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La condena de Andrés Camargo: justicia 'made in' Bogotá
No es fácil entender por qué mientras protagonistas del billonario saqueo a la capital están libres, al exdirector del IDU, Andrés Camargo, que sí puso a andar el TransMilenio, le imponen una condena de siete años de cárcel.
Andrés Camargo, cuando era director del IDU en el año 2000, dijo a la prensa que dormía "como un bebé". Se refería a que tenía tranquila la conciencia por los líos que estaba enfrentando la entidad a su cargo. Sin duda, la ciudad le reconocía su gran trabajo. Hoy, 12 años después, la situación es muy distinta: las palabras 'relleno fluido' y 'losas de TrasMilenio' le provocan terribles pesadillas.
Y lo peor es que estas se hicieron realidad. La semana pasada Bogotá se sorprendió con la noticia de la condena a siete años de cárcel para quien fue uno de los jugadores clave del dream team de la alcaldía de Enrique Peñalosa (1998-2000). La juez 45 penal de descongestión declaró culpable a Andrés Camargo de los delitos de peculado culposo y celebración indebida de contratos.
La decisión de la juez se conoce justo cuando el escándalo del carrusel de la contratación, que tuvo lugar durante la administración de Samuel Moreno, está llegando a su clímax y salen a la luz aterradoras revelaciones de cómo se manipularon los contratos y se pagaban escandalosas 'mordidas' de contratos que ni siquiera se ejecutaban. Por eso, automáticamente, muchos bogotanos se preguntaban ¿por qué una juez condena a Andrés Camargo por lo que, en el peor escenario, puede ser un error técnico, mientras están libres protagonistas del carrusel de la contratación contra los que hay pruebas contundentes de corrupción?
El caso de Camargo está relacionado con la construcción de la primera fase de TransMilenio. En 2003, tres años después de que prendió motores este nuevo sistema de transporte masivo, comenzaron a presentarse averías en las losas de concreto de los carriles construidos para los buses rojos. Las alarmas se prendieron en ese entonces porque, en teoría, esas losas debían durar 20 años. A la ciudad le ha costado cerca de 60.000 millones de pesos reparar las losas dañadas.
¿En dónde estuvo el problema? La culpa ha recaído sobre el relleno fluido, un material que utilizaron para nivelar las vías antes de poner encima las losas de concreto. Se han hecho varios estudios pero el del iraní Jhasmid Armagani, autoridad mundial en la materia, que fue contratado por la administración de Antanas Mockus, concluyó que se combinaron problemas de diseño (losas delgadas), de construcción (falta de drenajes) y del material (el propio relleno fluido).
Ya fuera que el relleno fluido no era el material adecuado o que los diseños fallaron, ¿qué culpa le cabe al director del IDU? En todos los estudios la conclusión es una sola: que la falla es de carácter técnico. Y en las investigaciones de la Fiscalía no se ha encontrado ningún tipo de maniobra ilegal o enriquecimiento de parte de Andrés Camargo.
El fallo de la juez -que no se ha conocido en detalle aún por el paro judicial-- deja un mal sabor por dos razones. En primer lugar, si la condena es por haber incurrido en un error a la hora de tomar una decisión se estaría creando una nueva jurisprudencia, según la cual todo alto funcionario debe responder por todas las decisiones técnicas de su entidad. Y esto se puede volver inmanejable si se tiene en cuenta que una entidad como el IDU puede tener 2.000 contratos al tiempo y cada comité de obra puede tomarse hasta un día completo.
En segundo lugar, se estaría creando un precedente de difícil cumplimiento ¿en cuántas equivocaciones habrán incurrido ministros de Estado o secretarios de despacho? Con solo pensar en las obras de infraestructura que terminan valiendo el doble de lo presupuestado pocos ministros de obras y transporte, por no decir ninguno, se salvarían.
Hay quienes han comparado este caso con el del alcalde Samuel Moreno, a quien la Procuraduría sancionó por no hacer control eficaz de los contratos. Pero una diferencia sustancial entre los dos casos es que mientras a Moreno toda la ciudad le llamaba la atención sobre las demoras y las irregularidades y él hizo caso omiso de esas advertencias, Andrés Camargo, por el contrario, lo único que recibió fue aplausos y todo tipo de reconocimientos por las obras realizadas. En el caso de las losas de TransMilenio nadie se imaginó, ni advirtió, que el relleno fluido iba a fallar.
Enrique Peñalosa y su secretario del IDU Andrés Camargo eran los más interesados en que TransMilenio quedara bien. Más que una obra, era el sueño del alcalde. De manera que si en sus manos estaba, no iban a elegir un material defectuoso. De hecho, el IDU no hizo los diseños de la obra, sino la entonces Secretaría de Tránsito, que contrató a una prestigiosa consultora extranjera (Steer, Davis y Gleave Ltd.), y esta sugirió usar el relleno fluido.
A eso se le suma que según lo investigado no hubo enriquecimiento indebido. De hecho, el peculado por el cual lo condenan es "culposo", es decir, sin intención. Puede que Bogotá esté hasta la coronilla de corrupción, pero no es sancionando a funcionarios que mostraron con obras su honestidad y compromiso como se va a resolver el problema.