NACIÓN
La violencia que no se va de Medellín
Entre el viernes y el domingo hubo 24 homicidios en la capital antioqueña. Cifras, en aumento.
La violencia en Medellín siempre se encarga de recordar que sigue presente. Hace apenas una semana, el júbilo en la ciudad era casi generalizado. Un premio que calificó a Medellín como la más innovadora del mundo llamó al festejo. Pero ahora se registra un nuevo dolor. El pasado fin de semana fueron asesinadas 24 personas sólo en Medellín y la cifra de homicidios este año se ha incrementado.
En los dos primeros meses del 2012 el número de homicidios llegó a 149 y este año ya va por 189, según las estadísticas de las autoridades. Una cifra que vuelve a alarmar a la comunidad. En las calles la gente asegura, con base en su percepción, que la ciudad está llegando a niveles de violencia que desde hace mucho tiempo no se veían.
Si bien el reconocimiento que recibió Medellín se debió a la indiscutible capacidad de la ciudad para inventar soluciones a sus problemas, llamó la atención que uno de los ítems fuera la reducción de homicidios en los últimos años. En efecto, Medellín pasó de tener 6.349 homicidios solo en 1991, en tiempos de Pablo Escobar, a 1.249 en el 2012. Y tuvo años con cifras bastante bajas, como el 2005 y el 2007, cuando los registros, si acaso, llegaron a los 800 homicidios por año.
Era la época de diálogos entre el gobierno nacional y grupos paramilitares, Diego Fernando Murillo, alias ‘Don Berna’, jefe de la Oficina de Envigado, tenía todavía el control sobre sus hombres. Pero en el 2008 lo extraditaron y se desató una guerra entre dos facciones de la Oficina que dejó en promedio 2.000 muertos anuales hasta el 2010. Luego de la caída de los grandes capos las cifras volvieron a bajar, a 1.651 en el 2011 y a los 1.249 el año pasado.
En medio del reconocimiento internacional a Medellín como la ciudad más innovadora del mundo, se conoció una comunicación del arzobispo de Medellín, Ricardo Tobón Restrepo, en la que hace 15 interrogantes para poner los pies sobre la realidad de la ciudad.
“Últimamente, se ha publicitado mucho que Medellín es la más educada, que es ciudad incluyente, que es modelo de urbe innovadora. Todo eso debe ser cierto, cuando lo repiten tanto. Nos alegramos por las cosas buenas que tiene y se hacen en Medellín. Pero, igualmente, sabemos y constatamos cada día que nuestra región es la más violenta del país, que pasan los años y no logramos aprender una convivencia pacífica, que en nuestros barrios nos estamos matando”, se lee en la comunicación.
Enseguida, enunció preguntas “que tantas personas se hacen sin encontrar respuesta”:
1) ¿Por qué los medios de comunicación no informan exactamente la situación de violencia que se vive en el área metropolitana de Medellín?
2) ¿Por qué si alguien denuncia personas vinculadas con la violencia, estas lo saben inmediatamente, exigen razones y toman represalias?
3) ¿Por qué nadie logra hacer algo para que no se sigan vinculando niños y adolescentes a la guerra y no continúe la explotación sexual de niñas en medio del conflicto?
4) ¿Por qué las cárceles, en no pocas ocasiones, en lugar de controlar la acción de los delincuentes son el sitio seguro para que ellos planeen y dirijan las acciones criminales y terroristas?
5) ¿Por qué nadie llega al fondo de eliminar el vínculo entre narcotráfico y violencia, si, como ha dicho una fuente autorizada, el 97 % de los asesinatos en Medellín se deriva del narcotráfico?
6) ¿Por qué se sigue hablando de “microtráfico” cuando, según datos hechos públicos por los medios de comunicación, se trata de un “negocio” que en Medellín supera los dos billones de pesos al año e involucra al 85 % de la población juvenil de las comunas?
7) ¿Por qué no se aprovecha mejor la inversión que se hace en educación para que esta vaya más allá de la transmisión de datos y se ocupe de lo esencial: enseñar a vivir y a convivir?
8) ¿Por qué circulan tantas armas modernas y sofisticadas, quién promueve ese negocio, con qué dinero se adquieren, quién adiestra para su manejo?
9) ¿Por qué persiste un índice tan alto de impunidad, dónde están la verdad y la justicia, se puede permitir una explotación ideológica o económica del dolor de los que sufren?
10) ¿Por qué está tan “barata” la “vida” en Medellín, hasta permitir que con muy poco dinero y sin mayor esfuerzo se pueda contratar el asesinato de cualquier persona en la ciudad y sus alrededores?
11) ¿Por qué mejora la infraestructura pero los niveles de pobreza no bajan, por qué decimos que la ciudad va bien y la gente está mal?
12) ¿Por qué la violencia se ha organizado como una verdadera y omnipresente empresa, con su gerencia bien localizada, que al fin de cuentas todo el mundo acepta y respeta?
13) ¿Por qué si se sabe que sin la misión de la familia tal vez no sea posible la convivencia en una sociedad, no se protege de ciertos medios de comunicación, de ideologías adversas y de otros factores de riesgo esta institución natural y fundamental?
14) ¿Por qué tantos viajan tranquilos en su barco de egoísmo y de codicia, sabiendo que sin una sociedad equitativa y pacífica finalmente su barco se va a hundir?
15) ¿Por qué la Iglesia no logra con toda su acción evangelizadora una influencia más visible en la formación de las conciencias y en la reconstrucción de una sociedad moralmente enferma?
Después de sus preguntas, el arzobispo concluyó que “estamos viviendo en estos días el recrudecimiento de la violencia, que periódicamente aparece en nuestra región generando terror, pobreza y muerte. Se está pasando la hora de que actuemos todos con un plan integral y a largo plazo porque sólo entre todos podemos responder los interrogantes enunciados”.
El alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria, acogió el llamado del religioso y la semana pasada se reunió con él. “A la Alcaldía de Medellín le cabe una responsabilidad y un liderazgo colectivo que hay que trabajar con la Iglesia y con muchos otros sectores”, dijo el mandatario después de la reunión.