NACIÓN

La desinteresada ayuda que les prestaron a los Samboní en el aeropuerto

Las dificultades que tuvieron en la terminal aérea los padres de Yuliana, deja ver que la familia requieren de más apoyo del Estado. Dos empleados de Avianca pusieron su cuota de solidaridad.

20 de enero de 2017
| Foto: Archivo particular

Una de las pruebas más duras que ha tenido que afrontar Nelly Muñoz después del asesinato de su hija fue el haber tenido que viajar a Bogotá. Asistir a la audiencia de imputación de cargos en contra del hombre que le quitó la vida a su pequeña Yuliana significó de entrada un shock. Pero además, volver a esa gran ciudad trajo de nuevo los recuerdos más dolorosos de su vida.

Tanto, que Nelly se desmayó dos veces en la audiencia judicial. Y Juvencio, por su parte, vivió horas de tensión e incertidumbre por la salud de su esposa, quien, además de tener cinco meses de embarazo, sufre del corazón. La vida de los Samboní no ha sido nada fácil luego de más de un mes de ocurrida la tragedia.

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Y eso quedó en evidencia el sábado pasado, cuando los padres de Yuliana llegaron al aeropuerto El Dorado, acompañados de una funcionaria de la Defensoría del Pueblo (Derechos Humanos). Luego de haber cumplido con varias vueltas en la capital necesitaban desplazarse a la ciudad de Popayán, para regresar al municipio de Bolivar, en el Cauca, por tierra.

A Nelly y a Juvencio les habían dicho que la Policía les brindaría el apoyo necesario para asegurar sillas en un avión, pero la gestión no apareció al momento en que se presentaron en la aerolínea. Hubo un cruce de confusiones y los Samboní entraron en pánico pues no llevaban el dinero suficiente para los tiquetes.  

El caso lo atendió el supervisor de turno de Avianca, Julio Latorre. El hombre procedió a cotizar dos billetes de avión en tarifa económica, independientemente de la fecha con miras a autorizar el eventual cambio sin ningún cobro. Sin embargo, muy rápido se dio cuenta de que los precios ofrecidos eran superiores al presupuesto que llevaban los Samboní, quienes viajaban también con una pequeña mascota.

Inmediatamente surgió la solidaridad. No hubo que esperar a llamadas a superiores o a autorizaciones demoradas. Tanto Latorre como Lorena Peña, una empleada de la sección de pasajes, reunieron las millas que ambos tenían acumuladas, procedieron a comparar los tiquetes y los cargaron a sus tarjetas. Fueron varios los empleados que quisieron ayudar.

Juvencio y Nelly entonces quedaron listos para abordar el vuelo que salía a las 16:27. Mientras se llegaba la hora, les consiguieron un guacal blando para el perrito y fueron llevados a una sala más cómoda y exonerados de cualquier tipo de cobro. Otra asistente, Sandra Téllez, estuvo pendiente de ellos todo el tiempo. Lo más plausible de aquel gesto, fue que la solidaridad hacia los Samboní surgió de los propios empleados de la aerolínea. Los directivos de Avianca apenas se vinieron a enterar de lo ocurrido el lunes.

Tanto los Samboní como la funcionaria de la Defensoría agradecieron el trato y las atenciones que recibieron. Sin embargo, el suceso dejó entrever que la familia  -que el próximo 29 de marzo debe regresar a Bogotá-, requiere de un apoyo más decidido de parte del Estado. La Alcaldía de Bogotá los ha acompañado en lo concerniente al apoyo psicosocial. Pero los padres de Yuliana, tal como lo relató SEMANA, viven en un contexto complejo.

La pena a Nelly le ha pegado muy duro. Y no es para menos. En la vereda El Tambo, del municipio de Bolívar, en el Cauca, ella ha preferido no salir sino para lo necesario. Cada ocho días va con Juvencio a Popayán para los controles de su embarazo. El bebé que lleva en el vientre –quien en honor a Yuliana se llamará Julián Andrés-, no se alimentó adecuadamente durante los primeros meses de gestación debido a que llevaba enredado el cordón umbilical.

Todo ello ha generado estrés en los padres y un sinnúmero de gastos que a veces Juvencio se ve a gatas para cumplir, pese a que según él siempre se encuentra con un “ángel” en el camino. Con todo lo que ha ocurrido, debió dejar de trabajar para ocuparse de la salud de Nelly y del cuidado de su otra hijita Nicole. Pero hay un niño en camino que requerirá de un esfuerzo mayor en la economía del hogar.

 “Ese es el pensamiento mío. Si yo me caigo, si me hundo, la otra niña mía va a quedar desamparada. Y eso es lo que me da más fuerzas. Porque Nelly en la condición en que está no es capaz de firmar ni un papel. Es que ella también sufre del corazón. ¿Entonces quién hace las vueltas?”, dijo Juvencio hace unas semanas.

Las problemáticas de la vereda El Tambo son más que todo estructurales. Se trata de una región aislada que se dedica al cultivo del maíz, la papa y la quinua. Pero son productos que nadie les compra. Hace falta una cadena de comercialización que hace que los campesinos decidan mejor migrar hacia Popayán, Cali y Bogotá, ciudades que a lo sumo tienen para ofrecer empleos mal pagos.

Lo que se viene para la familia, además del duelo, es enfrentar el cierre del proceso judicial que cursa en contra del victimario. Y todo mientras se llega el día del nacimiento de Julián Andrés, un niño que significa la esperanza, el comienzo de una nueva vida que a veces, como el día del aeropuerto, trae sus dificultades.

*Si quiere unirse a una campaña para reunir fondos para el bebé Julián Andrés, puede escribir a: JGuarnizoA@Semana.com.