ENTREVISTA

“Mi campaña será a favor de una constituyente” Gustavo Petro

El exalcalde Gustavo Petro habló con SEMANA sobre su reaparición en la escena política y sobre cómo será su campaña.

27 de agosto de 2016
Gustavo Petro. | Foto: Carlos Julio Martínez

SEMANA: Después de un tiempo presente en las redes sociales, pero retirado de la plaza pública, usted reapareció hace dos semanas en una convocatoria en el occidente de Bogotá y planteó críticas al alcance del proceso de paz. ¿De qué se tratan?

GUSTAVO PETRO: El país está definiendo un cambio de época: desde 1991 no teníamos un momento tan interesante para promover una transformación social que vaya más allá de un proceso técnico de desmovilización de una guerrilla. Tristemente el gobierno Santos –de manera premeditada– limitó las conversaciones a una especie de proceso técnico de desmovilización de las Farc, quitándole cualquier perspectiva de cambio estructural. Las Farc, que han decidido salir de la guerra, tampoco aprovecharon esta oportunidad para plantear una agenda transformadora del país. Esa restricción de objetivos políticos del proceso es la causa de su mayor debilidad: una enorme apatía entre la población, una paz que no habla del futuro y que no enamora.

SEMANA: ¿Desde esa perspectiva, cómo votará el plebiscito?

G.P.: Votaré Sí y haré campaña por el Sí, pero aclarando que limitar la paz a una desmovilización técnica es perder una oportunidad de fondo para acabar con la violencia en Colombia. Nuestra propuesta es ir más allá y aprovechar la coyuntura para insistir en que un proceso de paz, más que una desmovilización, es la construcción de unos mínimos para garantizar la convivencia social. Pensando en que no haya una nueva frustración, en el sentido de que con la desmovilización de las Farc se cierre una guerra pero se abran otras, creemos necesario que el proceso desemboque en una constituyente de elección popular que discuta el rumbo de la salud, la educación, la justicia y el territorio, variables que no fueron suficientemente analizadas en 1991 y cuya ausencia de las discusiones políticas ha permitido que la violencia se perpetúe. Por eso invitaremos a introducir una papeleta voluntaria, no vinculante y similar a la séptima papeleta, para pedir una constituyente. Queremos que millones de papeletas aparezcan en las urnas para que el gobierno entienda que después de la desmovilización se necesitan cambios de la sociedad, y no solo de la guerrilla.

SEMANA: Según su argumentación, la Constitución del 91 no logró ser un pacto de paz, tal y como se consideró posible después de la desmovilización del M-19…

G.P.: La Constitución del 91 ha sido contrarreformada en dos pilares sociales fundamentales: la educación y la salud, para privilegiar perspectivas neoliberales. Adicionalmente, la asamblea de hace 25 años trató de manera balbuceante el tema del territorio, el cual es el teatro de acción de los grupos armados. Se quedó en una visión nacional del país, y no tocó los poderes locales, que hoy se engranan en el Magdalena Medio, en el nordeste antioqueño, en Urabá… Por si fuera poco, el tema del territorio también está ligado a la necesidad de resolver otras necesidades ambientales: el agua, la tierra… Poco de eso se discutió en la constituyente, y poco de eso se discutió en estos acuerdos de paz.

SEMANA: Pero a la constituyente también podrían llegar representantes de las fuerzas políticas que usted critica…

G.P.: Si queremos construir una era de paz, debemos contar con la voz de todos los sectores de la sociedad colombiana, incluyendo al presidente Uribe y sus acólitos. Solo discutiendo con los más oscuros y retardatarios podríamos encontrarles salidas a problemas como qué hacer con el narcotráfico y con las fallas estructurales de la justicia. En esos temas las propuestas que hizo la Constitución del 91 no han dado resultados. Tampoco hubo discusiones profundas en el marco del proceso de paz.

SEMANA: Usted habla en plural, ¿quién lo acompaña?

G.P.: Sectores sociales, indígenas, campesinos. Queremos construir un frente ciudadano, más que político. Hasta hoy, los partidos han promovido más el plebiscito que las fuerzas sociales, lo cual no ha ayudado a movilizar a la ciudadanía. Por eso la semana pasada lanzamos en la calle la campaña Constituyente Sí.

SEMANA: ¿Consideraría articular esfuerzos con otros sectores de izquierda para impulsar esa constituyente?

G.P.: La izquierda se ha limitado a apoyar a Santos en el plebiscito refrendatorio, y ha tenido poca audacia para plantear iniciativas diferentes. Eso causa una especie de frustración en algunos sectores sociales, porque quien lea los acuerdos se da cuenta de que –excepto unos temas agrarios y unas pocas referencias al narcotráfico– estos se limitan a un proceso de desmovilización de la guerrilla. En eso, este proceso contrasta con el M-19, en donde lo menos importante fue cómo nos desmovilizamos, y lo relevante fueron las consecuencias políticas de la desmovilización.

SEMANA: ¿Ahora que las Farc entran a la escena política, cómo ve su agenda?

G.P.: Visité La Habana a comienzos de año, y tuve una sensación extraña porque desde 1989, siendo parte de la Coordinadora Simón Bolívar, no me encontraba con las Farc. Sentí como si en más de 25 años el tiempo de las Farc se hubiera congelado, como si sus integrantes tuvieran alguna ingenuidad política en el momento de entender la realidad política del país en 2016. En ese encuentro, incluso, les expuse la gravedad del cambio climático y la obligación de adecuar el modelo de desarrollo a las necesidades del territorio y a temas relacionados como la agricultura, el agua, el uso de la tierra. Pero no encontré mayor respuesta. No los critico por ello, simplemente no les oí ningún planteamiento al respecto, como tampoco se lo he oído a Santos.

SEMANA: En las encuestas recientes, usted, Germán Vargas y Sergio Fajardo son los nombres que con más fuerza aparecen para las presidenciales. ¿Esos temas que usted menciona, serán la base de su campaña para 2018?

G.P.: En materia presidencial no puedo pensar mientras no se resuelvan las dos sanciones posibles que tengo en mi contra. Una, que está en el despacho del procurador, por haber expedido el POT, que no me inhabilitaría. Otra, por el cambio de esquema de recolección de basuras, que está suspendida por una medida cautelar en el Consejo de Estado, pero que sí podría inhabilitarme para aspirar. Mientras esta medida no sea fallada a fondo por esta instancia, no me arriesgo a hablar de campaña.

SEMANA: ¿A qué adjudica que esté tan bien en las encuestas?

G.P.: A tanto tiempo de las elecciones, no creo que las encuestas puedan predecir lo que va a pasar. Escasamente delinean las fuerzas políticas que podrían dar la pelea: la de Fajardo, la de Vargas Lleras, el uribismo y –eventualmente– el progresismo. Solo me aventuro a hacer futurología en decir que en el terreno de la derecha al final se va a terminar dando una alianza Vargas Lleras-Uribe, muy anacrónica frente a la paz, apoyada en el desgaste de Santos.

SEMANA: Analistas dicen que la elección de Peñalosa en Bogotá y las marchas multitudinarias contra los manuales de inclusión en los colegios indican que el péndulo político de la capital y del país se está moviendo hacia la derecha. ¿Qué cree?

G.P.: Colombia siempre ha tenido una fuerte derecha popular. Sin embargo, esa mentalidad conservadora no ha impedido que el país, de vez en vez, haya dado saltos progresistas. Hacer que incluso las fuerzas retrógradas tengan espacio, podría evitar nuevas condiciones de violencia. Por eso insisto en la necesidad de que esa pluralidad se exprese en una constituyente.

SEMANA: Usted ha dicho que la administración de Peñalosa no reconoció nada de su gestión. ¿Cuál de los cambios de política que ha hecho el alcalde es el que más le ha dolido?

G.P.: Mi mayor pregunta no es sobre Peñalosa, sino sobre la sociedad bogotana. ¿Qué pasó para que la clase media prefiriera sacrificar temas tan importantes, en los que estaba avanzando la sociedad, como el metro? ¿Por qué votó exactamente por el único candidato que rechazaba esa solución de movilidad? ¿Por qué rechazó la inversión de 4.000 millones de dólares que estaban sobre la mesa para hacer cuatro troncales de tranvía? Una de las explicaciones que tengo a ese cambio de preferencias electorales es que Bogotá no reconoce sus logros como propios. Entre 1997 y 2015 la pobreza multidimensional pasó del 41 al 4,7 por ciento, y la ciudad no se enorgullece de ello, en parte porque el discurso de la izquierda en la campaña a la Alcaldía, en cabeza de Clara López, se enfocó en superar una pobreza que ya venía siendo superada. Con ese discurso, que no reconoció los avances sociales, la ciudad volvió a sentir que no se había avanzado en nada. Pero bueno, en esta coyuntura prefiero hablar menos de Bogotá y más de lo que debe venir después de la firma con las Farc.

SEMANA: Tiene un mes para convencer a los colombianos de incluir en la votación del plebiscito la papeleta por la constituyente. ¿No es muy poco tiempo?

G.P.: Tenemos poco tiempo para hacer esta campaña a favor de la constituyente, pero lo intentaremos. Recorreremos el país defendiendo el Sí, pero también convenciendo a los colombianos de que la verdadera paz va más allá de la refrendación de los acuerdos con las Farc.