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La caída del Grupo Nule
Más de 500.000 millones de pesos se pueden llegar a perder en ese 'Titanic' financiero.
El 15 de diciembre del año pasado, a los hermanos Manuel y Miguel Nule y a su primo Guido el mundo se les vino encima. A la medianoche de ese martes, los tres empresarios costeños, integrantes del llamado Grupo Nule, perdieron la última tabla de salvación que los podría sostener a flote en medio del tsunami que los arrastraba: se quedaron por fuera de la adjudicación de la renombrada Ruta del Sol (iban con la compañía China Railway Shisiju), el mayor proyecto vial del país, que exigirá inversiones superiores a los 2.600 millones de dólares en los próximos seis años.
Para este joven grupo que desde hacía varios meses navegaba hacia el abismo por problemas de liquidez, cesación de pagos, elevado endeudamiento y malos manejos, quedarse con algún tramo de esta obra era cuestión de vida o muerte. Parece increíble que un grupo con problemas de liquidez y con todas las puertas cerradas para conseguir recursos quisiera medírsele a tamaña obra, pero lo intentaron. La explicación es que el anticipo monetario para cualquiera de los tres tramos de la Ruta del Sol que habían licitado se podría convertir en el oxígeno que los Nule necesitaban para sobrevivir. Solo en el Tramo III de la obra el anticipo para el año 2011 ascendía a 236.595 millones de pesos.
Esto tal vez explica los rostros de los Nule esa noche fatídica, cuando el comité evaluador de los proponentes para la Ruta del Sol leyó su fallo en el que los descartó, entre otras razones, por no cumplir con los requisitos de patrimonio, flujo de caja ni capacidad financiera.
Guido, el menor del grupo (36 años), un administrador de empresas de la Universidad Javeriana y quien ha puesto el pecho ante los medios en esta difícil coyuntura, palideció, según testigos. Manuel y Miguel, ingenieros civiles de la Universidad de los Andes (de 38 y 41 años, respectivamente), pasaron de la indignación al desconcierto. Los tres abandonaron el auditorio Modesto Garcés del Ministerio de Transporte, con una derrota a cuestas que significaba el puntillazo final del grupo económico que hasta hace pocos años estuvo en la cúspide empresarial y que, incluso, algunos medios de comunicación llegaron a calificar como los 'nuevos cacaos' del país.
A decir verdad, esta apreciación no parecía ser del todo exagerada. Tras 15 años de trayectoria, los dueños del denominado Grupo Nule conformaron un emporio como para dejar con la boca abierta a cualquiera: más de 35 empresas en los sectores de energía, agua y construcción; llegaron a participar en más de 86 consorcios para las diferentes licitaciones públicas; sus inversiones traspasaron las fronteras, además de varios países de América Latina desarrollaron proyectos en España, y en busca de recursos llegaron a China y Dubái. En su mejor momento facturaron más de 200 millones de dólares al año, y emplearon, directa e indirectamente a través de sus empresas, a unas 15.000 personas. Se convirtieron en las estrellas nacientes de la contratación pública del país.
Su prestigio dio un triple salto mortal en 2004, cuando ganaron la concesión de la doble calzada Bogotá-Girardot, donde entraron a las grandes ligas de la infraestructura vial. En toda su trayectoria, los Nule han construido más de 2.000 obras de infraestructura. Parecía que nada les quedaba chico. Soñaron con meterse en el Canal de Panamá e incursionar en proyectos en África y Europa del Este. Aunque sin éxito, también aspiraron a la construcción del nuevo aeropuerto de Bogotá. Querían incluso incursionar en otras ramas: hasta consideraron la posibilidad de participar en el tercer canal de televisión y fueron accionistas de la revista Cambio, antes de que perteneciera a la Casa Editorial El Tiempo.
Con los negocios marchando viento en popa, los jóvenes Nule gastaban a igual ritmo. Tenían su propio jet en el que viajaban con sus amigos por Colombia y fuera del país. Hacían gala de gran generosidad con sus invitados costeando de su bolsillo todos los gastos sin escatimar peso alguno.
Pero, como dice el adagio popular, lo que sube como palma cae como coco. Así de rápido como ascendió el Grupo Nule comenzó su vertiginoso descenso. En los dos últimos años todo ha ido de mal en peor. Algunos ejemplos dan cuenta de ese declive: incumplieron en el pago de una deuda pendiente por 13.500 millones de pesos con la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE). Este controvertido crédito para el proyecto Bogotá-Fusagasugá provocó la apertura de un proceso de responsabilidad fiscal por parte de la Contraloría y la petición a la Fiscalía de inspeccionar el caso, pues no tiene antecedentes que la DNE preste para obras públicas.
A este hecho siguieron los escándalos por retraso en la construcción de la Troncal de TransMilenio en la calle 26, donde eran responsables del 70 por ciento de la obra. Ante este escándalo, el IDU ordenó que devolvieran 69.000 millones de pesos, pagados como adelanto por estas obras, y se les ordenó ceder el contrato. La Secretaría de Hacienda del Distrito les embargó algunas de sus cuentas por deudas de impuestos. El contralor distrital, Miguel Ángel Moralesrrusi, los acusó de captación masiva de dinero y describió su esquema financiero como una pirámide. Por su parte, el contralor general, Julio César Turbay, afirmó que ese grupo era un castillo de naipes.
Con los problemas hasta el cuello, los Nule intentaron en mayo de este año una salida. Le solicitaron a la Superintendencia de Sociedades la admisión a un proceso de reorganización empresarial contemplado en la ley, algo así como lo que en el pasado se llamó concordato, para parar el desangre en que estaban con embargos y demandas de docenas de acreedores histéricos.
Sin embargo, la petición no solo fue negada, sino que la Superintendencia les cayó con todo el peso de la ley, pues encontró que las dos principales sociedades, MNV S.A. y Gas Kpital, tenían serias fallas. Para empezar, se detectó que actuaban como un grupo empresarial sin declararse como tal y, como si fuera poco, estaban en cesación de pagos desde hacía varios meses. Estas fueron razones suficientes para que la Superintendencia resolviera el lunes pasado ordenar la liquidación de esas dos firmas, las mismas que le dieron vida a este otrora próspero conglomerado. Al final de la semana pasada, el superintendente Luis Guillermo Vélez ordenó liquidar otras dos firmas: Bitácora y Ponce de León. Con esto, el Grupo Nule llegó a su fin.
¿Cómo llegaron a esta situación? Guido, el hombre que siempre ha dado la cara, ha dicho en varias ocasiones en entrevistas que en su primera década de actividades incursionaron en muchos negocios, crecieron a buen ritmo, fueron exitosos, pero que los cogió la reciente crisis mundial cuando estaban en pleno auge. Por eso, dice que cuando tuvieron que responder por varias obligaciones, se encontraron con que los bancos demoraron los desembolsos o sencillamente cerraron la llave del crédito.
Esto, que puede ser cierto, pues les pasó a muchas industrias, no explica en su totalidad el colapso de este Grupo. Algunos analistas que han visto de cerca la operación de este conglomerado dicen que hay mucho más de ineficiencia en el manejo que hacían en su operación, unida a un gasto excesivo y a un desorden administrativo enorme. En privado, algunos competidores que perdieron licitaciones frente a ellos se atreven a decir que como los sobornos fueron parte integral de la fórmula del triunfo, implicaban un sobrecosto adicional que agravaba los problemas de liquidez. Qué tanto hay de cierto, es difícil saberlo, y tal vez la historia lo cuente con más detalles.
¿Y la plata, qué?
Como todo gran escándalo corporativo, todos quieren saber cuánta plata se perdió. Pues bien, lo primero que hay que decir en este caso es que la lista de damnificados es amplia: trabajadores, proveedores, bancos, mesas de dinero, fondos de inversión, la Dian, y hasta los ciudadanos de a pie de Bogotá resultaron afectados con los retrasos en las obras de la calle 26 que tenía este Grupo.
Se sabe que entre los mayores acreedores hay fondos de capital privado del extranjero. Entre abril y agosto de 2007, los inversionistas Arco Capital Corporation y Quantek Asset Management prestaron a MNV y Gas Kpital y al Consorcio Bogotá-Fusa 35 millones de dólares destinados a la construcción de la doble calzada Bogotá-Fusagasugá. Algo así como 70.000 millones de pesos.
Llaman la atención, dentro de las deudas pendientes del Grupo, las obligaciones con el fisco. En sus pesquisas, la Supersociedades encontró que el Grupo tenía deudas de impuestos por 28.000 millones de pesos, de los cuales 12.000 corresponden a retención en la fuente. Esto es gravísimo y podría tener implicaciones penales, señaló un tributarista, puesto que indica que el Grupo se quedaba con dineros que le pertenecían al fisco. Hoy todos se preguntan cómo hacía para contratar con el Estado si era deudor moroso del mismo.
En plata contante y sonante, según cálculos de analistas, las pérdidas totales se pueden mover en un rango entre los 500.00 y los 800.000 millones de pesos. La verdad es que no es fácil saber con precisión cuánto se perderá en esta liquidación. El Grupo Nule dice que tienen una proporción de 60 por ciento en activos y 40 por ciento en pasivos. Sin embargo, desde marzo del presente año no había una contabilidad regular en las diferentes sociedades.
La Superintendencia, en las pesquisas que realizó a las sociedades del Grupo que entraron en liquidación -MNV, Gas Kpital, Bitácora y Ponce de León-, encontró inconsistencias, faltas de registros y un caos contable.
A manera de ejemplo, en la resolución de liquidación de Gas Kpital se indica que los estados financieros a diciembre 31 de 2009 registran en la cuenta de caja 167 millones de pesos, y bancos, 46.519 millones de pesos. Sin embargo, el revisor fiscal manifiesta que, luego de examinar todo, el saldo de bancos es de solo 3.000 pesos y la caja se encuentra en ceros. Según el funcionario, algo similar sucede en gran parte de la contabilidad.
La jugada maestra
Al mejor estilo de los grandes escándalos corporativos, los capítulos más jugosos son los últimos. La última perla de esta quiebra es para no creer. Los Nule ya no son los dueños del Grupo porque el pasado 19 de junio vendieron sus acciones en las sociedades MNV S.A. y Gas Kpital a dos fondos de capital privado extranjeros con los cuales tenían deudas enormes: Invertotal y Hansa Holding Ltda., esta última subsidiaria de Arco Capital Corporation.
En un comunicado, estos dos fondos informaron que tomaron el control administrativo de la organización Nule para buscar soluciones a la crítica situación que atravesaba. Esto fue ratificado el pasado viernes por los Nule en un comunicado público, el primero desde que la Superintendencia de Sociedades ordenó la liquidación de sus principales empresas.
En él manifiestan que, desde el pasado mes de junio, sus acciones fueron vendidas a Solutions and Infrastructure Technologies (SIT) Colombia-Hansa Holding, constituida por los citados fondos internacionales.
Los Nule señalaron que la operación se llevó a cabo ante las múltiples dificultades por las que atraviesan algunas de las sociedades que conformaban al Grupo y con el único propósito de facilitar un acuerdo con los acreedores de las mismas y así procurar el pago de los pasivos a su cargo.
Para muchos esto despierta enormes dudas, pues consideran que SIT es una empresa de papel que solo tiene un millón de pesos de capital.
Como quien dice, Miguel, Manuel y Guido Nule se quisieron salir del problema traspasando la propiedad a un grupo de acreedores. O por lo menos lo intentaron, porque aún está por saberse si esta operación es válida a la luz de la normatividad colombiana. El superintendente de Sociedades, Luis Guillermo Vélez, ya afirmó que esta venta deja la impresión de que un grupo de acreedores quiere cobrarse por la derecha, sin respetar al resto de los damnificados. "Un acreedor, como eran los fondos, no se puede tomar la empresa para pagarse primero y saltarse al resto que estaba en fila", señala Vélez.
La verdad es que los fondos de inversión Quantek Asset Management y Arco Capital Management, liderados ahora por Invertotal y Hansa Holding, tenían 35 millones de dólares invertidos en las compañías de los Nule y, por lo tanto, estaban en la cola de los acreedores y debían someterse a la prelación de pagos que estipula la ley.
Ahora bien, hay controversia entre juristas en el sentido de si la operación que realizaron en junio los Nule con estos fondos en la que vendieron sus acciones debe reversarse o no. Algunos creen que desde mayo, cuando los Nule acudieron a solicitar la reorganización empresarial por parte de la Supersociedades, no podían llevar a cabo transacciones sin el conocimiento de esa entidad. Otros, sin embargo, señalan que como se trata del traspaso de acciones podían hacerlo.
Para el Superintendente, lo más claro de todo es que en cualquier caso los Nule tendrán que responder hasta con su patrimonio por todo lo que dejaron pendiente hasta el 19 de junio, fecha en la cual ellos mismos señalan que hicieron la transacción con los fondos.
¿Qué pasará con las obras en las que el Grupo Nule estaba involucrado? El ministro de Transporte, Germán Cardona, aclaró que en lo que respecta a la doble calzada Bogotá-Girardot, uno de los proyectos más importantes, no habrá traumatismo, puesto que el Grupo solo tiene el 7,5 por ciento y el resto de consorcios se han comprometido a continuar y sacar adelante la obra.
Con la liquidación de las empresas Bitácora y Ponce de León sí se afectará la concesión del corredor Paletará, entre los departamentos de Huila y Cauca. Esta concesión actualmente está en ejecución. También quedarán perjudicadas ocho interventorías, dos de Invías y seis del Inco. Aunque en el caso de la Troncal de TransMilenio en la calle 26 ya se había cedido el contrato al consorcio Conalvías, queda la duda de si esta operación debe reversarse, porque es mucho más reciente.
Lo cierto de todo es que esta historia del Grupo Nule desnuda grandes fallas del Estado en la contratación pública, y especialmente en el sector de las concesiones viales. Quedan abiertos muchos interrogantes sobre cómo un grupo con todos los líos encima, financieros y de liquidez, pudo seguir contratando con el Estado y ganarse, una tras otra, las adjudicaciones. "Aquí solo pudo haber malos manejos y favoritismo del Estado en el tema de las concesiones viales", dijo un observador de este caso. Por otro lado, esto también revela la inoperancia del Estado para cortar a tiempo situaciones que pueden agravarse como bola de nieve. El Grupo Nule era una telaraña de más de 80 consorcios entrelazados, sin mayor respaldo real, que deberían haberles despertado sospechas a los adjudicadores de esas concesiones y a las autoridades de vigilancia. Ahora, lo importante es que este caso no termine en una historia más de quiebra empresarial, en la que mientras unos cuentan cuánto perdieron, otros no cuentan con cuánto se quedaron.