Aunque el Congreso ya encendió motores y las plenarias han estado impregnadas de debates de alto nivel protagonizados por Álvaro Uribe, Iván Cepeda, Claudia López, Horacio Serpa, entre otros, hay otra controversia que ronda los pasillos del Capitolio. Y es el lugar donde los senadores instalarán sus oficinas.
Tanto que de los 102 senadores que se posesionaron el 20 de julio hay uno que no ha podido instalarse. Se trata precisamente del expresidente Álvaro Uribe, quien lleva ya dos días con un despacho ambulante.
Y no es porque la secretaría del Senado no le haya asignado despacho. Por el contrario, al exmandatario se le concedió una de las oficinas más grandes y aisladas del Capitolio, la que por casi 12 años ocupó Germán Vargas Lleras y que en la pasada legislatura le correspondió a Roy Barreras.
Barreras, según le dijo a Semana.com, fue consultado hace varias semanas por personas del esquema de seguridad de Uribe y no puso obstáculo para dejarle sus instalaciones a quien en otra época fue su jefe, pero que ahora es un contradictor.
Pero esa oficina, ubicada en el tercer piso de la sede del Legislativo, aún está ocupada por el senador Barreras, quien lleva varios días sin desalojarla. Escritorios, teléfonos, documentos y hasta las llaves aún conserva su equipo de trabajo. Y la razón por la que no ha podido hacer su trabajo es que la nueva oficina que le entregó el Congreso está prácticamente desvalijada.
La nueva oficina de Barreras era la que ocupaba la exsenadora Claudia Wilches (La U), quien durante su paso por el capitolio había invertido en mejoras, remodelaciones y adecuaciones al despacho.
Wilches no sólo se marchó del Congreso, sino que les dio instrucciones a sus colaboradores de llevarse todo, no sólo los escritorios, sino hasta el piso de madera y los guardaescobas. Dicha oficina quedó llena de escombros, por lo que requiere un mantenimiento.
Barreras le ha dicho a la administración del Congreso que sólo procederá a hacer su trasteo cuando el lugar esté en condiciones óptimas. La situación ha sido comprendida por el expresidente Uribe, quien le dijo a Barreras que aceptaba que no le entregara la oficina hasta que se resolviera esta situación.