CORRUPCIÓN
La guaca del Tolima
Un escándalo ronda a 10 miembros del Ejército que fueron capturados por quedarse con al menos 500 millones de pesos que estaban encaletados en un campamento de las Farc en el Tolima. Para eliminar testigos, un soldado mató a un guerrillero.
Según el reporte oficial del capitán Carlos Andrés Villamizar, el 2 de febrero de este año sus tropas realizaron una arriesgada operación contra el frente 21 de las Farc, muy cercano al jefe guerrillero Alfonso Cano, en el Cañón del Ambeima, en lo profundo del Tolima. Según el documento, esa madrugada, en medio del frío penetrante y después de 10 meses de trabajo de inteligencia con la ayuda de un informante, lograron llegar a un campamento que albergaba entre 45 y 50 guerrilleros. Pero cuando se descolgaron desde los helicópteros en vuelo estacionario, los militares solo hallaron munición, armas, minas antipersona, explosivos, un videobeam y un computador portátil. En la operación, que terminó al día siguiente, murieron tres guerrilleros, dos hombres y una mujer, y le salvaron la vida a un joven insurgente de 16 años.
Esta acción, tal como la describió su comandante, hubiera pasado inadvertida de no haber sido porque a los tres meses un soldado que participó en la misma denunció ante la Fiscalía el robo de un dinero encontrado en el sitio del bombardeo, donde había una caleta debajo de las camas de los guerrilleros con unos 500 millones de pesos en varias tulas. Aunque dijo no haberse quedado con plata, afirmó que en la operación algunos de los militares se la llevaron consigo tras el bombardeo. Ninguno de ellos reportó el hallazgo como material incautado en la operación.
El soldado que denunció el caso, quien, según las autoridades, sí recibió parte del dinero pero quedó inconforme con la repartición, decidió contarle la historia de la guaca del Tolima a la Fiscalía, que de inmediato abrió una investigación por el homicidio del guerrillero y por la apropiación del dinero.
La historia, de acuerdo con los hallazgos de la Fiscalía, fue en realidad así: tras el bombardeo al campamento guerrillero ese 2 de febrero, un cabo y un soldado descendieron de los helicópteros para registrar la zona. Los militares encontraron a un joven herido atrapado entre la maleza, a quien lograron salvarle la vida al hacerle curaciones.
Todo indica que en los dos días que permanecieron los militares en la vereda La Aurora del corregimiento La Marina, en Chaparral, un grupo de los 40 militares que estuvo en la zona halló encaletada la plata en efectivo. Según el informante que les ayudó a los militares a encontrar el campamento, esta provenía del pago que una empresa le había hecho a esta célula guerrillera por una extorsión, en enero de este año.
Además, el soldado que confesó dijo que de los tres guerrilleros muertos reportados, uno no murió en combate, pues un soldado lo remató tras quedar herido por el bombardeo. Según las investigaciones, cuando llegó el capitán Villamizar al lugar y ordenó barrer el área, se oyó un disparo. Era el del soldado que mató al guerrillero, quien ya se había rendido y solo tenía una leve herida. Cuando el capitán se enteró de lo sucedido, les dijo a sus hombres: "Una baja más", dando a entender que lo presentarían como muerto en combate. Según el soldado que declaró, a su compañero que apuntó contra el insurgente se le trabó el arma, pero luego logró impactar al guerrillero en el abdomen. Al parecer, este guerrillero habría sido testigo del robo de la guaca.
La investigación, encabezada por el CTI de la Fiscalía, pudo determinar que el capitán Villamizar, el teniente John Éimer Ospina, el sargento segundo Einar Dussán Rivera Calderón y siete soldados profesionales adscritos a la Brigada Sexta de Ibagué resultaron involucrados en el asesinato del guerrillero y en el robo de los 500 millones de pesos.
Tal como pudieron comprobar las autoridades, los militares encontraron en cada una de las tulas más o menos 50 millones de pesos en fajos de billetes de 50.000. Se sabe que el soldado que asesinó al guerrillero se quedó con la mayor cantidad (unos 50 millones) y que repartieron el resto casi al azar entre los 10. A unos les tocó de a 20 o 40 millones. Al resto, al parecer, le dieron 100.000 pesos a cada uno.
Terminada la operación, los militares regresaron a Ibagué para gastarse el dinero. Uno compró casa. Otro, un carro usado. A un soldado que no le tocó mucho le regalaron tres millones de pesos para que pagara la hipoteca de su casa. El resto se gastó el dinero en mujeres, trago y ropa.
Si bien el monto no se compara con la guaca de los 16 millones de dólares que más de 150 militares se encontraron en San Vicente del Caguán en 2003, ninguna de las dos historias tuvo un final feliz: mientras que varios de los militares de San Vicente recibieron penas de hasta 10 años de cárcel, los del Tolima están acusados de favorecimiento de homicidio en persona protegida, por la muerte del guerrillero (uno de ellos, el que disparó, está acusado de homicidio agravado), y de peculado, por quedarse con dineros que han debido ser reportados en la lista de incautación.
Tras un allanamiento del CTI al cuartel donde estaban los sospechosos, los 10 uniformados fueron capturados en la tarde del viernes pasado.
Como si fuera poco, se sabe que el soldado que disparó al guerrillero tiene encima otra investigación por el asesinato de un niño en Ibagué, ocurrido hace dos meses; también, que hay una investigación por la muerte de un familiar de los uniformados presuntamente relacionada con el hallazgo de la guaca, y que incluso las amenazas contra los militares involucrados con la caleta obligaron a las autoridades a darles protección especial a dos de ellos.
Sobre el caso, los mandos del Ejército han sido implacables. Según el comandante de la Sexta Brigada, coronel Julio César Prieto, se sancionará con todo el rigor a los militares que terminaron en este lío. "Habrá cero tolerancia en este caso, pero pedimos que se respete la presunción de inocencia", dijo el oficial a SEMANA, quien aseguró que ni por inteligencia técnica ni humana se sabía de la famosa caleta millonaria antes de la operación: "Nunca fuimos a buscar plata".