es ganar la guerra?

F.T.: Esa pregunta es pertinente porque obviamente no se trata de matar 30.000 guerrilleros. De lo que se trata es de debilitarlos militarmente hasta que vean en la negociación la mejor salida al conflicto. La guerrilla tiene que entender que no puede tomarse el poder por medio de las armas.

SEMANA: ¿Se sienten ustedes en condiciones de hacerlo?

J.E.M.: Sí, por las razones que enumeramos anteriormente. El proceso de paz ha servido para que la población conozca a la guerrilla y la odie más. Los colombianos antes consideraban que esta era una guerra injusta y que algo de razón tenían los guerrilleros en su insurgencia. Hoy casi nadie piensa eso. Se está percibiendo en la opinión pública que hay una guerra justa por parte del Estado e injusta por parte de la guerrilla.

SEMANA: ¿La zona de distensión se ha convertido en el dolor de cabeza de ustedes?

F.T.: Cuando se negocia la paz en medio de la guerra hay dos estrategias simultáneas: una política y una militar. La zona de distensión tiene que ser analizada en este contexto. Políticamente es la base del proceso de paz. Militarmente sería torpe no reconocer que ha fortalecido a la guerrilla. En términos nacionales se compensa lo uno con lo otro.

SEMANA: ¿Cómo la zona de distensión ha fortalecido a la guerrilla?

F.T.: Allá a los guerrilleros los organizan, los entrenan y los sueltan para otras zonas del país. Eso les permitió adquirir una capacidad logística que no tenían.

SEMANA: ¿Pueden ser más concretos?

F.T.: Antes de la zona de distensión la capacidad logística de un guerrillero era lo que llevaba en el morral. Eso le daba máximo para ocho días de supervivencia. Ahora tienen hospital de campaña, centros de entrenamiento, instructores como los del IRA, escuela de cuadros para preparar cabecillas. Eso antes no lo tenían.

SEMANA: ¿A qué vinieron los hombres del IRA?

F.T.: No precisamente a intercambiar conceptos políticos sobre los dos procesos de paz. Eso lo hace uno en una charla de dos o tres horas y no en cinco semanas. Todas las evidencias que tenemos y que tiene la Fiscalía es que estaban preparando a las Farc en terrorismo urbano. Allá en La Macarena el hermano de ‘Jojoy’ está en la tarea de actualizar una serie de cuadros en la lucha terrorista. Ahora, dos servicios de inteligencia extranjeros confirmaron con pruebas técnicas que en las ropas de estos tres individuos se encontraron muestras de explosivos, de heroína y de anfetaminas.

SEMANA: ¿Cuántos guerrilleros de las Farc hay hoy en Colombia?

F.T.: En los últimos años las Farc han crecido en unos 5.000 hombres. En la actualidad calculamos que son alrededor de 16.500 en cuadrillas rurales y 10.000 en milicias urbanas. Del ELN son cerca de 4.000.

SEMANA: Ustedes dicen que están más preparados para ganar la guerra pero las Farc también están creciendo…

J.E.M.: Sí, pero es más cuantitativo que cualitativo. Hace tres años un soldado bachiller tenía miedo de enfrentarse a un guerrillero avezado. Ahora tenemos soldados profesionales y competentes enfrentados a unos niños guerrilleros atemorizados. Por eso es que tantos desertan. En el último año las deserciones de la guerrilla se han incrementado un 400 por ciento.

SEMANA: Ustedes se opusieron al canje. ¿Qué opinan del intercambio humanitario?

F.T.: Es menos grave que el canje que quería ‘Tirofijo’, por lo menos no tiene la posibilidad de repetirse. Lo que temíamos era que se instaurara como un intercambio permanente y esto afortunadamente no sucedió.

SEMANA: ¿Ustedes cómo ven las posibilidades de un cese de fuego?

F.T.: Consideramos que sería acabar con el Estado colombiano. Tal como ha sido planteado hasta ahora implicaría 60 zonas de encuentro en todo el país, donde ellos puedan seguir secuestrando, extorsionando y refugiándose después de sus ataques. Todo esto sin que el Estado pueda entrar a contraatacar. El cese al fuego sin un cese de hostilidades sería tremendamente nocivo para la seguridad del país. De la manera como lo plantean las Farc no es viable.

SEMANA: ¿Esa es la propuesta de las Farc?

F.T.: En la práctica sí. Ellos plantean que para el cese al fuego en cada frente de las Farc se cree una zona de seguridad. Imagínense ustedes: allí no habría autoridad militar, ni judicial y la única ley sería la de las Farc.

SEMANA: ¿Cuál sería la salida?

F.T.: Para que haya un cese al fuego tienen que llenarse dos condiciones. En primer lugar, que todos los guerrilleros se metan en la zona de distensión en el Caguán. Allá caben todos. Y allá por lo menos sabemos dónde están. Pero aun si se consigue esto el cese al fuego tendría que ir acompañado de un cese de hostilidades. Si no es así tendríamos que quedarnos en nuestras guarniciones mientras las Farc secuestran, extorsionan y hacen pescas milagrosas.

SEMANA: El gobierno está buscando llegar a un acuerdo con las Farc antes del 7 de agosto para no terminar con las manos vacías. ¿Qué consideran ustedes factible?

J.E.M.: Hay cosas que políticamente no les rinden a las Farc y que podrían facilitar. Por ejemplo el tema de los retenes y las pescas en las carreteras. De pronto los cilindros de gas contra los pueblos. Eso no sería un cese de hostilidades sino una reducción de hostilidades.

SEMANA: ¿A ustedes les parece poca cosa?

F.T.: No se equivoquen. Todo lo que disminuya el conflicto es un hecho positivo. Si ‘Marulanda’ quiere realmente la paz y que la gente vuelva a tener credibilidad en el proceso tiene que apuntarle al cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario que, de hecho, significa una reducción en las hostilidades. Hasta el momento a ‘Marulanda’ le gusta más recibir que dar.

SEMANA: ¿Y el ELN?

F.T.: Lo que conozco es que el gobierno había llegado a un principio de acuerdo para crear una zona de encuentro con unas normas y una reglamentación definidas entre el gobierno y el ELN. A última hora el ELN se retractó de todos los acuerdos e hizo unas exigencias imposibles de cumplir, colocando al gobierno en la posición de suspender las conversaciones.

SEMANA: Un tema que se ha vuelto polémico tiene que ver con la Ley de Seguridad Nacional. ¿Cómo la conciben?

F.T.: Era un anacronismo que un país en la situación que está viviendo no tuviera una ley de defensa y seguridad. Eso no lo entiende nadie. Y la polémica a la que ustedes se refieren está centrada en un solo punto: las facultades de policía judicial que se les otorgó a las Fuerzas Militares. Que no es cosa distinta a que en aquellas circunstancias en que la Fiscalía no pueda acompañar al Ejército éste podrá ejercer funciones judiciales. En otras palabras, recoger los cadáveres en el sitio del combate.

J.E.M.: Pero eso lo realizará un grupo de oficiales escogido, coordinado y preparado por la Fiscalía. Nosotros a veces estamos en plena persecución de cuadrillas de la guerrilla y tenemos que dejar a soldados cuidando los cadáveres del enemigo hasta tanto no llegue un fiscal. Y ese fiscal se puede demorar hasta una semana en llegar al sitio como nos ha ocurrido.

SEMANA: Se ha cuestionado la relación de algunos miembros de las Fuerzas Militares con la autodefensa...

J.E.M.: No nos ha temblado la mano para combatir con igual intensidad tanto a la guerrilla como a los paramilitares. Los resultados operacionales contra los paras en estos dos últimos años se han venido superando en un ciento por ciento. Eso demuestra que hay una política institucional. Tenemos hombres muertos en combates con las autodefensas. También los que se han metido con los paras, después de retirados, han sido dados de baja en combate.

SEMANA: Pero hay un sector de la opinión que insiste en esa estrecha relación.

J.E.M.: No existe esa relación. Hay miembros que han cometido el error de tener contactos con los paras. Pero los hemos retirado y las investigaciones judiciales las hemos respaldado. Tenemos muy claro el asunto: debemos combatirlos a todos y eso estamos haciendo. Las cifras son contundentes. Durante el primer semestre de este año han sido abatidos en combate 53 miembros de las autodefensas. Han sido capturados 336.

SEMANA: Debe ser muy frustrante la fuga de cabecillas de la guerrilla de las cárceles.

F.T.: Hay que fortalecer el sistema legal y carcelario. Los menores son inimputables y se convirtieron en carne de cañón para el delito. Los sicarios, secuestradores, guerrilleros son en buena parte menores de edad. En la Operación Berlín, en Santander, un buen número de las cuadrillas de las Farc estaban conformadas por menores. El otro problema con la salida de la gente de la cárcel es que la Constitución del 91 determinó que nadie puede ser objeto de una medida precautelativa si no tiene un defensor de oficio. Buena parte de los detenidos no tienen acceso a un abogado y terminan saliendo de las cárceles por vencimiento de términos. En Antioquia, en un estudio que hicimos con el gobernador, de 22.000 capturados únicamente 1.500 estaban en la cárcel y los demás habían salido por todas estas cosas que les estoy comentando. Son problemas estructurales que hay que solucionar de manera urgente.

SEMANA: ¿Qué tan optimistas son ustedes frente a la paz en Colombia?

F.T.: A pesar de todo soy optimista. Creo que en cinco años o algo así este país se va a arreglar. Al fin y al cabo todas las guerras no son eternas. Creo que ésta va a ser dura en su etapa final pero va a terminar. El próximo gobierno tendrá todas las bases para consolidar la paz.

J.E.M.: Yo estoy de acuerdo. Creo que un proceso como el que está viviendo Colombia puede llevarse a cabo por dos gobiernos en ocho años. No descarto que al final del próximo gobierno se haya llegado a la definición de la guerra en Colombia. Lo que sí les podemos garantizar es que nunca van a ver a ‘Marulanda’ y al ‘Mono Jojoy’ en el Palacio de Nariño.



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En los últimos días los dos generales han estado en el ojo del huracán: lideraron una de las ofensivas más grandes contra 2.200 guerrilleros en el Guaviare, realizaron la operación que condujo a la captura de los tres terroristas del IRA en Colombia y se han defendido de las críticas de algunos sectores debido a la aprobación de la nueva ley de Seguridad Nacional. Sobre estos y otros temas SEMANA habló con ellos.

SEMANA: La ofensiva del Guaviare les ha dejado la sensación a los colombianos de que estamos llegando a una nueva etapa en la guerra. ¿Es esto verdad?

Fernando Tapias: En cierta forma sí. Yo creo que nunca el Ejército colombiano había estado mejor preparado que en la actualidad. Piensen ustedes que hace sólo cuatro años el comandante del Ejército de ese entonces me pidió 40 paracaidistas para hacer frente a una toma guerrillera. Y no pudimos. No había avión, no había paracaidistas, no había paracaídas. Esta semana movilizamos al Guaviare, en la operación 7 de Agosto, a 3.000 hombres en menos de 24 horas.

SEMANA:¿Es un nuevo Ejército?

Jorge Enrique Mora: Es un Ejército muy superior. No sólo cuantitativamente sino cualitativamente. Hemos pasado de 60.000 hombres en capacidad de operar a 110.000. Y reemplazamos los bachilleres por soldados profesionales.

SEMANA: ¿Y cuál es el cambio cualitativo?

J.E.M.: La moral de la tropa es otra hoy. Durante tres años la guerrilla tuvo muchos éxitos y esto desmoralizó. En esa época eran más los soldados que se entregaban que los que caían en combate. Y eso en nuestra profesión es un indicador muy grave. Hoy eso le sucede a la guerrilla. Desde agosto de 1998 no ha habido un solo soldado que se haya entregado al enemigo. Eso se debe también al trabajo que venimos realizando conjuntamente con todas las fuerzas. Aquí ya nadie opera por su lado. Es una sola unidad: Ejército, Fuerza Aérea y Armada.

SEMANA: ¿A qué obedece esa actitud?

F.T.: Es que hasta hace poco el país nunca aceptó que estábamos en guerra. Ni la sociedad ni las Fuerzas Militares. La que estaba en guerra era la guerrilla, pero no nosotros. Hoy eso ha cambiado. Y ese sentimiento no sólo se ha manifestado dentro de las Fuerzas Armadas sino en toda la sociedad.

J.E.M.: Es que la guerrilla era considerada como un catarro. En otras palabras: que molestaba pero no mataba. Y uno puede convivir con un catarro pero no con una fiebre de 40 grados.

SEMANA: ¿Tiene algo que ver la recesión con toda esta situación?

F.T.: Yo creo que sí. Porque nos habíamos acostumbrado a que en Colombia siempre existía la guerrilla pero siempre había crecimiento económico. Con guerrilla y sin crecimiento económico las cosas se ven de otro color.

SEMANA: ¿Qué tan bien equipadas están hoy las Fuerzas Militares?

F.T.: Déjeme darle sólo un ejemplo. Hace tres años únicamente teníamos cuatro helicópteros artillados que ni siquiera podían volar de noche. Dos de ellos siempre estaban en mantenimiento. Ahora, en poco tiempo, vamos a tener 16 artillados. Y para transporte de tropas vamos a pasar de 13 a 78.

J.E.M.: En un país con la topografía de Colombia el helicóptero es un arma fundamental para inclinar la balanza en una guerra.

SEMANA: Como van las cosas en los próximos años se va a agudizar la guerra…

F.T.: Lamentablemente podrá ser así. El conflicto va a ser intenso. Vamos a tener un período de dos a tres años en que la situación se va a agudizar antes de encontrar el camino de la paz. El Estado y la sociedad tienen que estar preparados para afrontar esta situación.

SEMANA: ¿Es inevitable ese escenario?

J.E.M.: Es la dinámica del proceso. Así ocurrió en El Salvador y en Vietnam. La guerrilla va a moverse con todo para demostrar que puede tomarse el poder por las armas. Pero gradualmente el poder disuasivo del Estado se irá imponiendo para crear el camino que le permita a la guerrilla entender que la única salida es a través de la negociación.

SEMANA: Un panorama bien complejo…

F.T.: Es el resultado de la fórmula pactada entre el gobierno y la guerrilla. Es decir negociar en medio de la guerra. Como ellos no tienen ninguna posibilidad de llegar al poder ni cuentan con respaldo en las masas, tienen que compensar esto con acciones armadas y terrorismo.

SEMANA: ¿Esto lo hacen para fortalecerse en la mesa de negociación?

F.T.: Sí, pero también para compensar el hecho de que hoy no tienen masas. Hoy el apoyo que tienen de la población es básicamente por miedo. En muchas regiones del país la gente no tiene sino una de dos alternativas: o se va con la guerrilla o se va con los paramilitares. Y si no está con el uno o con el otro no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir.

J.E.M.: Lo cierto es que hoy por hoy las Farc no tienen la capacidad militar de tomarse una población y mantenerse en ella por más de 48 horas. Ya no existe esa posibilidad. La capacidad de reacción la tiene hoy el Ejército. Y eso quedó demostrado en el Guaviare.

SEMANA: ¿Quién ha estado detrás de la modernización del Ejército?

F.T.: Los primeros que creyeron en nuestra estrategia fueron el ministro Rodrigo Lloreda y el presidente Pastrana, quienes se jugaron su prestigio político en favor de nuestra causa. También fue muy importante el ministro Luis Fernando Ramírez, quien consiguió la plata y culminó la labor.

J.E.M.: Si no hubiéramos hecho esto, con el apoyo del Presidente y de los ministros Lloreda y Ramírez, estaríamos peleando aquí en La Calera o en Ciudad Bolívar. Así estaban las cosas cuando llegamos nosotros hace tan sólo tres años.

SEMANA: Bueno, y a los gringos…

J.E.M.: Ellos son pragmáticos. Apoyan cuando ven resultados y tienen mucha fe en lo que estamos haciendo.

SEMANA: ¿El Ejército colombiano está en condiciones de derrotar a la guerrilla?

J.E.M.: Yo quisiera aclarar dos malentendidos permanentes que existen sobre este punto. Uno, que ni el Ejército puede derrotar a la guerrilla ni la guerrilla puede derrotar al Ejército. Eso no es cierto. El Ejército de hoy está en capacidad de ganar la guerra. Y segundo, que si se acaba el proceso de paz viene una guerra terrible que acabará con el país. Eso tampoco es cierto porque ya estamos en esa guerra.

SEMANA: ¿Pero qué es ganar la guerra?

F.T.: Esa pregunta es pertinente porque obviamente no se trata de matar 30.000 guerrilleros. De lo que se trata es de debilitarlos militarmente hasta que vean en la negociación la mejor salida al conflicto. La guerrilla tiene que entender que no puede tomarse el poder por medio de las armas.

SEMANA: ¿Se sienten ustedes en condiciones de hacerlo?

J.E.M.: Sí, por las razones que enumeramos anteriormente. El proceso de paz ha servido para que la población conozca a la guerrilla y la odie más. Los colombianos antes consideraban que esta era una guerra injusta y que algo de razón tenían los guerrilleros en su insurgencia. Hoy casi nadie piensa eso. Se está percibiendo en la opinión pública que hay una guerra justa por parte del Estado e injusta por parte de la guerrilla.

SEMANA: ¿La zona de distensión se ha convertido en el dolor de cabeza de ustedes?

F.T.: Cuando se negocia la paz en medio de la guerra hay dos estrategias simultáneas: una política y una militar. La zona de distensión tiene que ser analizada en este contexto. Políticamente es la base del proceso de paz. Militarmente sería torpe no reconocer que ha fortalecido a la guerrilla. En términos nacionales se compensa lo uno con lo otro.

SEMANA: ¿Cómo la zona de distensión ha fortalecido a la guerrilla?

F.T.: Allá a los guerrilleros los organizan, los entrenan y los sueltan para otras zonas del país. Eso les permitió adquirir una capacidad logística que no tenían.

SEMANA: ¿Pueden ser más concretos?

F.T.: Antes de la zona de distensión la capacidad logística de un guerrillero era lo que llevaba en el morral. Eso le daba máximo para ocho días de supervivencia. Ahora tienen hospital de campaña, centros de entrenamiento, instructores como los del IRA, escuela de cuadros para preparar cabecillas. Eso antes no lo tenían.

SEMANA: ¿A qué vinieron los hombres del IRA?

F.T.: No precisamente a intercambiar conceptos políticos sobre los dos procesos de paz. Eso lo hace uno en una charla de dos o tres horas y no en cinco semanas. Todas las evidencias que tenemos y que tiene la Fiscalía es que estaban preparando a las Farc en terrorismo urbano. Allá en La Macarena el hermano de ‘Jojoy’ está en la tarea de actualizar una serie de cuadros en la lucha terrorista. Ahora, dos servicios de inteligencia extranjeros confirmaron con pruebas técnicas que en las ropas de estos tres individuos se encontraron muestras de explosivos, de heroína y de anfetaminas.

SEMANA: ¿Cuántos guerrilleros de las Farc hay hoy en Colombia?

F.T.: En los últimos años las Farc han crecido en unos 5.000 hombres. En la actualidad calculamos que son alrededor de 16.500 en cuadrillas rurales y 10.000 en milicias urbanas. Del ELN son cerca de 4.000.

SEMANA: Ustedes dicen que están más preparados para ganar la guerra pero las Farc también están creciendo…

J.E.M.: Sí, pero es más cuantitativo que cualitativo. Hace tres años un soldado bachiller tenía miedo de enfrentarse a un guerrillero avezado. Ahora tenemos soldados profesionales y competentes enfrentados a unos niños guerrilleros atemorizados. Por eso es que tantos desertan. En el último año las deserciones de la guerrilla se han incrementado un 400 por ciento.

SEMANA: Ustedes se opusieron al canje. ¿Qué opinan del intercambio humanitario?

F.T.: Es menos grave que el canje que quería ‘Tirofijo’, por lo menos no tiene la posibilidad de repetirse. Lo que temíamos era que se instaurara como un intercambio permanente y esto afortunadamente no sucedió.

SEMANA: ¿Ustedes cómo ven las posibilidades de un cese de fuego?

F.T.: Consideramos que sería acabar con el Estado colombiano. Tal como ha sido planteado hasta ahora implicaría 60 zonas de encuentro en todo el país, donde ellos puedan seguir secuestrando, extorsionando y refugiándose después de sus ataques. Todo esto sin que el Estado pueda entrar a contraatacar. El cese al fuego sin un cese de hostilidades sería tremendamente nocivo para la seguridad del país. De la manera como lo plantean las Farc no es viable.

SEMANA: ¿Esa es la propuesta de las Farc?

F.T.: En la práctica sí. Ellos plantean que para el cese al fuego en cada frente de las Farc se cree una zona de seguridad. Imagínense ustedes: allí no habría autoridad militar, ni judicial y la única ley sería la de las Farc.

SEMANA: ¿Cuál sería la salida?

F.T.: Para que haya un cese al fuego tienen que llenarse dos condiciones. En primer lugar, que todos los guerrilleros se metan en la zona de distensión en el Caguán. Allá caben todos. Y allá por lo menos sabemos dónde están. Pero aun si se consigue esto el cese al fuego tendría que ir acompañado de un cese de hostilidades. Si no es así tendríamos que quedarnos en nuestras guarniciones mientras las Farc secuestran, extorsionan y hacen pescas milagrosas.

SEMANA: El gobierno está buscando llegar a un acuerdo con las Farc antes del 7 de agosto para no terminar con las manos vacías. ¿Qué consideran ustedes factible?

J.E.M.: Hay cosas que políticamente no les rinden a las Farc y que podrían facilitar. Por ejemplo el tema de los retenes y las pescas en las carreteras. De pronto los cilindros de gas contra los pueblos. Eso no sería un cese de hostilidades sino una reducción de hostilidades.

SEMANA: ¿A ustedes les parece poca cosa?

F.T.: No se equivoquen. Todo lo que disminuya el conflicto es un hecho positivo. Si ‘Marulanda’ quiere realmente la paz y que la gente vuelva a tener credibilidad en el proceso tiene que apuntarle al cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario que, de hecho, significa una reducción en las hostilidades. Hasta el momento a ‘Marulanda’ le gusta más recibir que dar.

SEMANA: ¿Y el ELN?

F.T.: Lo que conozco es que el gobierno había llegado a un principio de acuerdo para crear una zona de encuentro con unas normas y una reglamentación definidas entre el gobierno y el ELN. A última hora el ELN se retractó de todos los acuerdos e hizo unas exigencias imposibles de cumplir, colocando al gobierno en la posición de suspender las conversaciones.

SEMANA: Un tema que se ha vuelto polémico tiene que ver con la Ley de Seguridad Nacional. ¿Cómo la conciben?

F.T.: Era un anacronismo que un país en la situación que está viviendo no tuviera una ley de defensa y seguridad. Eso no lo entiende nadie. Y la polémica a la que ustedes se refieren está centrada en un solo punto: las facultades de policía judicial que se les otorgó a las Fuerzas Militares. Que no es cosa distinta a que en aquellas circunstancias en que la Fiscalía no pueda acompañar al Ejército éste podrá ejercer funciones judiciales. En otras palabras, recoger los cadáveres en el sitio del combate.

J.E.M.: Pero eso lo realizará un grupo de oficiales escogido, coordinado y preparado por la Fiscalía. Nosotros a veces estamos en plena persecución de cuadrillas de la guerrilla y tenemos que dejar a soldados cuidando los cadáveres del enemigo hasta tanto no llegue un fiscal. Y ese fiscal se puede demorar hasta una semana en llegar al sitio como nos ha ocurrido.

SEMANA: Se ha cuestionado la relación de algunos miembros de las Fuerzas Militares con la autodefensa...

J.E.M.: No nos ha temblado la mano para combatir con igual intensidad tanto a la guerrilla como a los paramilitares. Los resultados operacionales contra los paras en estos dos últimos años se han venido superando en un ciento por ciento. Eso demuestra que hay una política institucional. Tenemos hombres muertos en combates con las autodefensas. También los que se han metido con los paras, después de retirados, han sido dados de baja en combate.

SEMANA: Pero hay un sector de la opinión que insiste en esa estrecha relación.

J.E.M.: No existe esa relación. Hay miembros que han cometido el error de tener contactos con los paras. Pero los hemos retirado y las investigaciones judiciales las hemos respaldado. Tenemos muy claro el asunto: debemos combatirlos a todos y eso estamos haciendo. Las cifras son contundentes. Durante el primer semestre de este año han sido abatidos en combate 53 miembros de las autodefensas. Han sido capturados 336.

SEMANA: Debe ser muy frustrante la fuga de cabecillas de la guerrilla de las cárceles.

F.T.: Hay que fortalecer el sistema legal y carcelario. Los menores son inimputables y se convirtieron en carne de cañón para el delito. Los sicarios, secuestradores, guerrilleros son en buena parte menores de edad. En la Operación Berlín, en Santander, un buen número de las cuadrillas de las Farc estaban conformadas por menores. El otro problema con la salida de la gente de la cárcel es que la Constitución del 91 determinó que nadie puede ser objeto de una medida precautelativa si no tiene un defensor de oficio. Buena parte de los detenidos no tienen acceso a un abogado y terminan saliendo de las cárceles por vencimiento de términos. En Antioquia, en un estudio que hicimos con el gobernador, de 22.000 capturados únicamente 1.500 estaban en la cárcel y los demás habían salido por todas estas cosas que les estoy comentando. Son problemas estructurales que hay que solucionar de manera urgente.

SEMANA: ¿Qué tan optimistas son ustedes frente a la paz en Colombia?

F.T.: A pesar de todo soy optimista. Creo que en cinco años o algo así este país se va a arreglar. Al fin y al cabo todas las guerras no son eternas. Creo que ésta va a ser dura en su etapa final pero va a terminar. El próximo gobierno tendrá todas las bases para consolidar la paz.

J.E.M.: Yo estoy de acuerdo. Creo que un proceso como el que está viviendo Colombia puede llevarse a cabo por dos gobiernos en ocho años. No descarto que al final del próximo gobierno se haya llegado a la definición de la guerra en Colombia. Lo que sí les podemos garantizar es que nunca van a ver a ‘Marulanda’ y al ‘Mono Jojoy’ en el Palacio de Nariño.



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