JUDICIAL

El 'dossier' delictivo de Kiko Gómez

SEMANA revela testimonios recogidos por la Fiscalía sobre cómo llegaron los paramilitares a La Guajira y el papel del gobernador detenido.

19 de octubre de 2013
| Foto: Guillermo Torres

El senador Santander Lopesierra salió tarde en la noche del 4 mayo de 1997 a la cárcel de Barrancas de donde había recibido una llamada. Allí estaban detenidos Salvatore Mancuso y Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, para ese entonces ilustres desconocidos en el país. 

Mancuso y Tovar Pupo se dirigían a una reunión que tenían precisamente con Santa en Riohacha. El plan era abrir puertas para la llegada de las autodefensas en vista de que el senador, más conocido como ‘el hombre Malboro’, había ido varias veces hasta las fincas de Carlos Castaño en Córdoba y Urabá para pedirle crear un frente en La Guajira. En el camino, se toparon con una manifestación y uno de sus escoltas mató a dos personas. La Policía los detuvo a todos y los llevó al comando en donde empezaron a mover sus contactos para que los liberaran. 

Pero la novedad es que 16 años después, en septiembre pasado, Mancuso, desde un calabozo en Virginia donde se encuentra extraditado desde 2008, reconoció que Lopesierra llegó a la cárcel con un señor de apellido Gómez. Cuando la fiscal Martha Lucía Zamora le pidió que precisara a quién se refería, dijo que era Juan Francisco ‘Kiko’ Gómez Cerchar, quien para ese entonces era el alcalde de Barrancas.

Según Mancuso, a pesar de los intentos de Lopesierra y Gómez Cerchar, al final, fue el coronel Danilo González, el oficial corrupto que le sirvió a la mafia, quien convenció al fiscal que llevaba el caso que los liberara, previo el pago de un soborno. Ese fiscal después fue condenado por dejar escapar a estos dos peligrosos criminales y, curiosamente, un familiar cercano suyo era secretario del gabinete de Kiko Gómez en la Gobernación.

La presencia de Kiko en esa cárcel podría verse como una coincidencia, sin embargo, según el testimonio de otros paramilitares, Kiko no fue simplemente a acompañar a su amigo, el zar del contrabando de cigarrillos, a visitar a dos desconocidos en problemas.

Para entender el papel que desempeña Kiko Gómez hay que tener en cuenta que las autodefensas, antes de pisar La Guajira, llegaron primero al Cesar en 1996, de la mano de Jorge Gnecco Cerchar, miembro de una de las familias más poderosas de ese departamento (ver recuadro). Jorge era narcotraficante y ganadero, y sobre todo primo de Kiko Gómez Cerchar, el gobernador detenido la semana pasada.

Desde el Cesar, empezaron a penetrar a La Guajira por la parte sur, en 1997, según le contó a la Fiscalía Arnulfo Sánchez alias Pablo, hoy preso en Estados Unidos. Cabe anotar que para ese entonces, Kiko estaba terminando su primera alcaldía (1995-1997), en Barrancas, al sur del departamento, y se preparaba a repetir mandato en 2001. Pablo, que fue jefe del frente Resistencia Wayúu, le explicó a la fiscal que llegaron 40 hombres, y que 15 de ellos “se la pasaban en la finca de Kiko Gómez, entre Fonseca y Barrancas, casi al frente de la entrada a San Pedro de la Sierra”. Y los otros “se ubicaban en la casa de Kiko Gómez”.

Esta versión coincide con otras. Como la del paramilitar Rosendo León Galeano, alias Marcos o 45, quien dijo en Justicia y Paz que había conocido a Kiko Gómez, cuando era alcalde, a través de un mayor que se desempeñaba como comandante del Batallón Rondón y aseguró haber tenido varias reuniones con el político no solo en ese destacamento militar sino también en su casa. Y también concuerda con lo afirmado por alias Pablo, quien agregó que Kiko financiaba al grupo, les ponía tareas y les ayudaba a andar sin problemas en la región porque “mandaba a la Policía de Barrancas y Fonseca, y también al Batallón Rondón”.

Cuando las autodefensas llegaron a La Guajira este era un territorio de bandas armadas creadas para defender los negocios ilegales. Desde la época de la fiebre verde, durante los años setenta y ochenta, cada familia marimbera tenía un ejército de hombres armados. A finales de los años noventa existían varios grupos. 

Los paramilitares intentaron hacer alianzas con ellos para apropiarse del manejo del contrabando de gasolina y las rutas del narcotráfico en la alta Guajira y a los que no se plegaron, los asesinaron como ocurrió con jefes de banda como Joaquín Sosa, Luis Boscán, Luis González y Mario Cotes. Y a los que no pudieron matar, lo hicieron con sus familiares, como le ocurrió a la de Sisoy Acosta, a quien le mataron la mamá y le tocó salir de La Guajira.

Todo empeoró en 2001, cuando Jorge 40 y Mancuso asesinaron a Jorge Gnecco y se desató una guerra con esta familia que rompió todas las alianzas.

Uno de los que quedó vivo de ese conflicto fue Marcos Figueroa, conocido como Marquitos, de la banda los Curicheros que dominaba buena parte del norte de La Guajira. Marquitos es primo de la esposa de Kiko Gómez, y hoy tal vez el asesino más temido en el Caribe colombiano. 

En ese entonces se negó a plegarse a Jorge 40. Los dos se enviaban mensajes amenazantes, hasta que un día Marquitos se metió con un grupo de hombres armados a la oficina de la esposa de Jorge 40 en Valledupar. Le pidió a la mujer que llamara a su esposo y él mismo tomó el teléfono para decirle al jefe paramilitar que con esa visita le estaba probando de lo que era capaz.

Pero Kiko, a pesar de ser cercano a Marquitos, no se metió en esa pelea. Lo que dejan ver las declaraciones de Pablo es que existió un acuerdo entre 40 y Kiko para respetarse sus negocios. Por ejemplo, Pablo asegura que Kiko le garantizaba a Jorge 40 un porcentaje de la contratación en los municipios del sur de La Guajira, precisamente los más beneficiados con las regalías carboneras. Y que incluso, anota el para extraditado, los dos aprovecharon sus buenas relaciones para enviarle mensajes a Marquitos para que dejara de ser una rueda suelta del crimen y se integrara a los paramilitares. 

Pero muchas cosas cambiaron el 13 de mayo de 2008, cuando Jorge 40 fue extraditado a Estados Unidos. Marquitos, que había tenido que esconderse en Venezuela mientras los paramilitares eliminaban a los otros bandidos de La Guajira, volvió. 

Al medio día de la Navidad del año siguiente, Sergio Tovar Pupo, el único hermano que le quedaba a Jorge 40, fue asesinado con silenciador en Valledupar. Con el paso del tiempo comenzaron a asesinar a supuestos testaferros de 40, y le han ido quitando todos los negocios y las tierras que tenía a nombre de otros. Incluso le han hecho dos atentados al que algunos señalan como su principal testaferro. Ambos han sido ataques llamativos, como le gustan a Marquitos.

Guajiros aterrorizados se han acercado a los organismos de control en Bogotá a denunciar que existe una alianza macabra entre Marquitos Figueroa García y Juan Francisco Gómez Cerchar. Marquitos se dedica al robo de vehículos, homicidio, abigeato, narcotráfico, paramilitarismo, contrabando de combustibles, masacres y tráfico de armas. 

Y gracias a Kiko, dicen quienes denuncian, han permeado a todo el Estado: desde la política, hasta la Policía, los militares y la Fiscalía local, y por eso, dicen, durante dos décadas han sido intocables. Uno de los aliados del gobernador, según los testimonios de los paramilitares, es el coronel Bayron Carvajal, quien estuvo una época en La Guajira y en abril de este año fue condenado a 25 años de cárcel por la muerte de diez policías y un civil en el caso Jamundí.

A ese grupo lo llaman la Banda de los Criollos y entre sus aliados se encontraba el desaparecido Gabi Daza, jefe de la Banda de los 40 en Barranquilla. La muerte de Gabi en 2011 desató una retaliación contra Dílger Becerra, un abogado de Invías, a quien sindicaban de ser testaferro de alias Pablo. El episodio viene a cuento para mostrar el modus operandi de Marquitos. 

Dílger fue asesinado en un operativo espectacular en pleno centro de Riohacha, a escasos 100 metros del comando de Policía. El mismo Marquitos narró en una parranda con sus secuaces en el corregimiento de Conejos, Fonseca, cómo fue que se torció el tobillo al tirarse desde el techo de una camioneta ‘cuatro puertas’ al piso, después de haber acribillado a Becerra.

El reinado de Marquitos (y de Kiko, según muchas fuentes consultadas por esta revista en La Guajira) convirtió el departamento en una especie de set de Hollywood. Por un lado, está el terror de la gente, porque alrededor de ellos se ha creado una especie de máquina de la intimidación, y por el otro lado, atentados que parecían sacados de las más escalofriantes películas de acción. 

Uno de los atentados fue contra el propio Kiko Gómez cuando hacía campaña para la Gobernación. Uno de los sicarios que participó le contó a la Fiscalía que el atentado lo montó gente de la banda del Loco Barrera porque “la organización de Kiko Gómez se había quedado con un cargamento de droga de un sobrino suyo que era el jefe de los Rastrojos en Cali”. Desde febrero de 2013, asesinaron a familiares de tres de los que fueron detenidos como supuestos autores del atentado contra el candidato.

Como si esto fuera poco, según dijo Pablo a la Fiscalía, Kiko Gómez se encargó también de organizar el impuesto del contrabando a los traficantes de gasolina y a las mulas que llevaban contrabando, “porque tenía todo el conocimiento del negocio por haber trabajado con Santander Lopesierra”. Ese negocio, que da tanta o más plata que el tráfico de coca, es otra historia.

Cabe anotar que Pablo, uno de los principales testigos de esta historia, era conocido como ‘el hombre del desierto’, se movilizaba en una camioneta Hummer por La Guajira, y le habían puesto precio a su cabeza: 3.000 millones de pesos. 

El 18 de abril de 2004 fue el autor de la masacre de Portete, tristemente célebre en esa zona de La Guajira, que dejó a 12 personas muertas, ocho mujeres y cuatro niños, y 30 más desaparecidas. En noviembre de 2010 fue capturado en un apartamento en un exclusivo sector residencial del norte de Bogotá.

El gobernador Kiko Gómez, que sigue en la clínica y ha logrado evitar ir a la cárcel, insiste por todos los medios que es inocente.

CINCO MESES DESPUÉS

En mayo, SEMANA publicó las terribles denuncias contra el gobernador de La Guajira, y el 12 de octubre, tras un arduo trabajo de la Fiscalía, el CTI lo capturó.

El sábado de la semana pasada fue detenido en el municipio de Barrancas el gobernador de La Guajira, Juan Francisco 'Kiko' Gómez Cerchar, en un operativo ordenado desde Bogotá por la Fiscalía delegada ante la Corte Suprema. El gobernador estaba en las Fiestas del Carbón cuando los agentes del CTI llegaron. Kiko pidió entrar a una casa para buscar ropa, pero una vez adentro dijo no acatar la orden si no se hacía presente el comandante de la Policía. Tras más de tres horas de tensión, fue trasladado en medio de agresiones contra los agentes del CTI y los periodistas que cubrían el hecho. El niega todo y dice que es un complot en su contra.

De paramilitares y otros demonios

Los nombres de los jefes paramilitares Salvatore Mancuso y Jorge 40, así como el extraditado Santander Lopesierra, están registrados en la historia del gobernador de La Guajira, hoy detenido, José Francisco Gómez Cerchar.

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