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En el lugar no hay estratos socioeconómicos, pues se le atiende igual a las internas que gozan de cierto reconocimiento y a las mujeres del común. | Foto: Diana Sánchez

CRÓNICA

La peluquería en la cárcel de El Buen Pastor

Las internas ven en la peluquería la forma de trasladarse a un mundo donde no hay rejas.

13 de agosto de 2013

Pensar en vivir dentro de una cárcel es una opción que a la mayoría de las personas les causa pánico, pero quienes por circunstancias de la vida han tenido que llegar a un penal, no tiene otra alternativa que buscar la forma de hacer que sus meses o años privados de la libertad, sean lo menos traumáticos posibles.  

La cárcel El Buen Pastor de Bogotá, es la que alberga el mayor número de mujeres detenidas en el país. El centro de reclusión tiene nueve patios, en los cuales hay distribuidas 2.220 internas, que purgan condenas por los diferentes delitos que contempla el Código Penal.

Algunas han optado por hacer sus días más útiles y buscan ocupar su tiempo en diferentes labores que el centro de reclusión les ofrece y que les sirve para redimir pena y salir más pronto a la libertad.  
Aunque pareciera un poco salido de lo normal la cárcel cuenta con su propia peluquería, en ella laboran cuatro mujeres estilistas de profesión, cuya clientela son sus propias compañeras.

En el lugar no hay estratos socioeconómicos, pues se le atiende igual a las internas que gozan de cierto reconocimiento y a las mujeres del común, que comparten el infortunio de estar tras las rejas. 


Las presas mitigan su encierro embelleciéndose.

Sandra* goza de prestigio entre las internas que acuden a la sala de belleza para arreglar sus cabellos, uñas, depilarse y en general buscar los servicios de la peluquería, lo que les permite – dicen- no solo tener un mejor aspecto físico, sino un aliciente que les demuestre que “siguen vivas, porque estar en la cárcel, no es estar muertas”, aseguró una mujer de unos 55 años, a la que se le nota ser de clase distinguida.
Con su acento costeño manifestó que acude al lugar, porque el fin de semana siguiente, es día de visitas y siempre busca que su familia la vea bien.

La peluquera es una experimentada en la materia, lleva 25 años ejerciendo la profesión, dos de ellos lo ha hecho en la cárcel, en donde debe pagar una condena de 12 años por tráfico de estupefacientes.
 
Ella sabe que por cada hora que labore va tener el mismo tiempo de descuento de su pena, pero además de eso dijo que su trabajo la hace olvidar de la realidad que vive desde hace cinco años cuando fue capturada por tratar de sacar droga del país hacia España.
 
“Yo llego acá y ellas son mis clientes, trató de arreglarlas como les gusta. Mis días son más cortos porque hago de cuenta que estoy en mi salón. Cuando llego al patio y me encuentro con la realidad me da tristeza, pero a la mañana siguiente vuelvo a este lugar que se convierte en mi salida diaria a la libertad”, aseguró la mujer.
 
La más nueva en la peluquería es Manuela* ella visiblemente triste recuerda que por circunstancias de la vida hoy tiene que estar lejos de sus hijos. Mientras le arregla las uñas a una de sus compañeras, que en ese momento se convierte en su cliente, indicó que su trabajo es la mayor motivación dentro de la cárcel para que el tiempo pase rápido y pueda volver al lado de su familia.
 
Una de las clientas de Manuela, es una joven que no supera los 25 años, sus ojos claros bien maquillados y sus uñas perfectamente definidas demuestran que pese a lo adverso de las circunstancias la vanidad femenina siempre estará presente. “Tengo que estar bien para esperar la visita de mi esposo”, dijo en medio de una tímida sonrisa.
 
Internas reconocidas
 

Las llamadas ‘famosas’ también acuden al lugar para arreglar su cabello, Sandra recuerda que ha atendido a la exrectora de la Universidad Autónoma del Caribe Silvia Gette y a la excongresista Yidis Medina, quien recientemente recuperó su libertad.
 
De Gette aseguró que es una mujer sencilla a la que cada mes le aplica su tinte en el cabello y se lo cepilla, todo a diferencia de una peluquería de cualquier ciudad del país le cuesta apenas 40.000 pesos.  Mientras a Medina la recuerda como una mujer alegre y que siempre supo que no iba a estar mucho tiempo en la cárcel.
 
“La doctora Silvia le gusta un nueve, eso viene siendo un rubio extra claro, mientras Yidis le aplicaba tonos rojizos”, manifestó en medio de la risa que le da recordar los comentarios de la exrepresentante a la Cámara, con la cual dice nunca hablaron de sus condenas, solo de aspectos de la vida personal de cada una.
 
Por la sala de belleza, recientemente remodelada, también han pasado otras famosas, es el caso de la ex subdirectora de operaciones del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), Martha Leal.
 
Sandra también dice haber atendido a Blanca Jazmín Becerra, condenada por el desfalco de la DIAN, la cual además fue por algún tiempo su compañera de patio.
 
Las cuatro estilistas antes de llegar a trabajar en el lugar debieron acreditar su formación profesional con certificados de estudio y laborales. Tres de ellas comparten el estar detenidas por tráfico de estupefacientes y la otra está privada de la libertad por el delito hurto.
 
Aunque en el lugar no se maneja dinero ella tiene una cuenta en un banco a la que denominan el TD de la cual le van debitando los vales con los que cancelan los servicios que en la cárcel tienen.
 
En el caso de la peluquería un cepillado cuesta 8.000 pesos, el tiente para el cabello 15.000, la mascarilla 20.000 y unas iluminaciones 40.000.
 
Las cuatro estilistas además coinciden en decir que muchas veces se han convertido en consejeras de las mujeres que buscan el servicio en la peluquería y que el trato es recíproco, “ellas lo escuchan a uno y uno a ellas. Hablamos de la familia y de las cosas que queremos hacer cuando salgamos”, dijo.

En medio de sonrisas las cuatro mujeres se despidieron del equipo periodístico de Semana.com mientras continúan atendiendo las más de 40 clientas que por lo general acuden los viernes para hacer uso de los servicios del lugar.