CONTEXTO
La fortaleza de 'Cano'
Una presencia histórica y una base social considerable, además de uno de los terrenos más inhóspitos y hermosos de Colombia, que conocen como la palma de su mano, dieron por años la ventaja a las Farc y dificultaron la labor de los militares.
Su nombre suena a mito. El Cañón de las Hermosas, uno de los paisajes más bellos del sur de Tolima, de numerosos ríos y más de 300 lagunas, fue el lugar en el que mayor tiempo pasó Guillermo León Sáenz Vargas, ‘Alfonso Cano’, desde cuando entró a las FARC.
Llegar allí, a buscarlo, fue el gran reto de las Fuerzas Militares. Por algo tuvieron que pasar muchos años de esfuerzo sostenido antes de inclinar la balanza a favor del Estado y así ir cerrando el margen de maniobra de ‘Cano’ y las estructuras que lo apoyaban en esa zona del país, que se vieron obligadas, ante la poderosa presión militar, a desplazarse hacia el sur, a los filos de la cordillera entre Cauca y Huila.
El Cañón de las Hermosas está ubicado en la cordillera central y hace parte de los municipios de Palmira, Tuluá, Buga, El Cerrito y Pradera, en el Valle del Cauca, y de Chaparral y Río Blanco, en Tolima. Allí, en 1977, se creó un Parque Nacional, pero desde antes el lugar ya servía de refugio para las FARC, que nacieron en el sur de Tolima.
Cañón de las Hermosas se dice fácilmente, pero intentar penetrarlo, y enfrentar a una guerrilla que conoce esas alturas de la cordillera como la palma de su mano, ha sido uno de los mayores retos operativos que han enfrentado las Fuerzas Militares.
Así lo explica Román Ortiz, experto en seguridad y profesor de economía de la Universidad de Los Andes: “La elevada altitud, la difícil topografía y la cobertura vegetal hacen extremadamente difícil el soporte logístico de las unidades de la fuerza pública que operan en la zona y crean barreras para el desarrollo de operaciones áreas”.
Entender el comportamiento del viento y definir las áreas de aterrizaje de los helicópteros que sobrevolaban el Cañón tomó tiempo. Henry Vallejo, mayor del Ejército y piloto de un UH-60 Black Hawk, estuvo allí, en misiones que –según cuenta– muchas veces se suspendieron a último momento por cuenta de la topografía, “tan difícil e impredecible”.
Las bajas temperaturas, sumadas a la escasez de oxígeno, pues en la parte de arriba las alturas pasan de 3.000 metros, se convirtieron en el gran obstáculo para el ascenso de las tropas del Ejército a la zona.
“A esa altura baja el rendimiento del helicóptero porque aumenta la temperatura en las turbinas y eso hace que disminuya la velocidad. Se necesita mayor exigencia. El Cañón es una de las áreas más difíciles de volar”, dice Vallejo, que empezó a volar el área hace ocho años. “Al principio, abasteciendo las tropas que estaban en tierra o sacando heridos que dejaba el enfrentamiento con la guerrilla, el campo minado, pero luego con el objetivo de dar con Cano”.
Afrontar la nubosidad y el viento era –cuenta– una de las tareas principales para los pilotos que pretendían ir a esa misión. “Con el tiempo no pelea nadie. Era usual que al despegar hacia allá estuviera despejado, pero que a medida que se fuera avanzando hacia el sur aumentara la nubosidad y fuera necesario regresar sin haber cumplido”, cuenta.
El general Guillermo Suárez Ferreira, comandante de la Fuerza de Tarea del Sur del Tolima (creada exclusivamente para dar con 'Cano'), lo reconoce. Hace pocos meses señaló a Semana.com que la tarea de sobrevolar el lugar no era fácil. “Es una zona montañosa con bosques muy altos. Hay partes en donde el clima está casi bajo cero”.
Si por aire las dificultades no eran pocas, tampoco lo eran por tierra. Además de los miembros de las FARC, que se mueven como peces en el agua en una zona de la que son oriundos los guerrilleros, el frío era uno de los principales enemigos. Todos los uniformados que hacían parte de las acciones militares en el Cañón sabían que debían llevar por lo menos una provisión de bebida caliente si no querían que una hipotermia los afectara en medio del camino.
Sin embargo, el general va más allá de las dificultades topográficas y señala otra cuestión que, según él, hacía todo más complejo: las milicias. “Están muy arraigadas en algunas poblaciones, como en Planadas y en Río Blanco, donde tienen una influencia muy grande”. Ortiz coincide con él: “La presencia histórica de las FARC en la región les permitió desarrollar redes de colaboradores que les proporcionan información y suministros. En este sentido, se trata de un espacio donde tradicionalmente la guerrilla ha operado con ventaja y las Fuerzas Militares se han enfrentado a fuertes barreras operacionales”.
Fernando Osorio, exgobernador de Tolima, conoce muy bien la historia del Cañón de las Hermosas. Asegura que desde mucho antes de que las FARC se instalaran allí, lo hicieron colonos de muchas partes del país. Principalmente del Valle, de Quindío, de Antioquia y de Huila. “Con esa mezcla de diferentes culturas, siempre ha existido allí una ‘Colombia chiquita’. Más adelante –continúa diciendo– por el terreno, difícil, de profundas gargantas y cañones, hizo que se volviera una zona estratégica para el conflicto.
“La ausencia del Estado se sintió por muchos años. No solo en el Cañón, sino en todo el sur de Tolima. Por eso, poco a poco se fue convirtiendo en uno de los ‘activos’ de la guerrilla, en un espacio en el que nadie los molestaba, en su sitio de descanso, de recreo: en su refugio”, señala Osorio. Lo mismo se puede decir de la vasta región en la que la cordillera central se estira hacia el sur, hasta los parajes limítrofes entre Cauca y Huila donde, finalmente, huyendo de la presión militar, cayó 'Alfonso Cano'.
El Cañón de las Hermosas es un punto de paso estratégico para moverse libremente entre Quindío, Valle, Tolima, Cauca y Huila.
Pero que las FARC, y sobre todo 'Alfonso Cano', se hayan instalado en esa zona no solo la convirtió en un mito. También generó un estigma sobre los pobladores de la región. “Llevamos sumidos desde hace casi 60 años en el conflicto, pero no por eso somos guerrilleros. Desde hace pocos años el Estado ha hecho presencia de fondo, hubo un abandono histórico, tanto como la misma presencia de las FARC”, dice Osorio.
El exgobernador de Tolima advierte que la “satanización” de las Hermosas no acabará con la muerte de 'Cano'. Si bien él fue el único de los máximos jefes de las FARC que se refugió allí, “mientras exista esa guerrilla, seguirá moviéndose en ese territorio, en el sur de Tolima. Es una región que vale y las Farc lo saben”, concluye.