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Fueron las Farc

El frustrado secuestro de Liliana Gaviria era parte de una ofensiva contra la clase dirigente para desacreditar al gobierno y valorizar la bolsa del intercambio humanitario.

6 de mayo de 2006

Una mujer fue la clave para ayudar a esclarecer la investigación sobre el crimen de Liliana Gaviria. Con su ayuda, las autoridades lograron en un tiempo récord identificar a los responsables del homicidio. Resultaron ser miembros de la columna móvil Teófilo Forero de las Farc. Aunque la hipótesis de la autoría de las Farc en el frustrado secuestro se consideró desde el primer momento, el anuncio del gobierno y la Fiscalía sobre la participación de la temida Teófilo Forero confirmó el peor escenario. En otras palabras, era una evidencia sólida de que las advertencias e informaciones sobre un interés de las Farc de sabotear las elecciones y atentar contra dirigentes políticos tenían sustento.

La historia de cómo se llegó a esta conclusión y sus implicaciones para el país comienza en el mismo momento en que la testigo estrella presenció cómo los noticieros de televisión mostraban las imágenes del Mazda 626 rojo en el que se movilizaron los sicarios. Quedó impresionada. Y no era para menos. Ella no sólo había estado montada en múltiples ocasiones en ese vehículo, sino que conocía perfectamente a sus dueños. Durante los últimos dos meses se había hecho amiga de un grupo de personas que había llegado a vivir a Dosquebradas y que había alquilado una habitación en la misma casa en la que ella vivía. Eran dos hombres y una mujer con quienes disfrutó de paseos y rumba. La última vez que los vio fue a las 6 de la tarde del día del crimen. Los dos hombres salieron apresurados de la habitación, y la mujer, 20 minutos más tarde. Le causó extrañeza que sus amigos iban inusualmente afanados y con una inocultable angustia en sus rostros.

No lo pensó dos veces. Se le vinieron de nuevo a la mente las imágenes del carro y las relacionó con sus amigos. En medio de los nervios y la angustia decidió ir hasta la sede del CTI de Pereira y contarles lo que había vivido con ellos. Hasta ese momento, las autoridades tenían sólo la pista del Mazda rojo. Habían encontrado huellas digitales, colillas de cigarrillo, una botella de aguardiente, sangre y la tarjeta de propiedad del vehículo. En poco tiempo lograron establecer que una persona en Cartago se lo había vendido a Javier Rendón, a quien le allanaron su casa en Pereira y lograron conseguir fotografías recientes. Se trataba de un pereirano de 45 años, robusto, casado y cuyo negocio de venta de hilos se había quebrado. Aunque tenían su foto, no habían podido establecer quiénes eran realmente los sicarios.

Por eso, cuando esta mujer comenzó a relatarle al director del CTI, Víctor García, que ella conocía el Mazda rojo, quiénes eran sus amigos y cuándo los había conocido, el funcionario se sorprendió frente a la información que le estaba suministrando. Con lujo de detalles describió los rasgos físicos de cada uno, con los que se elaboraron los retratos hablados. Contó que unos tenían acento opita y otros caqueteño. Le dio la dirección de la casa que compartieron y los números de los teléfonos celulares. Cuando García le enseñó la fotografía de Javier Rendón, sorprendida dijo: "Ese es Jota". Relató que él era el hombre que conducía el Mazda rojo, el que había alquilado la habitación, hacía compras, pagaba los gastos en los paseos y las cuentas de los celulares. De inmediato García compartió esta información con el general Óscar Naranjo, jefe de la Dirección Central de Inteligencia Judicial (Dijín). En ese momento decidieron conformar varios frentes de tr abajo. Varios hombres del CTI allanaron la casa en Dosquebradas. Otro equipo de la Dijín recorrió los alrededores del conjunto campestre en donde vivía Liliana Gaviria. Entrevistó testigos y buscó información con los retratos hablados. Y un tercer grupo, apoyado por inteligencia militar, hizo la triangulación de los números celulares que suministró la testigo y rastrearon las entradas y salidas de las llamadas.

La sorpresa no pudo ser mayor. Al realizar el cruce de llamadas con las bases de datos en los registros de inteligencia, se descubrió que varios de los números telefónicos coincidían con celulares utilizados por algunos integrantes del frente Aurelio Rodríguez de las Farc que actúa en Risaralda, y otros de miembros de la columna móvil Teófilo Forero.

Con estos datos decidieron mostrarle a la testigo un álbum con 45 fotografías de integrantes de la Teófilo Forero. Ella reconoció a tres miembros que resultaron siendo sus amigos. Se trataba de Alexánder Puerta Triana, Beatriz Villalba Betancur, a quien conocía como Tatiana, y Armando Hermosa Tovar. Las autoridades afirman que este hombre, conocido con el alias de 'Rubén', es uno de los escoltas de Óscar Montero, alias 'El Paisa', jefe de la Teófilo.

Mientras tanto, el grupo del CTI allanó la casa en Dosquebradas y descubrió nuevas pistas. En el cuarto en donde vivían los tres sicarios estaban todas sus pertenencias personales abandonadas. Había ropa, dos cepillos de dientes, facturas de compra y unas bolsas plásticas del almacén Éxito. Aunque este último hallazgo parecía inocuo, resultó fundamental. Revisando los videos de las cámaras de seguridad del almacén descubrieron que el 16 de abril, 11 días antes del crimen, Beatriz, Armando y Jota entraron al establecimiento y compraron celulares. Para ese momento, el equipo de investigadores de la Dijín que recorrió el barrio de Liliana Gaviria ya tenía ocho testigos más que también habían identificado al grupo de sicarios.

El Mazda rojo les siguió dándo pistas a las autoridades. Apareció un testigo en Santa Rosa de Cabal que les contó que había visto ese carro entrando varias veces al parqueadero de una finca campestre en ese municipio. Allí encontraron dos pipetas de oxígeno, cinco bolsas de suero, cuerdas y un colchón. Los secuestradores habían construido una especie de caleta metálica que, según las investigaciones, sería utilizada para llevar escondida a Liliana Gaviria. La caleta estaba diseñada para ser camuflada en la parte trasera de un camión de carga. Los elementos encontrados les hacen suponer a las autoridades que el objetivo de los secuestradores era llevar a Gaviria hasta algún lugar en Huila o Caquetá. Con los datos que suministró este testigo, el viernes pasado a las 6:30 de la tarde se logró capturar en Santa Rosa a Norbey García, alias 'El Mono' que, aunque no pertenece a la Teófilo Forero, fue quien acompaño a 'Jota' a conseguir el sitio y todos los elementos para armar la caleta.

Armados con toda esta información, el viernes pasado el vicefiscal, Jorge Armando Otálora; la directora del CTI, Marilú Méndez; el director de la Policía, general Jorge Daniel Castro, y el director de la Dijín, general Óscar Naranjo, presentaron en Pereira las primeras conclusiones de la investigación. Después de cuatro audiencias ante los jueces de garantía, se expidieron cinco órdenes de captura contra las personas involucradas en el crimen.

La estrategia de las Farc

Estos resultados de la primera etapa de la investigación son muy positivos, especialmente si se tiene en cuenta que se lograron en apenas una semana. Pero como toda investigación criminal inicial, todavía quedan muchos interrogantes sin respuesta. Risaralda no ha sido una zona donde tradicionalmente actúe la columna móvil Teófilo Forero, pero eso ha empezado a cambiar desde el año pasado. A principios de 2005, un importante ganadero de 70 años fue secuestrado en zona rural de Pereira, en circunstancias similares a las que rodearon el intento de secuestro de Liliana Gaviria. Meses después se supo que quien estaba exigiendo el rescate del anciano era la Teófilo Forero. Según versiones oficiales, este secuestro habría sido cometido por una pandilla de delincuentes comunes que luego lo entregaron a las Farc, que le pedían a la familia cinco millones de dólares por su liberación. Este es el primer elemento con el que cuentan los organismos de inteligencia para ratificar que la presencia de esta tenebrosa columna guerrillera no es nueva en la región.

De todos modos, el caso de Gaviria es diferente. Por tratarse de un secuestro político, es poco probable que la guerrilla usara delincuentes comunes. La Teófilo Forero se ha infiltrado en varias ciudades a través de grupos de milicianos locales. Aunque su principal área de acción está en Huila y Caquetá, también se sabe que asesoró al comando que secuestró a los diputados de Cali, y que ha actuado en Bogotá en varias ocasiones. Por eso no es descabellado pensar que también estarían ingresando al Eje Cafetero con sus propias milicias. Sin embargo, la pobreza logística de la acción y la torpeza de sus ejecutores, que dejaron rastros por todas partes, son un cabo suelto sin respuesta.

Si se confirman los primeros hallazgos de la investigación, el asesinato de Liliana Gaviria estaría dando por lo menos dos mensajes muy preocupantes para la seguridad del país. El primero es que las Farc están entrando en zonas donde otrora no eran fuertes, como parte de su respuesta a las operaciones en el sur del país. Y por el otro, que la clase política sigue estando en la mira de sus operaciones.

¿Para qué querían las Farc secuestrar a la hermana de César Gaviria? La respuesta obvia es que querían afectar la percepción de seguridad que hay en el país, en plena campaña electoral. Existen indicios de que las Farc intentan desde hace varios meses realizar acciones de envergadura que den una sensación de colapso. Parte de esta estrategia sería secuestrar o atentar contra familiares de líderes políticos, como Liliana Gaviria. La hermana del ex presidente era vulnerable por su poca protección, y su secuestro tendría impacto internacional, pues se trata no sólo de un ex mandatario de Colombia y jefe de la oposición, sino del ex secretario general de la OEA. Con Liliana Gaviria en cautiverio, las Farc elevarían la 'bolsa' del intercambio humanitario y esperarían que sectores de la clase política presionaran para que éste se realice a toda costa. Desde febrero de 2003, cuando secuestraron a los tres contratistas estadounidenses, las Farc no han podido incrementar su número de personalidades canjeables. Al mismo tiempo, dada la polarización política de esta campaña, pondría al presidente Álvaro Uribe en una situación difícil, pues mostraría poca capacidad para proteger a los miembros de la oposición.

No es la primera vez que un grupo al margen de la ley usa el secuestro de familiares de importantes políticos o personajes de la vida pública para presionar al gobierno. Justamente durante los primeros meses del gobierno de César Gaviria, en 1990, los 'Extraditables', encabezados por Pablo Escobar, secuestraron a Diana Turbay, Maruja Pachón, Francisco Santos, entre otros, con el fin de obligar al gobierno a echar para atrás la extradición. Diez meses después, la Asamblea Nacional Constituyente prohibió la extradición de nacionales. ¿Intentan las Farc una estrategia similar? ?

El tiro por la culata

Sin embargo, a las Farc todo les salió mal en esta operación. Para los organismos de seguridad es claro que el secuestro falló desde el primer momento. Una de las balas que dieron en el cuerpo del policía José Fernando Vélez, lo atravesó a él y siguió su trayectoria hasta el vientre de Liliana Gaviria. Y de allí a su corazón. Por eso, pocos minutos después tuvieron que abortar la operación, dejando abandonado el Mazda rojo, que terminó siendo la clave de la investigación.

Coincidencialmente, la semana pasada también fue capturada toda la red de milicias que contribuyó a que fueran masacrados nueve concejales en Rivera, Huila, con la complicidad de uno de los propios ediles. Si a eso se le suma el estallido de un edificio en el centro de Bogotá hace tres semanas, y el atentado terrorista a un bus de TransMilenio donde murieron tres niños, se puede decir que aunque las Farc siguen en su propósito de llegar a las ciudades, tienen dificultades para actuar en ellas. Una situación explicable en parte por la captura de muchos de sus miembros.

De otro lado, si la pretensión de las Farc era afectar la campaña electoral, han tenido un efecto bumerang. En lugar de debilitar a Uribe, pueden lograr exactamente lo contrario. Especialmente porque le dan argumentos al gobierno para profundizar en su política de seguridad. Al mismo tiempo, se distancian cada vez más de sectores de la oposición. Atacar al ex presidente Gaviria, que ha sido un duro crítico de Uribe, y que ha marcado una distancia enorme con el proceso con los paramilitares, indica que la Teófilo Forero hace cálculos militares, no políticos.

El panorama no es tranquilizador. La Teófilo Forero es considerada la punta de lanza de las Farc. Su modo de actuar refleja las transformaciones más recientes de esa guerrilla. Así ocurrió a mediados de los años 90, cuando este grupo se tomó las bases militares de Miraflores y El Billar. Allí la Teófilo Forero actuó como el cuerpo elite que penetró en estas guarniciones para atacar desde adentro. También fue la estructura que tomó la delantera en el uso de métodos terroristas como las casas bomba o ataques como el de El Nogal. Luego incursionó en las masacres a concejales. Ahora, atacar a los familiares de importantes líderes le representa alto impacto y poco riesgo para intentar doblegar a la dirigencia del país.

Desde cuando empezó la actual campaña se esperaba que las Farc cometieran actos para desacreditar la política de seguridad democrática. A pesar de la tragedia que significa el asesinato de Liliana Gaviria, la ofensiva ha sido menor de lo que se anticipaba. Paradójicamente, además, el crimen podría no debilitar al gobierno, sino transmitir el mensaje de que se necesita más Uribe. No hay que olvidar que en 2002 fue precisamente el anhelo de golpear a las Farc el que produjo la avalancha electoral que lo trepó en las encuestas y lo llevó a una victoria contundente en primera vuelta.