SEMANA: Ministro, su nombramiento fue muy criticado por los ambientalistas. ¿Qué les respondería?
GABRIEL VALLEJO: He hablado con muchos de ellos después de mi posesión en este cargo. Lo que les he dicho es que hay dos formas de ver la vida. Una es pararse en una esquina y criticar todo y la otra es construir conjuntamente. Yo le apuesto a esa última. A muchos los he invitado a participar, por ejemplo, en la construcción del Plan de Desarrollo.
SEMANA: Pero eso no lo convierte en ambientalista, que es lo que muchos esperaban que usted fuera.
G. V.: Yo respeto a quienes piensan así, pero les pido un compás de espera. Yo tengo humildad para aprender y quiero de verdad acertar.
SEMANA: ¿Qué responde a quienes lo critican por ser un experto en servicio al cliente?
G. V.: Creo que ese tema se ha malinterpretado y entiendo que ha dado hasta para que me hagan caricaturas. Sí, soy un experto en esa materia, incluso a nivel internacional. Pero eso no es un problema, es una ventaja. Lo que haré es un trabajo de servicio: al medioambiente, a la comunidad y a los diferentes sectores.
SEMANA: A usted le van a tocar temas muy álgidos. ¿Qué piensa, por ejemplo, del ‘fracking’?
G. V.: Ese es un tema supertécnico. El Ministerio de Minas y el Ministerio de Ambiente llevan dos años estudiándolo. El gobierno no está improvisando. Se realizaron talleres y reuniones con más de 40 expertos internacionales de altísimo nivel tanto académico como gubernamental, y visitas a las áreas de operación. Estamos seguros que esta actividad puede hacerse en Colombia de la manera más responsable.
SEMANA: ¿Pero cuáles son los riesgos ambientales de esa práctica a la que tantos le temen?
G. V.: Hay que entender que no nos inventamos ahora la estimulación hidráulica o fracking. Se ha realizado hace al menos dos décadas en Colombia para los yacimientos convencionales. Hay cuatro riesgos. El primero es que mientras para un proceso convencional se necesitan 3.000 metros cúbicos de agua por pozo, para esta son 25.000. El segundo es que ha habido contaminación en lugares de Estados Unidos y Canadá, pero eso ha sido principalmente porque construyeron mal los pozos.
SEMANA: Eso suena muy riesgoso…
G. V.: Realmente no, si se aplican las medidas requeridas. Obviamente no puedo garantizar que eso no vaya a pasar, pero sí puedo asegurar que estamos tomando todas las precauciones para que no pase.
SEMANA: ¿Y el tercer riesgo?
G. V.: Tiene que ver con el agua residual del proceso. Nosotros prohibimos que se vertiera en ríos y lagos, y se almacenara en piscinas al aire libre. Planteamos que se pudiera reutilizar, reinyectarla al yacimiento o tratarla. El cuarto riesgo es la sismicidad. Se dice que esta técnica podría inducir movimientos que por lo general no serían perceptibles, pero que podrían alcanzar alrededor de tres grados en la escala de Richter, una cifra que los expertos consideran leve.
SEMANA: ¿Y en qué va Colombia con el fracking? ¿Cuándo comienza a operar?
G. V.: El Ministerio de Minas expidió ya las reglas para explorar con unos requerimientos muy rigurosos. El Ministerio de Ambiente hizo lo mismo con los términos de referencia para los estudios de impacto ambiental. En este momento hay bloques asignados pero no hay solicitudes formales de licencia ambiental. Al contrario de lo que se ha dicho, en Colombia todavía nadie hace fracking en yacimientos no convencionales.
SEMANA: Pero es inminente que comiencen a hacerlo. ¿O no?
G. V.: Es un proceso, una decisión de Estado que va a generar empleo y crecimiento. Se están diseñando todos los mecanismos ambientales y técnicos para hacerlo responsablemente. Va a haber un monitoreo real, concreto y estricto. Si hay incumplimientos de la norma, lo suspenderemos de inmediato a nivel nacional.
SEMANA: La otra papa caliente que usted tiene es Santurbán. ¿Por qué no se ha solucionado ese problema?
G. V.: La semana pasada estuve en Santurbán. Ese es mi estilo. Fui gerente del Departamento de Prosperidad Social y el trabajo es donde están los problemas. Lo que falta hacer en Santurbán es delimitar el páramo, pero es que eso no se puede hacer desde la calle 37 con carrera octava. Esa decisión no solo afecta a los mineros. ¿Quién ha hablado con los 4.000 cebolleros de Santurbán? Allá se me acercó una señora y me dijo: “Ministro, yo solo llegué a cuarto de primaria, soy viuda y tengo tres hijos. Toda mi familia ha vivido por tres generaciones en el páramo. Estamos dispuestos a mejorar los cultivos, pero le advierto que si usted decide que nos tenemos que ir, a mí me tienen que sacar muerta”.
SEMANA: ¿Y entonces?
G. V.: Tengo que confesar algo. Cuando alguien me pregunta qué me desvela yo le respondo que Santurbán. Yo me despierto a las tres de la mañana y lo primero que pienso es en Santurbán. Y yo digo que con lo que decidamos alguna gente va a quedar muy feliz, otros moderadamente contentos y otros muy bravos.
SEMANA: ¿Y por qué lo desvela?
G. V.: Porque el problema no es si la línea del páramo que va por aquí o por allá, sino cómo logramos la equidad en esa región. Supongamos que nos vamos al extremo de cercar todo el páramo. Semanalmente están entrando más de 100 mineros ilegales que llegan en filas como el viejo oeste a excavar para llevarse el oro que hay. ¡Eso no lo controla nadie! Por eso, para proteger el agua y el ambiente hay que permitir que lo cuiden quienes viven allí desde hace siglos. El Estado no va a poder proteger solo con el Ejército ni Santurbán, ni los 33 páramos adicionales que tenemos en el país.
SEMANA: Bueno, pero esos son los que no quieren ser páramo. Pero hay pueblos que rechazan los proyectos mineros. ¿Cuál es su posición?
G. V.: Me parece un tema fundamental. Tanto que estoy pensando en crear una dirección en el ministerio que se llame ‘de negociación’. La gente suele tomar posiciones radicales y cree que todo es blanco o negro. Yo creo que hay puntos intermedios. Lo que sí hay que tener claro es que detrás de cada decisión hay una comunidad y hay que tenerlos en cuenta.
SEMANA: En últimas, el debate siempre será el mismo. ¿Cómo compaginar esas dos visiones casi contrapuestas de medio ambiente versus desarrollo?
G. V.: Yo creo que en estas decisiones no hay ganadores ni perdedores. Aquí el objetivo no es hacer feliz a la gente sino encontrar un equilibrio. En estas decisiones no hay una línea única de marcación sino una serie de elementos ambientales, económicos y de desarrollo social.
SEMANA:¿Qué otro tema lo trasnocha?.
G. V.: No es que llegue a tanto, pero me preocupa que para todas las reformas que se necesitan faltan recursos. El presupuesto del ministerio es de aproximadamente 540.000 millones de pesos para 2015. Es el más rezagado de todos. Solicité otros 200.000 millones y creo que con ese monto vamos a lograr algo importante. Por ejemplo en la Isla de Salamanca este año hemos tenido 48 incendios. Allá se necesita hacer cuatro cosas: construir tres casas que cuestan 800 millones de pesos, llevar 50 carabineros, contratar 20 guardaparques y poner una lancha de la Armada las 24 horas del día para que no entre nadie a quemar el parque para llevarse el carbón que hacen con los manglares. Por eso decía al principio de esta entrevista que ser ministro de Ambiente es también ser gerente.
SEMANA: Sus antecesores han durado menos de un año en el cargo. ¿Usted qué quiere lograr mientras sea ministro de Ambiente?
G. V.: Además de Santurbán, creo que el ministerio debe enfocarse en ayudar a que Colombia se adapte al cambio climático. Otro tema clave es la minería ilegal. Eso es un problema muy grave. Otro tema es optimizar y fortalecer la autoridad de licencias ambientales. En Bogotá también hay mucho que hacer, sobre todo para cumplir las sentencias que nos obligan a recuperar el río. Otras dos prioridades son el ingreso de Colombia a la Ocde y la educación ambiental. Voy a darlo todo por acertar en eso.