NACIÓN

Guajira ‘nada’ en agua, carbón y plata

La Guajira tiene dos de los yacimientos de carbón más grandes del mundo. Sin embargo, el temor porque estos afecten los recursos hídricos y la disminución de las regalías tienen a las comunidades divididas.

Cristina Castro, periodista de SEMANA
4 de junio de 2012
| Foto: Archivo SEMANA

La Guajira ha sido este mes el escenario de tres noticias paradójicas. Mientras el magnate brasilero Eike Batista descubrió allí una de las cinco reservas de carbón más grandes del planeta, los indígenas wayuu no dejan de reclamar contra la disminución de las regalías.
 
Dicen que se irán a paro cívico y llevaron el caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Y en el entretanto se levanta una controversia por la propuesta del Cerrejón de desviar 26 kilómetros del río Rancherías para aumentar su producción de carbón.

"Aquí hay un problema social muy grande. Vamos para un levantamiento generalizado", dice Felipe Rodriguez, coordinador del Comité Cívico en defensa del río Rancherías. A pesar de que el departamento lleva décadas viviendo de la minería y que esta pasa por su mejor momento, hoy muchos no están contentos. Y hay dos razones: el agua y las regalías.

El agua

En La Guajira, donde más del 80 por ciento del territorio es desértico, el agua es más preciada que el carbón. Los dos megaproyectos mineros han despertado el temor de perder la poca que tienen. El Cerrejón ha planteado desviar 26 kilómetros del principal río de la región: el Rancherías, pues bajo su cauce se encuentran enterradas 500 toneladas de carbón.
 
Aunque el presidente de la compañía, Roberto Junguito, dice que ese es un proyecto a largo plazo, y que si empieza no sería antes del 2016, la magnitud de la propuesta ya ha generado cntroversia. "Desviar un río es un proyecto muy complejo y en el mundo hay experiencias buenas y malas", dice Arcesio Romero, director de Corpoguajira, la CAR local. Un grupo de indígenas incluso ya envió una carta al presidente Juan Manuel Santos pidiéndole que no vaya a permitir la desviación del río.

Por otro lado, el hallazgo del otro yacimiento por MPX, la empresa de Batista, considerado por Forbes el segundo hombre más rico de America Latina, también despierta temor. Una de las razones es que esta empresa también tiene tierras cerca al manantial de Cañaverales, un nacimiento de agua dulce donde los indígenas hacen su pagamento.
 
Por otro lado, MPX fue la compañía que despertó gran controversia cuando se conoció que había invitado a una veintena de autoridades locales de La Guajira y de Cesar, que tendría que decidir las licencias para sus proyectos, al carnaval de Río de Janeiro del año pasado. Y también ha sido uno de los ejemplos de la polémica alrededor de la llamada "puerta giratoria", pues en sus oficinas han dado trabajo Leyla Rojas, exviceministra de Aguas del gobierno Uribe y Diana Zapata, exdirectora de Licencias.

Las regalías

En relación con las regalías, el problema es sencillo de explicar pero difícil de resolver. La reforma del Gobierno disminuyó los recursos de los municipios mineros para que estos pudieran llegar a todo el país. Uribia, la llamada capital indígena del país, pasó de 60.000 millones anuales a 32.000. "Los programas sociales están todos parados", se queja el alcalde, Abel Giacometto. Dice que con estos recursos pagaban los gastos del sistema escolar y otras necesidades.
 
Ahora, el pueblo tendrá que aprender a vivir con la mitad. Esta nueva realidad llevó a la comunidad wayuu a reunirse en una Asamblea el pasado martes 15 de mayo. Ya pusieron una queja en instancias internacionales y quieren hacer una gira por Europa para contar la "vulneración" de sus derechos con el nuevo sistema.

Por eso La Guajira hoy es una tierra de contrastes. La gran bonanza del carbón que se avecina tiene a muchos muy contentos y a otros muy divididos. En últimas, este departamento simboliza el desafío que tiene Colombia frente al auge de la locomotora minera y tiene todos los elementos para ser quien mejor realice esta transición.
 
Si la protección de los recursos naturales frente a la industria extractiva no se puede garantizar en ecosistemas desérticos, muy difícilmente se logrará en otros escenarios más sensibles como la Amazonía.
 
Por otro lado, lo que suceda en esta región, en la que según el DANE el 65 por ciento vive con alguna necesidad básica insatisfecha, será también un buen termómetro de si el modelo de repartición de la mermelada de las regalías que se inventó el Gobierno logra que la riqueza de la tierra llegue también a las personas que la habitan. En el pasado, las auditorias de la Contraloria han revelado que el manejo de los recursos de las regalías no se ha hecho con transparencia.