SALUD

Miedo en Segovia, el lugar de Colombia más contaminado con mercurio

El país es la tercera nación que más mercurio libera al medio ambiente en el mundo (75 toneladas al año), detrás de China e Indonesia, según el Departamento Nacional de Planeación colombiano.

Alianza BBC
20 de mayo de 2017
| Foto: NATALIO COSOY/ BBC MUNDO

En la plaza central de Segovia hay un estatua de una mujer, la madre naturaleza, con los brazos extendidos. De su vientre abierto, como tajeado, sale material que recoge un minero, una imagen muy diferente a la de la madre naturaleza agrícola, esa de pechos grandes que no se inmola para dar sus frutos a la humanidad.

El monumento de la plaza, por supuesto, es dorado como el oro que busca el minero. Pero el material con el que se procesa ese oro es plateado y tóxico: mercurio, que además de enfermar a los segovianos puede ser la sentencia de muerte de la minería informal aquí.

Considerado el municipio con más casos de intoxicación por mercurio de Colombia, Segovia está en el noreste de Antioquia, a su vez el departamento con más casos en el país, que es a su vez la tercera nación que más mercurio libera al medio ambiente en el mundo (75 toneladas al año), detrás de China e Indonesia, según el Departamento Nacional de Planeación colombiano.

Desde hace más de siglo y medio el oro reina en Segovia. Son décadas y décadas de explotación aurífera y de uso del mercurio para extraer ese metal de las piedras.

Todo aturde en Segovia: las motos, la música, los sonidos de la minería. Marea. El mercurio marea. O mejor dicho, puede causar náuseas. Ese es uno de los síntomas de intoxicación con el metal líquido.

Es considerado uno de los diez químicos o grupos de químicos que presentan la mayor preocupación de salud a nivel global, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), con potenciales efectos tóxicos sobre los sistemas nervioso, digestivo e inmunológico, sobre los pulmones, los riñones, la piel y los ojos.

Sin embargo, "nadie se murió por el mercurio" es el mantra que repiten todos los vinculados con la minería en este municipio, que son casi todos los 45.000 a 50.000 segovianos.

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Un entable es una planta artesanal de procesamiento de material de mina, rocas básicamente, para extracción de oro. Hay 84 entables en Segovia.

Luis Norberto Sánchez es dueño de uno, que está montado debajo de su vivienda. Hay una larga fila de cocos -así se llaman los que parecen pequeños tambores de lavadora- en los que se coloca el material de la mina (rocas que pueden contener oro) junto con mercurio para molerlo con unas bolas de hierro que van dentro. También hay piletones para lavar el material.

Al final del proceso queda una amalgama de oro y mercurio que debe quemarse para que se evapore este último y quede sólo el metal que interesa, el que vale, el que alimenta a Segovia.

"Una vez fui al hospital y había una revista que hablaba del mercurio", me dice,

"le pregunté al doctor qué pasaba con el mercurio y me dijo que puede producir loquera, muchas consecuencias, entonces comencé a tomar conciencia de que yo me estaba haciendo un daño".

Tenía dolor de cabeza, ganas de vomitar. Pero dice que desde que dejó de quemar la amalgama en la casa, en un quemador abierto como hacía todo el mundo, se acabó su problema.

Justo al lado del entable de Sánchez se encuentra el establecimiento de José Gaviria, el inventor de un tipo de quemador llamado recuperador de membranas modelo Pinta. Hace 16 años que viene perfeccionando el entramado de caños plásticos, que ocupan poco espacio pero tienen un recorrido total de 30 metros, con trampas, tambores y filtros.

"Inventé un equipo que recupera la mayoría del mercurio, un mercurio que queda listo para volver a utilizar", dice mientras me muestra la elaborada máquina (otros mineros están experimentando con otros sistemas que buscan recuperar ese metal e impedir que se emita al ambiente). Hay unos 100 de estos quemadores en Segovia y otros lugares del país.

No obstante, la quema en sí se hace en una especie de hornito cuya puerta queda abierta. Hay unos extractores que empujan los vapores hacia los caños de la máquina, pero no todos creen que nada de mercurio quede en el aire.

Como Carlos Federico Molina Castaño, médico toxicólogo, especialista en salud ocupacional y epidemiología, quien hace 12 años que trabaja en el estudio de la minería y la intoxicación con mercurio en Colombia.

Para él, el riesgo sigue presente siempre que se manipule mercurio, un metal que se se evapora, por otra parte, a bastante baja temperatura, en torno a los 40 grados.

Me explica que si en la orina hay más de 20 microgramos por gramo de creatinina la persona se considera intoxicada. Es difícil encontrar a algún minero segoviano por debajo de 20. Uno me contó que llegó a tener 500. A Molina Castaño no lo sorprende.

"El máximo que me ha tocado ver a mí fue uno de 3.000". El promedio que ha encontrado entre los trabajadores del oro suele ser de entre 80 y 100.

Y el impacto va más allá de quienes trabajan directamente con mercurio.

En su tesis doctoral el especialista hizo un estudio con madres lactantes en Segovia y otros tres municipios mineros antioqueños. Logró demostrar que, aunque en bajas cantidades, las mujeres pasaban el tóxico a sus hijos a través de la leche materna, aún cuando: "Ninguna de mis madres trabajaba con mercurio en el momento, llevaban un año sin exponerse -en forma directa- al mercurio, o sea que era una exposición ambiental".

Hay un punto, no obstante, en que Molina Castaño sí les da la razón a los mineros segovianos que le quitan importancia a la intoxicación: "Realmente no es que genere tanta mortalidad, el mercurio es un tóxico que genera más discapacidad que mortalidad".

Pero cuando le dicen: "Doctor, yo me siento muy bien", él les responde: "Espere unos años y verá". Porque -explica- el mercurio se va a acumulando con los años en el cuerpo, en el cerebro, por ejemplo, y puede tardar años en eliminarse.

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Raúl Ríos, de 54 años, está limpiando el agua de una gran piscina de natación en el centro polideportivo de Segovia. Durante unos 40 años trabajó en la industria del oro, hasta que se cansó.

La exposición al mercurio le cobró en salud: "Yo no me cuidaba, yo quemaba al aire libre, no me protegía". ¿Qué sentía? "De todo, temblor en el cuerpo. Para comer no me daba la puntería (se señala la boca). Además era muy alcohólico, tomaba mucho, y todo eso se recopiló (se acumuló)".

Lo trataron con una droga para eliminar mercurio vía la orina. Ahora está mejor: "Aliviadito, gracias a Dios. Ya hace dos años que no quemo oro".

Le pido que me muestre las manos para ver si tiemblan. No tiemblan. Se apunta a la nariz con su índice derecho y va acercando el dedo hasta tocarla. Antes no podía hacerlo. Es una prueba básica que se hace a los intoxicados con mercurio.

Raúl Ríos le recomienda a los mineros que siguen trabajando que se protejan mucho. "Y que no revuelvan el trago con el mercurio, que eso es muy dañino".

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Muchos de los mineros son hombres relativamente jóvenes, sin familia, sin hijos, explica David Greyeb. Trabajan para vivir la buena vida y "el fin de semana pasarla bueno", dice.

Hace 7 años y medio que Greyeb vino desde Cartagena, en la costa Caribe a trabajar como médico en el hospital de Segovia.

"Es un municipio donde de manera coloquial se dice que hay mucho loco", comenta. Y ya desde lo profesional, explica: "Uno encuentra afectaciones de tipo mental que van desde la psicosis hasta las neurosis, uno ve pacientes con trastorno afectivo bipolar casi todas las semanas".

Los trastornos mentales o neurológicos son la principal consecuencia de la exposición a largo plazo al mercurio, de la intoxicación crónica. También hay afectaciones agudas, más fáciles de tratar, como los problemas respiratorios o lo que sufría Raúl Ríos.

Un problema para el tratamiento es que los mineros viven muchas veces en la negación o no les preocupa el tema. Recordemos lo que dicen: "el mercurio no mata".

"Uno muchas veces solicita el control o que el paciente traiga exámenes a revisión y el paciente se olvida o no lo hace o considera que esos son gajes del oficio", sintetiza el doctor Greyeb.

La visión local respecto al mercurio la deja bien clara Jorge Sepúlveda, administrador de personal de la mina Las Brisas, de pie junto a la bocamina por la que sube un carro de hierro anaranjado cargando rocas que pueden tener oro.

"Es como cuando a usted le dice el nutricionista que si come mucha carne le va a producir enfermedades, o si come mucha harina; es igual, digo que si una persona está evaporando el mercurio, lo está aspirando, más adelante le puede traer efectos, pero eso no es muy común aquí", explica.

Las autoridades colombianas no están de acuerdo con esta perspectiva y en julio de 2018 quedará prohibido el uso del mercurio para la minería en el país.

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Gustavo Lezcano es el presidente de la Asociación de Plantas de Beneficio Auroargentíferas de Segovia (plantas de beneficio son los entables). Cuando tenía 10 años, su padre murió en una mina. A los 12 empezó a trabajar en los entables.

No cree en los problemas de salud asociados al mercurio.

"Llevo 31 años de estar manipulando mercurio, por mis manos han pasado las toneladas de mercurio que vos querás, pero te digo francamente que hasta el momento, gracias al Señor, no he visto en mi cuerpo ninguna reacción por el tema del mercurio, no tengo ninguna afección por el tema del mercurio", me dice.

Y repite el mantra: "Aquí muere la gente por el cigarrillo, por el alcoholismo, y por el mercurio no vemos el primer caso de muerte".

Para él es otro el objetivo de la prohibición que entrará en vigor en poco menos de un año: "No hay sino un complot para poder sacar a los pequeños mineros y entregarle todo a las multinacionales".

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"En su interior, ellos creen que el mercurio es el santo del oro: si ven mercurio ven oro", me dice Oscar Jaime Restrepo mientras bajamos la -posiblemente- más empinada cuesta de Segovia.

"Los niveles de mercurio en estos lugares son una locura", gesticula con sus brazos y cuenta que los equipos que lo miden no tienen escala suficiente para registrar los niveles que hay aquí.

Para los pequeños mineros, explica este profesor de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia, el mercurio es la única vía para obtener el oro. Sin embargo, dice, usando mercurio, la eficacia de extracción del precioso metal no supera el 40%. "Sólo es bueno cuando el tamaño (del oro en la roca) es grande, pero no cuando es pequeño".

Cuando terminamos de bajar la cuesta llegamos a la empresa que antes era la Asociación Comunitaria de Mineros El Playón (de la que conserva el cartel) y hoy es la Segovia Minera Gold SAS.

Es de mineros locales y una de las pocas totalmente legal y formal además de la multinacional Gran Colombia Gold, sucesora de la Frontino Gold Mines, que comenzó a operar a mediados del siglo XIX y hoy está explotando tres minas en Segovia y una en el vecino municipio de Remedios.

En la Segovia Minera Gold, Restrepo y su equipo de la Universidad Nacional han contribuido con maquinaria y conocimiento para reemplazar el uso de mercurio. "Hemos demostrado que es posible obtener más oro sin usar mercurio", asegura. "No es un milagro, simplemente usamos la gravedad, la propiedad del oro que es muy pesado, muy denso".

El proceso tiene varias etapas, en las que diferentes máquinas -grandes molinos, una mesa que separa materiales más pesados de los más livianos, tanques de cianuro y un horno- procesan las rocas para obtener el oro.

"Es muy importante convencer a los mineros artesanales que es posible", dice, y asegura que hay alternativas viables para todos, porque no hay nada que impida la contaminación con mercurio si éste se usa en alguna etapa del proceso. No sólo es un riesgo para los mineros, sino para todos los habitantes de Segovia y los alrededores.

Muchos mineros siguen considerando que no existe tal riesgo.

El mismo Fernando Gómez Molina, que es representante legal de esta empresa que está buscando dejar de usar el mercurio, piensa así:

"Con respecto a los daños a la salud, si usted le pregunta a cualquier minero de la localidad inmediatamente le va a decir que el papá, el abuelo, él y sus hijos trabajan con mercurio y nunca han sentido ninguna afectación a la salud y que todo el mito que se ha creado en torno al mercurio obedece más a compromisos que los gobiernos han hecho en tratados internacionales, que realmente a las afectaciones que hace a la salud de los pequeños mineros".

Así que ni siquiera en este establecimiento más moderno y formal se ha conseguido eliminar del todo el metal líquido. Los responsables de esta mina insisten -aunque Restrepo asegura que no es necesario- en seguir usándolo en una parte del proceso.

Es esa fe que todavía persiste en el "santo" del oro.