JUDICIAL

La explosiva relación FARC-‘bacrim’

Un correo de ‘Alfonso Cano’ da cuenta de la alianza entre un cabecilla de las FARC y el jefe de los ‘Urabeños’.

7 de febrero de 2013
El correo fue enviado por ‘Cano’ a ‘Iván Márquez’ el 2 de febrero de 2010. | Foto: SEMANA

El jefe del frente quinto de las FARC, Luis Carlos Úsuga, alias ‘Jacobo Arango’, murió junto a seis guerrilleros más, en un bombardeo tras una operación de la Dirección de Inteligencia de la Policía en coordinación con las Fuerzas Militares el pasado 31 de enero. Es el primer jefe de frente en caer en los últimos seis meses.

Al día siguiente, una rueda de prensa presidida por el general Alejandro Navas, comandante de las Fuerzas Militares, se contaron algunos detalles de la operación y la vida del mencionado subversivo, que llevaba al menos 30 años en las FARC.

Desde 1997, se le atribuyen 245 acciones delictivas que hasta el día de su muerte dejaron 613 víctimas (291 muertos y 322 lesionados). Se mencionó, también, su cercanía con alias ‘Iván Márquez’, uno de los negociadores en los diálogos en La Habana, Cuba. Sin embargo, fueron varios los aspectos relevantes que quedaron sin ser contados sobre la importancia de este guerrillero.

‘Jacobo Arango’ es el principal responsable del exterminio de decenas de guerrilleros reinsertados del EPL que habían formado el movimiento político Esperanza, Paz y Libertad. Lo logró y dejó tras de si una estela de sangre. Primero, el 23 de enero de 1994, coordinó y dirigió la masacre de 35 de ellos en el barrio La Chinita, de Apartadó (Antioquia).

Ya el 29 de agosto de 1995, en la finca Los Cunas, ubicada en el corregimiento de Zungo, en Carepa (Antioquia), dirigió el asesinato de otras 16 personas. Menos de un mes más tarde, el 20 de septiembre de 1995, en el sitio conocido como Bajo el oso (en la vía entre Apartadó y Río Grande), asesinó a otros 24 militantes. El 14 de febrero de 1996 ordenó la masacre en la finca Osaka de otros 11 miembros del EPL.

Estos 86 asesinatos son sólo algunos de los que ejecutó contra quienes consideraba traidores, todo dentro de un largo historial criminal. Sin embargo, ello no era lo que más inquietaba a algunos de sus jefes del secretariado, en particular al excomandante de las FARC, ‘Alfonso Cano’, muerto en noviembre del 2011 en una operación militar.

En varios correos a sus camaradas, incluido ‘Iván Márquez’, ‘Cano’ les informa que ‘Jacobo Arango’ tiene relaciones de negocios de narcotráfico con un personaje que actualmente es uno de los más reconocidos del mundo criminal: Darío Antonio Úsuga, alias ‘Otoniel’, jefe la banda criminal los ‘Urabeños’.

SEMANA revela una de las comunicaciones que da cuenta de tales vínculos


“Camaradas Iván y Bertulfo: mi saludo fraternal

Información que llegó de un frente proporcionada y relacionada con las mafias: “por medio del narcotraficante Darío Antonio, alias Otoniel, quien tiene nexos con El Becerro, Jacobo Arango y Pedro talibán, existe infiltración en los frentes 57, 5 y 34. Tiene ubicados varios sitios y campamentos. Están llegando policías y militares a Montería para empezar operaciones en el norte del Chocó”.

Tendríamos que empezar por verificar si el personaje existe. Esa es toda la información, recibida ayer.

Un abrazo,

Alfonso.

Este correo fue enviado por ‘Cano’ a ‘Iván Márquez’ el 2 de febrero del 2010. Allí habla del entonces relativamente desconocido ‘Otoniel’, pero es claro el exjefe de las FARC sabía que ‘Jacobo Arango’, entre otros comandantes de frente, tenía negocios de narcotráfico con el actual jefe de esa ‘bacrim’.

Las sospechas de ‘Cano’ se confirmaron a comienzos de este año, cuando en otra operación de bombardeo en la que murieron 16 guerrilleros de una columna del frente 5, comandada por alias ‘Mayerli’, se encontró anotado de puño y letra de la subversiva sus negocios con ‘Otoniel’.
(Relacionar la nota de alias ‘Mayerli’: La bomba de año nuevo)

También se conocieron conversaciones de ella y otros integrantes con ‘Otoniel’ y sus hombres definiendo precios de venta de cocaína. Ese correo de ‘Cano’, de hace casi tres años, deja en evidencia que esa relación de FARC con las bacrim en torno al negocio del narcotráfico no es algo nuevo ni desconocido para los miembros del Secretariado.