MINERÍA

La guerra por el coltan

Este mineral estratégico para la alta tecnología, que ha causado muerte en África, está en la mira de las grandes potencias. Mientras Venezuela militarizó sus yacimientos, en Colombia están a merced de contrabandistas de la Orinoquía.

21 de noviembre de 2009
En Guainía, Vichada y Vaupés el coltan está siendo extraído por comunidades indígenas

Una nueva Vorágine está a punto de comenzar. Además de la forma rápida como la última gran reserva de tierra del mundo está empezando a ser comprada, colonizada y modificada, las evidencias de yacimientos de coltan en la Orinoquía, especialmente en Vichada, Guainía y Vaupés, han generado una ola de comerciantes, especuladores y grupos armados alrededor de un negocio que sólo este año podría mover más de 40 millones de dólares. Y es sólo la punta del iceberg.

En la mente de la mayoría de los colombianos el coltan sólo empezó a existir hace un par de semanas, cuando el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, anunció el descubrimiento de un gigantesco yacimiento cerca de la frontera con Colombia. El mandatario ordenó militarizar la zona del Orinoco para proteger ese mineral estratégico y, según él, evitar que traficantes colombianos siguieran extrayéndolo y vendiéndolo al 'imperio'.

Lo cierto es que desde hace unos cuatro años este mineral está siendo extraído en varias regiones del oriente de Colombia para exportarlo a comercializadores internacionales. Tanto, que hace un par de meses se filtró la noticia de que una empresa había pedido a Ingeominas permiso para extraer un coltan de excelente calidad en 35.000 hectáreas entre Vichada y Guainía. Otras cuatro licencias están en camino.

El coltan es principalmente una combinación de columbio y tantalio, dos minerales que pasaron de curiosidad geológica a ser cruciales en el desarrollo de todo tipo de equipos electrónicos. Es conocido en el mundo como el 'oro azul', el petróleo del barro o el nuevo maná. El 80 por ciento de las reservas está en el Congo, y el resto estarían repartidas en Australia, Brasil, China y, últimamente, Venezuela, Bolivia y Colombia

Lo que hacen las seis plantas procesadoras que hay en el mundo es triturar el coltan y extraer entre otros tantalio y niobio, con el que se hacen condensadores y chips indispensables para los teléfonos celulares, computadores, iPods, mp3, GPS, juegos de consolas, satélites, armas teledirigidas, centrales atómicas y trenes magnéticos de alta velocidad.

Gracias a estos minerales el mundo ha podido ver en los últimos años una reducción del tamaño de estos aparatos, pues el tantalio es un mineral ideal por ser un superconductor a elevadas temperaturas, tiene capacidad para almacenar carga eléctrica temporal y liberarla cuando se necesita, además de ser resistente a la corrosión.

El lado negativo ha sido la violencia que ha desatado su extracción. En África, especialmente en el Congo, el dinero del coltan, cuya tonelada puede costar entre 60.000 y 100.000 dólares, ha sido el combustible de un conflicto multilateral (llamado la guerra mundial de Africa) en la que han muerto cientos de miles de personas, otras tantas han sido desplazadas y se ha producido un desastre ambiental que también involucra a los países vecinos. Las milicias enfrentadas luchan entre sí por el monopolio del coltan y otros minerales en una espiral interminable de violencia.

Tanta ha sido la sangría, que desde hace tres años es prohibido comprar coltan del Congo. Sin embargo, el mineral sale de contrabando desde países como Ruanda y Uganda, especialmente a Estados Unidos, Alemania, Holanda, Bélgica y Kazajistán.

Esa es una de las muchas jugadas que los intereses comerciales de grandes países han hecho para mantener sus existencias de este mineral. Por su parte China busca, por medio de sus empresas, apoderarse de la producción de las minas de coltan mediante la compra de los títulos de las minas.

Así parece que sucederá en Bolivia, donde ya fue encontrado un yacimiento que será entregado en concesión. Y también podría pasar en Colombia, donde según una fuente que tiene intereses en la región, los chinos están tras la búsqueda del mineral y ya tienen sus ojos puestos en probables yacimientos en el Vichada, especialmente en la producción de resguardos indígenas de la Orinoquía.

Esa fuente contó a SEMANA que hace unos tres años un puñado de comerciantes llegó hasta zonas de Vichada y Guainía para promover la explotación de coltan en regiones cercanas al Orinoco o sus afluentes. Como la minería de este material no está reglamentada en el país, los comerciantes se ampararon en registros falsos y en que parte de los yacimientos están en resguardos indígenas para comprar y vender el producto. Mediante el barequeo en ríos y laderas recogen el mineral, que después es sacado a Bogotá, donde una tonelada puede costar entre 40.000 y 60.000 dólares. Algunos dijeron que los comerciantes tienen que pagar un impuesto de 2.000 a 2.500 dólares por tonelada a las autodefensas y la guerrilla que están en algunas de esas zonas.

Mensualmente se podría estar exportando entre 10 y 25 toneladas de coltan, pero "con un proceso de legalización y tecnificación podrían superar las 300 toneladas mensuales", dice Vladimir Villegas, uno de los fundadores de Coltan Sas, la única empresa legal creada en Colombia para comercializar este mineral. Esa sociedad le está pidiendo al gobierno que reglamente lo necesario para explotar y exportar el coltan, un negocio que hoy está al garete pero puede valer muchos miles de millones de dólares.

En efecto, en Colombia hay un gigantesco vacío técnico y jurídico frente a este mineral. Por un lado, Ingeominas no tiene estudios confiables ni suficientes que determinen las zonas productoras, el alcance básico de las reservas y la forma como se debería llevar a cabo su extracción y el pago de regalías e impuestos. Al ser interrogados sobre estos temas por SEMANA, los funcionarios de esa entidad estatal no dieron ninguna respuesta.

Por otra parte, según Luis Ignacio Ramos, abogado experto en el tema, como este mineral se recoge a cielo abierto, sin penetrar el subsuelo ni con un trabajo minero intenso, se puede alegar que es una minería de subsistencia, que tiene muchas excepciones legales. A esto se suma que parte de la explotación actual se está haciendo en territorios indígenas, en los que los gobernadores tienen autonomía.

Rafael Gómez, quien tiene un título de arenas negras hace más de 10 años en el Guiña y ahora está trabajando con una comunidad indígena para obtener un título minero para extraer coltan, dijo que en esta zona hay mineral, pero no en abundancia, como algunos han especulado. Un indígena de comunidades como Curarí, Isana, por los lados de río Inírida y Guarinuma puede extraer de dos a 10 kilos en un día.

En todo caso, se requieren medidas urgentes para que este mineral estratégico sea controlado por el Estado. Es necesario evitar que termine siendo un nuevo estímulo para los grupos ilegales que han dominado esos territorios, tal como ocurre en el Congo, y que llegue una oleada de aventureros que puedan arrasar con todo lo que encuentren por su paso. En juego hay miles de millones de dólares.

Pero mientras Chávez ordenó militarizar el yacimiento de coltan y declararlo bien nacional, las autoridades en Colombia apenas saben que existe.