ENTREVISTA
“La campaña será de Santos contra 'Pacho'”
El ex vicepresidente explica en Semana.com por qué su marca política en las elecciones será su apodo y no su apellido.
Francisco Santos Calderón nació el 14 de agosto de 1961 en Bogotá. No tiene pelos en la lengua. Así era en sus tiempos de columnista en El Tiempo, cuando el periódico pertenecía a la familia. Hay una anécdota que dice que, incluso cuando estuvo secuestrado por Pablo Escobar, sorprendió a los sicarios con la lora que les daba.
Luego, para sorpresa de sus allegados y los analistas políticos, Álvaro Uribe Vélez lo eligió fórmula vicepresidencial. Así las cosas, durante ocho años 'Pacho' Santos dio tanto que hablar, que varias veces puso en una situación incómoda al jefe del Estado, quien, según los rumores palaciegos, se molestó en más de una ocasión.
De la Casa de Nariño, el ex vicepresidente salió para la dirección de RCN La Radio, donde, en medio de sonoras protestas estudiantiles, sugirió aplicar choques eléctricos a los estudiantes con el fin de apaciguarlos.
Y ahora, en plena carrera política para lograr el aval del uribismo a las próximas elecciones presidenciales, sí que ha dado que hablar. Por su comportamiento en campaña ha recibido mucho palo, pero él lo devuelve con dureza. Así, en diálogo con Semana.com, calificó al exembajador en Washington Gabriel Silva de “muñeco” del presidente Juan Manuel Santos.
En efecto, el exfuncionario respondió en este medio a una columna que escribió Silva en el El Tiempo. El exministro dice que “Pacho tiene muchas cualidades, pero todos sabemos que la serenidad, el buen juicio y la prudencia no son precisamente sus mejores virtudes”.
Pero, además, Santos, quien compite al lado de Óscar Iván Zuluaga, José Félix Lafaurie, Martha Lucía Ramírez, Carlos Holmes Trujillo y Juan Carlos Vélez, por llevar la bandera uribista, habla de su propuesta política y no descarta revertir la reelección presidencial en caso de llegar al Solio de Bolívar.
A propósito de la posibilidad de que la campaña sea 'Santos versus Santos', dice que él no se identifica con su primo, el mandatario.
Semana.com: ¿Qué le responde a Gabriel Silva, quien escribió en una columna de El Tiempo que usted no tiene la capacidad para gobernar el país?
Francisco Santos: Yo no les respondo a los ventrílocuos, yo le respondo al jefe. No le respondo al muñeco, sino al que maneja los hilos. Mi rival es el presidente Santos, es con él con quien me voy a enfrentar y con quien vamos a discutir los temas sobre las capacidades para gobernar un país o no. Y sobre todo, sobre una pésima gestión de gobierno que ha hecho Santos en estos tres años.
Semana.com: Hay un hecho en el que Silva tiene razón y es que una campaña 'Santos versus Santos' genera inquietud porque dos integrantes de una familia de la elite están disputando el poder. ¿No le parece? ¿Cómo va a enfrentar el tema de que sea su apellido contra su apellido?
F. S.: Lo primero es que no es una campaña de Santos contra Santos, sino de Santos contra ‘Pacho’. El uno es el hombre elitista, de círculo cerrado, que nombra a los amigos de póker y golf en todas las embajadas. El otro es un hijo de la violencia que no sólo fue secuestrado por Pablo Escobar, sino que le tocó salir del país por cuenta de las amenazas que le hicieron las FARC a su vida. El uno es el político de coctel, el otro es el político de calle, el de las marchas contra el secuestro, del 'No Más', que siempre ha estado acompañando movimientos ciudadanos. El uno es el supuesto tecnócrata que lo que ha hecho es repartir el presupuesto entre sus amigos políticos, el otro es alguien que aprendió a gobernar con el presidente Uribe. El uno es un político que no sale de Bogotá y el otro es alguien que ha recorrido tres veces, por lo menos, el país. Entonces no es una cuestión de apellido, sino de dos miradas diametralmente distintas de la política.
Semana.com: Silva dice que usted es el elegido del expresidente Uribe. ¿Esa afirmación hasta dónde es cierta?
F. S.: Yo fui elegido por el expresidente Uribe ocho años. En el desierto de la oposición he estado firme. Entonces hay un tema de lealtad inquebrantable y me declaro un uribista rabioso y no me avergüenzo de esos ideales. Yo defiendo una obra de gobierno, una gestión y un presidente que creo que ha sido el mejor en los últimos cien años. Segundo, ganarme el favor de Uribe es parte de una campaña, pero tengo claro que como su vicepresidente tengo una responsabilidad inmensa de seguir con una línea de gobierno y una conducta que es la que los colombianos eligieron al votar por el presidente Santos, quien la traicionó el mismo día de su posesión.
Semana.com: ¿Hasta dónde cree que lo que pase en La Habana va a ser definitivo en la campaña?
F. S.: Ese va a ser uno de los temas, pero no será el todo. El gobierno de Santos es tan malo, que usted sale de la 72 con Caracas y encuentra un gobierno desprestigiado, que lo que ha hecho es despilfarrar los recursos. Gramalote es el ejemplo clásico. Uno encuentra una economía que no crece y empieza a paralizarse. El presidente Santos es vulnerable por su gestión de gobierno y obviamente logra taparlo con la mermelada que usa, pero los colombianos no son bobos, la tienen clara. Todo va a depender del balance de su gestión. Un proceso de paz puede ayudar al principio, pero después se convierte en un arma de doble filo. Nosotros tenemos que estar preparados porque el presidente Santos tiene que responder.
Semana.com: ¿Cómo vio la salida de Vargas Lleras del gabinete y los ajustes que Santos hace a la gestión?
F. S.: Lo primero es ver si al fin va a nombrar el ministro de Agricultura. Juan Camilo Restrepo ha sido el desastre, uno de los daños que le hicieron al campo. Porque lo más cercano que ha estado Santos al campo es el hoyo 10 del Country Club, porque él no conoce el campo, que está paralizado y con una inseguridad jurídica brutal. Sobre la salida de Vargas Lleras... pues qué bueno que salga a la batalla política, se queda sin sus casitas, pero esperemos que el contralor vigile esos cientos de millones en publicidad que se está gastando el presidente Santos.
Semana.com: Después de la carta que envió el excomisionado Luis Carlos Restrepo, en la que pidió a los uribistas apoyar el proceso de paz, usted ha dicho que no hay que oponerse pero sí hacerle cambios. ¿Cuáles cambios le haría usted a las negociaciones?
F. S.: Para empezar a negociar y pensar en un correctivo, ellos (la guerrilla) tendrían que meterse en concentraciones al estilo de las que hubo en Ralito. Si todos los señores de las FARC están dispuestos a meterse en pequeñas zonas de concentración con vigilancia del Estado, ahí puede arrancar uno a hablar. Si ellos no aceptan eso, para qué nos enredamos en una discusión inútil.
Semana.com: ¿Qué piensa sobre la figura de la reelección presidencial?
F. S.: Estamos lejos de ser una democracia madura en ese sentido. El gasto público del presidente Santos en publicidad, auxilios parlamentarios y burocracia habla de lo fácil que es usar el Estado para una reelección. Tiene un efecto que es muy grande y grave y es una economía que está empezando a salir a flote. Lástima que no existan los controles y los contrapesos que debería tener la reelección para que sea una lucha equilibrada. Vamos a ver si el procurador Ordóñez logra meterle mano al desborde del gasto público que se está utilizando para favorecer un individuo a título propio.
Semana.com: ¿Usted acabaría con la figura de la reelección?
F. S.: No sé, pero es un debate que vale la pena dar.
Semana.com: Las FARC recordaron en una valla su presunta injerencia en la formación de grupos paramilitares en Bogotá. ¿En qué quedaron esas denuncias y la mención que hicieron algunos jefes paras en su momento?
F. S.: No los considero interlocutores válidos, ni siquiera son mis interlocutores. Yo hablo con los colombianos, los medios, los periodistas y mis compatriotas desarmados. Con unos señores que tienen un fusil al hombro no tengo por qué hablar. Además, llevamos siete años en esas investigaciones y nada. Esperemos a ver qué sucede. Yo sí me someto a la justicia colombiana, lo que no han hecho las FARC porque dicen que indigna. Yo sí me someto y espero que algún día se tome una decisión. Sé que el fallo va a ser favorable porque no va a haber prueba alguna.