MOVILIDAD

Movilidad: ¡Bogotá está bloqueada!

Las salidas y entradas a la capital se están convirtiendo en un infierno para los ciudadanos. ¿Qué hacer y cuánto tiempo tardará una solución? Informe Especial de SEMANA.

3 de junio de 2017

Salir un fin de semana a los municipios cercanos a Bogotá es uno de los planes predilectos de las familias capitalinas. Pero lo que debería ser un viaje de descanso se ha convertido en un verdadero calvario. La desesperación y el estrés se apoderan de miles de viajeros cuando llegan a los monumentales tapones que, en algunas ocasiones, pueden triplicar el tiempo de recorrido.

Estos interminables trancones se deben a que las troncales que comunican la ciudad con sus alrededores se quedaron pequeñas ante el volumen de carros. En los fines de semana, como no se aplica el pico y placa, los bogotanos utilizan más el vehículo particular. Según la Secretaría de Movilidad, por la Autopista Norte, la carrera Séptima, la calle 80, la Autopista Sur y la puerta al llano salen cada fin de semana aproximadamente 114.000 vehículos, cifra que en los puentes festivos aumenta 70 por ciento.

De las cuatro salidas, los casos más dramáticos son los de la Autopista Norte y la carrera Séptima. Los fines de semana, por ambas vías transitan 70.000 vehículos, es decir, el 61 por ciento de los automotores que salen de la capital. De ahí que recorrer los 3,5 kilómetros de la Autopista entre las calles 153 y la 192 se pueda tardar una hora o más. Situación que, según muchos viajeros, ha empeorado con la entrada en funcionamiento de la Terminal del Norte. Sin embargo, Juan Pablo Bocarejo, secretario de Movilidad, señala lo contrario: “Antes de la entrada en operación de la terminal, comenzamos a monitorear diariamente la velocidad de la Autonorte, desde la calle 127 hasta la calle 235. Encontramos que el tiempo de viaje promedio entre la calle 166 y la calle 235 es de 27 minutos en la hora pico de la mañana (6:30 a 7:30), es decir, una velocidad promedio de 16,5 kilómetros por hora. Posterior a la inauguración de la terminal, evidenciamos que este promedio de tiempo de viaje no cambió. Estos tiempos aumentan solo los días que se presentan choques, varados y lluvias prolongadas en el sector”.

Pero las demás salidas tampoco se salvan de los problemas causados por el alto flujo vehicular. En la calle 80 o autopista Medellín, la única vía que tienen algunos barrios del occidente como El Cortijo o Colsubsidio, de entrada o salida, los trancones son una constante debido a las múltiples intersecciones viales que hay entre la Avenida Boyacá y el portal de TransMilenio. Lo mismo sucede en la calle 13 que comunica a Bogotá con Mosquera y en la Autopista Sur. Si bien la salida al oriente no es tan traumática, ya que la congestión comienza luego del primer túnel de la vía al llano, los viajeros tienen que tomar casi por obligación la Avenida Boyacá, en donde los trancones son el pan de cada día.

Con el fin de aliviar la grave situación, la Secretaría de Movilidad y la Seccional de Tránsito y Transporte de Bogotá han implementado planes como la intermitencia semafórica que da prioridad a los vehículos que corren estas troncales y la atención oportuna de incidentes que se presentan en la vía. Sin embargo, la eficacia de estas estrategias deja un sabor agridulce. En la Autopista Sur la intermitencia semafórica aplicada desde la Avenida Boyacá hasta Soacha y la habilitación de un carril de TransMilenio a los vehículos particulares han mejorado el tráfico en los fines de semana, situación que contrasta con la Autopista Norte.

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Un problema estructural

El problema no se limita a que los bogotanos se les dé por sacar su carro y salir a pasear. Esto tan solo es síntoma de un problema más estructural que tiene que ver con el aumento de la población en la ciudad y en los municipios circundantes, así como con el atraso en infraestructura vial.

José Stalin Rojas Amaya, director del Observatorio de Logística y Movilidad de la Universidad Nacional de Colombia, explica que los trancones no solo se dan los sábados y domingos, sino que ocurren todos los días, en especial en las horas pico cuando muchos bogotanos y habitantes entran y salen rumbo a sus trabajos o a sus hogares. “Junto al aumento de residentes en poblaciones cercanas a la capital como Soacha o Chía que trabajan en Bogotá, también se ha desarrollado una actividad manufacturera y de servicio en los alrededores que hace que muchos bogotanos tengan que salir de la ciudad para ir a sus trabajos o a estudiar. Es decir, el tránsito de personas entre Bogotá y los municipios más cércanos ha aumentado de manera exponencial”.

De acuerdo con datos suministrados por la Secretaría de Planeación Distrital, en las 16 poblaciones que rodean a Bogotá hay 1.400.000 habitantes (un poco más que la población de Barranquilla), muchos de los cuales diariamente tienen que visitar la capital. Por otro lado, según un estudio de la Cámara de Comercio de Bogotá, el 16 por ciento de los trabajadores industriales de Facatativá, Madrid y Funza viven en Bogotá, así como el 22,5 por ciento que laboran en Soacha. Por eso no es raro que diariamente se hagan más de 620.000 viajes, ida y vuelta.

Al crecimiento poblacional se suma el aumento del parque automotor capitalino, que desde 2013 hasta la fecha creció 21 por ciento al pasar de 1.906.438 a 2.303.216 vehículos.

En contraste, el aumento exponencial de los habitantes y la movilidad no corresponden con el crecimiento de la infraestructura vial. Desde hace más de 60 años en Bogotá no se construye una vía de conexión regional. La última fue la Autopista Norte en la época de Gustavo Rojas Pinilla. “Ese atraso es el que nos ha llevado al caos vehicular en las salidas de Bogotá, no solo en los fines de semana, sino en los demás días”, afirma el secretario distrital de Planeación, Andrés Ortiz Gómez.

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Perspectivas y soluciones

Subsanar 60 años de atraso vial no es fácil. Menos aún si se tiene en cuenta que las anteriores administraciones no han sido diligentes a la hora de construir vías regionales. Han pasado cinco décadas desde que se propuso la Autopista Longitudinal de Oriente (ALO), y esta es la hora que no se ha hecho. Pero como explican los expertos consultados, los trancones en las salidas son el síntoma de que Bogotá llegó al límite de su capacidad vial y hay que hacer planes a corto y largo plazo para evitar que la ciudad colapse. Sobre todo, si se tiene en cuenta que los viajes entre la capital y los municipios circundantes continuarán en aumento. Según datos del Departamento Nacional de Planeación, la capital crece al 1,10 por ciento mientras que las poblaciones cercanas lo hacen al 2,06. Eso significa que hacia 2030, de cada 100 habitantes 20 vivirán en Bogotá y 80 en sus alrededores.

El gobierno nacional y la Alcaldía tienen proyectos para solucionar esta crisis, pero hay más planes que realidades y muy poca plata para sacarlas adelante. En los escritorios de la Alcaldía y de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) hay cerca de 20 proyectos, muchos de los cuales hasta ahora comienzan la etapa de estructuración.

Por lo pronto, para mejorar la movilidad en la Autopista Norte el pasado mes de enero la ANI firmó la alianza público-privada (APP) Accenorte Fase I, en la que se ampliará esta vía a cinco carriles desde la calle 245 hasta La Caro, y en el mismo tramo, pero en la carrera Séptima, se construirá una doble calzada. Se espera que este proyecto sea entregado dentro de cuatro años. Para ampliar estas dos vías entre la calle 186 y 245, se encuentra en estudio de factibilidad otra APP.

Con el fin de que el transporte intermunicipal no ingrese a la ciudad se están finalizando los estudios de factibilidad del Centro de Intercambio Modal del Norte, una terminal en la que confluya TransMilenio, SITP y las rutas intermunicipales. En cuanto a la fase sur de la ALO, que va desde la intersección del embalse del Muña en la autopista Bogotá-Girardot hasta la intersección de la avenida Centenario con la calle 17, el alcalde Enrique Peñalosa anunció el pasado mes de marzo que espera iniciar la licitación a finales de 2017. En esa fecha, en la ANI y la Gobernación también esperan hacer lo mismo con el tren de cercanías que conectaría a Bogotá con Funza, Mosquera, Madrid y Facatativá.

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Por otra parte, la Alcaldía del Distrito Capital viene trabajando en la estructuración de obras que eliminen las intersecciones de la 80 y en la ampliación de vías que le den más salidas a la capital. Entre ellas, llevar la calle 63 a Funza, la 127 y 170 a Cota y la Boyacá a Chía. Pero estos son proyectos a largo plazo que todavía no cuentan con recursos.

El panorama no es alentador. En la ciudad sobran los ejemplos de muchas obras que se quedan en ideas, y desafortunadamente no hay soluciones inmediatas para los trancones de los fines de semana. A eso se suma el cambio de postura que entre administración y administración se da frente a soluciones como la ALO, la expansión de TransMilenio o la ampliación de la autopista. Por lo pronto los bogotanos seguirán viviendo este calvario los fines de semana, y solo queda esperar a que en los próximos años todos los proyectos se pongan en marcha para evitar que la ciudad colapse y sea más claustrofóbica de lo que ya es.