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¿De qué hablan las FARC y ELN en La Habana vestidos de civil?

Años después de la histórica guerra a muerte en la que se enfrascaron por los territorios del país, desarmados y con la vista fija en un escenario de posconflicto, la cúpula de ambas guerrillas trabajan en la fórmula de la llamada "paz completa".

9 de mayo de 2017
| Foto: Archivo Particular

Hace más de 50 años, ‘Tirofijo‘ y Fabio Vásquez fundaron las FARC y el ELN con un claro ideal revolucionario: derrocar el Estado colombiano. Hoy, en el ocaso de sus vidas, sus herederos, ‘Timochenko‘ y ‘Gabino‘, desarmados y de civil sentados alrededor de una mesa atiborrada con tazas de tinto, botellas de agua y computadores, queman palabras en busca de una fórmula para la llamada "paz completa".

Carlos Antonio Lozada, Mauricio Jaramillo, Joaquín Gómez, Iván Márquez y Timoleón Jiménez se ubican a un costado de la habitación. Aunque ahora se sientan frente a otro interlocutor, la guerrilla más vieja del continente pisa de nuevo las instalaciones del complejo de la diplomacia cubana, El Laguito. Frente a ellos, en un espacio menos suntuoso, Antonio García, Pablo Beltrán y Nicolás Rodríguez Bautista -que se desprendieron de sus camuflados- toman atenta nota en sus agendas.

Después de una década, y con la bendición del Gobierno, con esa escena se termina de desdibujar la guerra sin cuartel que libraron -entre sí- por el control del territorio en el país. Historias de traiciones, fusilamientos y centenares de muertos que trazaron la historia paralela de las dos guerrillas que se sientan este martes y miércoles en Cuba para reescribirla.

La cumbre del Secretariado y el Comando Central no tiene otro objetivo más que sincronizarlos alrededor de un sólo proyecto de paz. Si bien es cierto que los elenos quieren un acuerdo a su medida y han desterrado la posibilidad de que se les imponga lo que ya se negoció, en medio del accidentado inicio de los diálogos en Quito, escuchar lo que les tiene que decir las FARC es sentarse a conversar con lo que para ellos sería un actor creíble.

Ambas guerrillas se atornillan en diferentes puntos de la historia. Mientras las FARC culmina el proceso de dejación de armas y espera que se termine de instalar el andamiaje jurídico que garantice su tránsito a la vida civil, el ELN, por su parte, encara los llamados que le hace el Gobierno para que acate el Derecho Internacional Humanitario y de una vez por todas deje de secuestrar.

"Es una torpeza adicional de las muchas que viene cometiendo el ELN", dijo este martes el jefe del equipo negociador del Gobierno, Juan Camilo Restrepo, minutos después de que las autoridades informaron que las ocho personas retenidas en Chocó habían recuperado la libertad. Palabras que cargan una dosis de reclamo cuando se recapitula el acuerdo del pasado seis de abril al cierre del primer ciclo de las negociaciones.

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Las comparaciones son odiosas, pero cada vez que aparecen hechos que le quitan madurez al proyecto definitivo de paz que se discute en Ecuador, es inevitable recordar la dinámica que tuvo la negociación con las FARC. Quizás por eso el encuentro que congrega a la cúpula de las guerrillas también va encaminado de alguna manera a poner el pie en el acelerador.

"Las FARC están cerca de la incorporación definitiva a la vida civil y le persistencia del ELN en el conflicto armado evidentemente genera muchas dificultades en las zonas rurales. Ese conflicto que sigue vivo genera inseguridad y también puede llevar a que otros actores armados se fortalezcan", manifestó el analista Eduardo Pizarro para quien la discusión también versará alrededor de los riesgos de encontrarse con un Gobierno en el 2018 que no tenga la misma disponibilidad para llegar a un consenso de paz y la desventaja del inicio de la era Trump.

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Aunque la cita en La Habana se lleva a cabo sin una agenda pública, se comienza a abonar el terreno para un escenario en el que los hombres comandados por Gabino contemplen la posibilidad de suscribir temas trascendentales de la negociación que parecen imposibles de renegociar como el modelo de justicia, la participación política y la reparación a las víctimas.

No es fácil y menos cuando tanto las FARC como el ELN quieren poner su propio sello. "Son dos guerrillas: la una prosoviética y la otra procuba. Ambas tuvieron diferencias profundas en algunos territorios del país como Arauca y Cauca. Incluso, hay sectores radicales del ELN que creen que la negociación que ya se firmó no fue profunda y por eso plantean más reformas. (...) Uno de los temas difíciles que es que los elenos no se sienten cómodos en la democracia liberal y son más próximos a un modelo directa como el bolivariano", añadió Pizarro sobre los interrogantes que deja lo que sería su tránsito a la política.

Sin embargo, el problema va más allá. El modelo de negociación que se ha forja en Ecuador es más ambicioso que el que sirvió de ruta en Cuba. La metodología que contempla requiere montar una discusión en la que la participación social se roba el protagonismo. “Ellos desean una negociación directa entre el Estado y unos grupos de la sociedad. El ELN quiere modificar la estructura del Estado como está concebida: un Estado liberal, burgués que le sirve a unos pocos. Ahí está el nudo gordiano”, le dijo a Semana.com el politólogo Germán Ayala sobre el modelo en el que pareciera que la guerrilla no tiene vocación de poder sino que se ve como un facilitador.

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Todo está por contarse, pero omitiendo el fugaz encuentro que hubo entre las FARC y el ELN en el 2013 y el acompañamiento al cierre del primer ciclo en Ecuador, la posibilidad de trabajar juntas por un proyecto de paz no se experimentaba desde que estuvieron cobijadas por la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, cuando entablaron un diálogo con el gobierno, en Caracas, Tlaxcala y México.

"Es una reunión en la dirección de hacer confluir el proceso de paz que se viene implementado con el que está en ciernes. El país gana si logramos una paz completa en la que el ELN también firme un acuerdo de superación del conflicto. Por supuesto, también ganan las FARC porque en el proceso de transición será frágil si ambas guerrillas no suscriben un acuerdo y por el contrario una de ellas se convierten en un factor de perturbación en las regiones donde han compartido y, claro, gana el ELN porque no se queda por fuera del carro de la historia", señaló Antonio Sanguino.

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Durante estos dos días, las FARC -en modo conejillo de indias- intercambia experiencias de lo que fue la negociación con el Gobierno, a los elenos. Media para alinear ambos procesos, resaltar puntos de encuentro que ayuden a enrutar propuestas que frenen la violencia en algunas zonas de la Colombia rural donde no se sienten los réditos de la dejación de armas. A la fecha, parece que hay más cosas que las acercan, que las que las distancian. Sin  embargo, falta ver si deciden abandonar el hermetismo y compartir este miércoles las conclusiones que deja el histórico encuentro en La Habana.