LA TORRE DE MARFIL
Barco parece estar pagando el alto precio de quedarse solo.
Al terminar la semana pasada, y despues de días de titulares y polémicas alrededor del asesinato de Bernardo Jaramillo, de la salida del ministro de Gobierno, Carlos Lemos, y del escandalo por los supuestos narcodialogos, muchos colombianos parecian convencidos de que detras de todo esto lo que se ocultaba era el hecho, cada vez mas evidente, de que el estilo implantando desde el 7 de agosto de 1986 por el Presidente Virgilio Barco, estaba haciendo crisis.
No era la primera vez en estos cuatro años que el gobierno estaba atravesando un callejón oscuro. Pero era, tal vez, la primera en que el callejón no parecia tener salida. Barco, quien desde que ingreso, recien posesionado de la Presidencia, a la Casa de Nariño, impuso un estilo que pretendia volver al gobierno algo eficiente, serio y desprovisto de veleidades populistas, se estrello la semana pasada con las mismas reglas que establecio para el manejo de su administración.
La idea de gobernar con la ayuda de un grupo de asesores de confianza, unos desde dentro y otros desde fuera del propio gobierno, desperto criticas practicamente desde los primeros dias de la gestión Barco. El Presidente fue rapidamente definido como un hombre serio, pero carente de liderazgo en los momentos de crisis y con graves problemas de comunicación, tanto con el país como con sus colaboradores.
La lista de episodios que fueron demostrando paulatinamente lo anterior, es larga. La salida del ministro de Agricultura, Jose Fernando Botero, a quien Barco no le pasaba al telefono a pesar de que tenia a su cargo una de las reformas mas importantes presentadas a la legislatura del 86; la ausencia del primer mandatario en el entierro de Guillermo Cano en diciembre de ese mismo año; el silencio presidencial ante el asesinato de Jaime Pardo Leal y los disturbios que lo sucedieron, en octubre del 87; nuevamente el silencio ante el secuestro de Andres Pastrana y otra vez la ausencia de Barco en el entierro del Procurador Carlos Mauro Hoyos, en febrero del 88; el proceso de audacias, luego dudas y finalmente abandonó de la iniciativa presidencial del plebiscito en marzo del 88; su ausencia, esta vez del país, tras el secuestro de Alvaro Gómez en mayo del mismo año; los malos entendidos y contradicciones que rodearon la salida del gabinete de los ministros de Gobierno, Orlando Vasquez, y Justicia, Monica de Greiff, tras el asesinato de Luis Carlos Galan, en agosto del 89, el escandalo de los contactos del Secretario General, German Montoya, y el ex ministro Joaquin Vallejo, intermediario en un proceso de conversaciones con los narcotraficantes; la crisis y hundimiento de la Reforma Constitucional en el Congreso en diciembre pasado, y finalmente el asesinato de Bernardo Jaramillo, el retiro de Carlos Lemos y, de nuevo, el escandalo de los contactos entre el Secretario Montoya y el propio Presidente, con personas que entraron en contacto con intermediarios de "Los Extraditables". En todos estos episodios aparecio un Barco dubitativo, enredado, a veces incluso ignorante de lo que estaba pasando, y en algunas ocasiones incapaz de poner orden en las altas esferas del gobierno. "Son muchas las veces en que el Presidente no ha ido adonde tenia que ir, ha ido adonde no tenia que ir, ha perdido ministros que quería conservar y ha conservado ministros de los que queria salir. Todo esto por no ser claro y directo, por jugar a las escondidas, por delegar lo indelegables, le dijo en tono energico a SEMANA un senador liberal.
LA SOLEDAD DEL PODER
Pero si se quiere ser justo, hay que reconocer que de muchas de esas dificiles coyunturas, el presidente habia logrado salir airoso. Cuando los días de una crisis quedaban atras, eran muchos los colombianos que terminaban reconociendole al Presidente su honestidad, su valor o, en el peor de los casos, que no tenia la culpa de lo que estaba pasando. Con el transcurso del tiempo y en especial despues del asesinato de Galan, la imagen internacional de un Barco valeroso e incorruptible, que habia decidido enfrentarse de manera quijotesca a los carteles de la droga, comenzó a calar tambien entre los colombianos.
"El viejito no sabra echar discursos, pero es limpio y valiente", era la tipica frase con que un taxista definia al Presidente.
Sin embargo, en forma imperceptible para el grueso de la gente, a Barco le fue sucediendo algo muy grave.
Al principio de su administración sus problemas de comunicación y liderazgo eran suplidos por la labor de un ramillete de asesores, que ademas de decirle al primer mandatario una que otra verdad, lo interpretaban y salian a explicarle a empresarios, politicos y editorialistas lo que Barco estaba tratando de hacer en tal o cual caso. En efecto, el famoso Sanedrin no solo servia para asesorar al Presidente en sus decisiones, sino para mantener con la opinión el contacto del que Barco carecia.
Pero ese grupo se fue desintegrando a medida que pasaba el tiempo. De los Enrique Peñalosa, Gustavo Vasco, Fernando Cepeda, Mario Latorre, Cesar Gaviria, Samuel Alberto Yohai, Eduardo Mestre, Pedro Gómez Barrero, Rafael Rivas, Julio Cesar Sanchez, Fernando Rey y German Montoya, con quienes Barco departia casi a diario al inicio de su gobierno, se puede decir, sin temor a equivocarse, que el único que sigue manteniendo un contacto permanente y directo con el primer mandatario es Montoya.
"Lo curioso--le dijo a SEMANA alguien que estuvo cerca de Barco en esos primeros meses del gobierno--es que Montoya estaba lejos, en aquel entonces, de ser el mas cercano".
"Como logro Montoya ser, al final del mandato de Barco, el unico sobreviviente del Sanedrin". Para responder ese interrogante hay que empezar por decir que no se trató de un proceso calculado ni premeditado por el. Lo cierto es que los demas se fueron alejando. Unos (Gaviria, Sanchez y Mestre), porque siguieron su camino en la política, no muy cerca de Barco.
Otros (Peñalosa, Vasco, Cepeda, Rivas y Rey), porque se fueron del país a una embajada y aunque siguen en el gobierno, perdieron buena parte del contacto que tenian con Barco. Otro mas (Latorre), porque fallecio. Los demas (Yohai y Gomez), porque siguieron en su vida empresarial y de negocios.
Mientras esto sucedia, Montoya, que pasaba y sigue pasando, horas enteras a pocos metros del primer mandatario, se fue convirtiendo cada vez mas en el hombre para hablar de todo. "El Secretario General --asegura una fuente de la Casa de Nariño--no solo comparte con Barco las jornadas de trabajo, sino tambien los dias de descanso". El Secretario General y el Presidente fueron descubriendo, a lo largo de estos años nada faciles, un sinnumero de identificaciones a nivel generacional tienen practicamente la misma edad-y a nivel de valores. Dicen quienes conocen la relacion que hoy los une, que se volvieron realmente "uña y mugre" y que a estas alturas de gobierno estan tan compenetrados que hablan un mismo lenguaje y no necesitan casi palabras para entenderse. Aparte de lo anterior, muchos sostienen que al Presidente y al Secretario les encanta reunirse a hablar de la cosas buenas mas que de las malas, de los logros mas que de los fracasos.
Pero todo esto no alcanzaria par; determinar que los problemas del estilo Barco hubieran tocado fondo, si no fuera porque en el caso de la última crisis, la del escandalo por los supuestos narcocontactos del gobierno el principal involucrado es al mismo tiempo el único colombiano que parece hoy estar en capacidad de aconsejar a Barco y ser escuchado. Semejante situación, en la que el asesor, afectado por un drama familiar, carece de la distancia necesaria para discutir con el primer mandatario las posibles salidas a la crisis, es lo que hace que en esta oportunidad, mas que en ninguna otra, el oscuro callejon parezca no tener salida.
Todo esto hace pensar que en los actuales momentos la imagen del Presidente pueda estar sufriendo un deterioro sin precedentes. Al iniciarse la segunda mitad de su ultima administración, Ronald Reagan iba en camino de coronar con bastante gloria sus ochos años al frente de los destinos de la nacion mas poderosa del planeta, pero el escandalo Iran contras lo salpicó hasta casi amargarle el que debia ser el cierre con broche de oro de su mandato. A Virgilio Barco le esta pasando algo semejante: cuando se aprestaba a terminar su gobierno con uno de los indices de aprobación y popularidad mas altos jamas alcanzados por mandatario alguno en el país en la recta final del mandato, una mancha acaba de aparecer y promete acompañarlo hasta el 7 de agosto. El paladin de la lucha mundial contra el narcotrafico aparece hoy, para los mas generosos, como un hombre ante cuyas narices y sin que el se diera cuenta, se tejio una trama de contactos y gestiones que comenzaron con una acción humanitaria y derivaron en un intercambio de señales entre el gobierno y el grupo de "Los Extraditables", y para los mas severos, como un Presidente que se sento a discutir con personas que traian y llevaban razones entre el gobierno e interlocutores del narcotrafico, dandole asi caracter de gestion oficial a lo que en un principio fue, en efecto, una accion humanitaria. A poco mas de cuatro meses del final de su gobierno, es dificil saber si el 7 de agosto la mancha seguira donde hoy esta. Quizas solo un golpe de suerte le permita a Barco cómo termino lográndolo Reagan salír airoso de esta, que si no es la última, es, sin duda, la mas dificil prueba de sus cuatro años de gobierno.