NACIÓN
¿Por qué la izquierda perdió a Bogotá?
Semana.com explica los motivos que llevaron a la ciudadanía a castigar a la fuerza política que tuvo el poder durante los últimos 12 años.
El adagio dice que la izquierda unida jamás será vencida. Para estas elecciones, Clara López era su estandarte y terminó por unir casi todos los sectores de la izquierda ante el inminente riesgo de perder la alcaldía de Bogotá, la cual habían ostentado desde hace 12 años.
Clara, primero, unió al Polo y limó asperezas con el sector de Jorge Robledo. Con el paso de la campaña, recibió al hijo pródigo, Gustavo Petro, y los progresistas. Sumó a la Unión Patriótica y fue apoyada por los antiguos polistas que se fueron a la Alianza Verde. La unión hace la fuerza, pero en este caso no fue suficiente para que la izquierda mantuviera la 'joya de la corona', la Alcaldía de Bogotá.
En buena parte, el carrusel de la contratación, que mandó a la cárcel a Samuel Moreno, y la muy cuestionada administración de Gustavo Petro terminaron por pasarle factura a Clara, y apenas logró el tercer lugar, respaldada con algo más de 400.000 votos.
Luis Eduardo Garzón empezó la era de alcaldes de izquierda en el 2004 y empezó una nueva administración de marcado carácter social. Se prolongó con Samuel Moreno, que tuvo que abandonar el cargo por una sanción de la Procuraduría y Clara Lópéz tuvo una administración de cinco meses que fue bien valorada.
Hace cuatro años, Gustavo Petro cabalgó con las denuncias del carrusel de la contratación y se convirtió en alcalde con apenas el 27 % de los votos. No cumplió su primer año de gobierno cuando la Procuraduría lo destituyó, y desde entonces pasó más tiempo defendiendo su cargo que administrando. También se libró de un proceso de revocatoria y su administración es la más cuestionada de la reciente década.
En estos años, los gobiernos de la izquierda tuvieron muchos pecados que terminaron entregando la capital. Estos son algunos de ellos.
1. No supo darles continuidad a las ideas de la llave Mockus-Peñalosa
Cuando Antanas Mockus terminó su segundo periodo en la Alcaldía, los bogotanos acababan de vivir un proceso inédito. Habían visto cómo en el transcurso de pocos años la ciudad pasó de ser un foco de caos, corrupción e intolerancia a encarnar una urbe mejor educada e inteligentemente diseñada que se convirtió en un modelo regional y en la vitrina de moda de los urbanistas alrededor del mundo.
Eso cambió con la izquierda. Lucho Garzón se concentró en lo social, pero no mantuvo el estilo progresista y gerencial de los dos y así comenzó un proceso de resquebrajamiento que los escándalos y la posterior destitución de su sucesor, Samuel Moreno, solo profundizaron. Con Gustavo Petro esas fisuras terminaron en una ruptura, y la ciudad se sumió en el pesimismo. Hoy, no muchos vinculan a la izquierda con logros en gestión, sino con polémicas e interrogantes sobre decisiones administrativas, de planeación e infraestructura.
2. Dividió en vez de unir a los ciudadanos
La izquierda dedicó sus alcaldías a trabajar contra la brecha social de la ciudad. Pero en vez de cerrarla, la abrió más. No desde un punto de vista económico (las cifras de pobreza, de hecho, han bajado con la izquierda), sino desde el punto de vista de la cultura.
El fracaso de Samuel Moreno y la estela de corrupción que acompañó su alcaldía dejaron en las élites de la capital la impresión de que la izquierda es incapaz de llevar a cabo grandes proyectos. Y la controversia constante en torno a Gustavo Petro y el estilo provocador y polarizador del propio mandatario solo ahondaron la división. Mientras el discurso oficial buscaba convencer a los ciudadanos de escasos recursos de que solo la izquierda era capaz de protegerlos, la otra parte de los habitantes se sentían agredidos por los ataques provenientes desde el mismo gobierno.
3. No salió de la sombra que dejó Samuel Moreno
El escándalo del carrusel de la contratación le dio un duro golpe a la izquierda en Bogotá. Pero en vez de unirse, buscar controlar el daño y reinventarse tras la estocada, le fuerza política se dedicó a lo contrario y se dividió. Clara López defendió a Moreno de las acusaciones durante demasiado tiempo, y ella y su partido, aparte de algunas apariciones públicas y críticas hacia el exalcalde investigado, no llevaron a cabo el corte de cuentas y la apertura que varios sectores de la opinión habrían esperado.
Esa actitud no solo dividió la fuerza política y dio a luz al petrismo, sino que les permitió a sus enemigos usar el escándalo de los hermanos Moreno cada vez que quieren para darle palo a la izquierda, máxime cuando la propia Clara fue la elegida para terminar el periodo inconcluso de Samuel. Hasta hoy, el proceso contra el exalcalde no termina ante la Justicia y siempre que alguien quiere referirse críticamente a este, la izquierda termina salpicada.
4. Dejó que Petro se apropiara de sus banderas
Para nadie es un secreto que buena parte de la Alcaldía de Gustavo Petro transcurrió en medio de una batalla política entre este y sus enemigos. Y él dio esa lucha aferrado a las banderas de la izquierda. Esto llevó a la opinión a vincular a esta fuerza política con todas las controversias del alcalde, sin importar que la Bogotá Humana no necesariamente representara a todos los izquierdistas de la ciudad. Esa concentración de la izquierda en la radical figura de Petro le hizo daño a cualquier político que intentara acercarse al electorado con ideas de esa corriente. Así, el concepto de ‘izquierda’ terminó ensartado en la polarización y los problemas de Petro. Y para contrarrestarlo la izquierda no hizo lo suficiente.
5. Perdió a sectores clave de la economía y la política
Gustavo Petro se ganó como enemigos sectores de la sociedad, la economía y la política sin los cuales es imposible gobernar una ciudad como Bogotá y desarrollar proyectos de gran envergadura. Esta situación generó un boicoteo sistemático que no solo afectó al padre de la Bogotá Humana, sino sin quererlo a toda la izquierda. Las palabras de Clara López en su discurso de derrota, según las cuales hubo una “campaña cochina”, pueden tener mucho de cierto. Pero eso no puede terminar dejando a la izquierda como una víctima, pues esta ha carecido de autocrítica y de la voluntad de establecer líneas claras para separarse de la polarización generada por Petro y de las polémicas que rodearon al alcalde.