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Exclusivo: la única entrevista que el capo dio en vida

Carlos Enrique Salazar, alias ‘Guerrero’, solo habló con SEMANA. Así fue el reportaje

19 de julio de 2013
Carlos Enrique Salazar, alias ‘Guerrero’ | Foto: .

A finales de octubre del 2012, SEMANA hizo un viaje al nido de los 'Rastrojos', en donde esta revista entrevistó en exclusiva a Carlos Enrique Salazar, alias ‘Guerrero’, el exparamilitar que en las últimas horas cayó en medio de una intensa balacera en un enfrentamiento con grupos especiales de asalto de la Policía en el sector de Rio Frío en el inexpugnable cañón de Garrapatas.

En aquella ocasión SEMANA contó que desde hace décadas esta región del país ha estado marcada por constantes guerras entre las FARC, el ELN, ‘narcos’ y bandas criminales, que han luchado por su dominio. Ubicado entre los límites del Valle y Chocó, el cañón es estratégico para la guerra y para los narcotraficantes, pues es un corredor que comunica al centro del país con el occidente y con la salida al Pacífico por el Chocó.

En ese paraje hay cultivos de coca y en las partes altas, de amapola, base del opio y la heroína. La droga que allí se produce, y la que es enviada desde otros lugares del país, obligatoriamente debe atravesar por las montañas del cañón para llegar a las selvas chocoanas, desde donde es transportada por río hasta la costa del Pacífico para ser embarcada rumbo a Centroamérica. Por esta razón, el cañón de Garrapatas es considerado una joya de la corona en el mundo criminal y se lo han disputado todos los grupos armados.

En el completo reportaje se informó que desde 2008 el lado del cañón y la cordillera que dan hacia el valle son dominados por los Rastrojos, que se hicieron a su control en batallas libradas en las cúspides y pueblos de la zona, que dejaron centenares de muertos y desplazados.



Los últimos enfrentamientos a gran escala se libraron hace tres años cuando el cartel del norte del Valle se dividió entre Machos y Rastrojos. Unos 180 'Rastrojos', de Javier Calle Serna, alias Comba, pelearon contra los Machos de alias don Diego, entonces jefe del cartel del norte del Valle. Las balaceras y los muertos que dejó esa lucha ocuparon en su momento los titulares de la prensa. Finalmente, los Rastrojos se impusieron.

El hombre que lideró esa cruenta victoria era un desconocido para el país, pero en el Valle, especialmente en el norte, es tristemente célebre y temido. Se trata de Carlos Enrique Salazar, alias 'Guerrero', el hombre al que las autoridades dieron muerte.

SEMANA fue testigo de cómo sus hombres, que le obedecían ciegamente, le decían padre y él mismo sostenía que no es comandante sino líder. Conocido con el alias de Guerrero, era el jefe de la banda de los 'Rastrojos' en el Valle. Fue uno de los fundadores de esa estructura criminal y fue encargado por alias 'Comba', hace cinco años, de reclutar y entrenar en el cañón de Garrapatas a todos los integrantes de esa bacrim que fueron enviados luego a Norte de Santander, Eje Cafetero, Cauca y parte de la costa Atlántica, en el proceso de expansión de ese grupo que duró hasta hace poco, cuando sus principales jefes se entregaron a las autoridades o fueron capturados.



El jefe máximo de los 'Rastrojos' era Javier Calle Serna, alias 'Comba', quien en abril del 2012 se entregó a las autoridades estadounidenses. El líder militar de la organización era Diego Pérez, alias Diego Rastrojo, capturado por la Policía en junio. Sin embargo, con excepción de los propios integrantes de la banda y unas pocas autoridades, casi nadie sabía que Guerrero encarnaba el verdadero poder que llegaron a tener los Rastrojos desde las alturas del cañón de Garrapatas.

La historia de este moreno de 1,75 metros de estatura, 120 kilos de peso, trenzas en el pelo adornadas con chaquiras de colores y un discurso que combina el de un pastor con el de un comandante paramilitar, era poco conocida públicamente, pero en el mundo de los paramilitares, narcos y bacrim, él era muy popular (ver video).

Aunque solo tenía 32 años de edad, había pasado más de la mitad de su vida en la guerra y al margen de la ley. Se escapó de su casa en una vereda en el Urabá chocoano a los 13 años. Con papeles falsos ingresó a los 16 años como soldado en la brigada XVII en Urabá en 1996. Esa época estuvo marcada por las masacres y la llegada de los paramilitares a esa zona. "Siempre quise ser militar. Me gustaban los uniformes y las armas. Pero cuando ya llevaba dos años un sargento descubrió que usé la cédula de un hermano para meterme al Ejército y ahí me sacaron", contó Guerrero en aquella ocasión.

Desde los 18 años se dedicó a "ser bandido y gatillero". Gracias a su habilidad con las armas, un amigo del Ejército lo recomendó para trabajar como escolta del jefe del cartel de Cali, Miguel Rodríguez Orejuela. "Solo duré nueve meses porque a mí lo que me gustaba era la guerra", le aseguró a SEMANA.

Regresó a Urabá y los paras de la zona le ofrecieron entrar a formar parte de una estructura que las AUC estaban creando, el Bloque Central Bolívar (BCB), el cual llegó a ser el más grande de todos, con 5.500 hombres en diez departamentos. "En 1999 llegue a Caquetá y comencé como patrullero raso, bajo las órdenes de Rafa Putumayo. Llegamos 150 hombres y la idea era copar el departamento, que estaba lleno de guerrilla". Para 2004, el BCB en Caquetá tenía 1.500 hombres y había ejecutado innumerables masacres y desplazamientos. El segundo al mando de ese bloque en Caquetá era 'Guerrero'.

En ese departamento no era conocido por ese alias sino por el de Asprilla, un apodo que causaba terror. Su nombre y su foto aparecieron en los afiches de los delincuentes más buscados del país. En 2005 el BCB se desmovilizó como parte de los acuerdos entre el gobierno de Álvaro Uribe y las AUC. Guerrero no quiso desmovilizarse y se fue a vivir a Cali. Allí lo buscaron varios de sus antiguos compañeros para matarlo por no haber acatado la orden de desmovilizarse.

En 2006 supo que Comba estaba buscando a un hombre con experiencia en la guerra para crear los Rastrojos y enfrentar a los Machos. El elegido fue Guerrero, quien buscó a exparas conocidos para empezar a armar esa banda que llegó a tener 1.500 hombres.

El lugar escogido para las bases y los campamentos de entrenamiento fueron las cumbres del cañón de Garrapatas. Desde allí Guerrero, quien no se desprendía de su pistola nueve milímetros ni de Chirrete, su perro tuerto de raza indefinible, lideraba la banda y su expansión. Hasta allí llegaron las autoridades y le pusieron fin a esta máquina de matar.

Vea aquí el video de ‘Guerrero’