LAS GARRAS DEL PUMA
Pedro Pumarejo llegó al Senado como mensajero, fue su secretario general por ocho años, tiene una fortuna incalculable y la Fiscalía lo busca por enriquecimiento ilícito.
La hacienda El Sinai es uno de los grandes símbolos del Cesar, como el río Guatapurí o la Plaza Alfonso López. Para los vallenatos El Sinaí no es un macizo montañoso de Egipto, ni el lugar sagrado donde Yahvé le entregó a Moisés las tablas de la ley. El Sinaí es para los cesarenses un lugar mítico de miles de hectáreas de sabanas y playones a orillas del río Cesar, donde en las primeras décadas de este siglo el médico Ciro Pupo, ya fallecido, organizó y multiplicó la herencia de su esposa, doña Adela María Maestre. A punta de tesón el doctor Pupo convirtió a El Sinaí en una de las ganaderías extensivas más renombradas del viejo departamento del Magdalena Grande.
La fama de El Sinaí como emporio de riqueza se convirtió en leyenda cuando un insigne parrandero de la región dedicó buena parte de su vida a administrarla. Urbano Castro Céspedes, pariente del doctor Pupo, siendo muy joven renunció a las comodidades de Valledupar y se fue a Codazzi, monte adentro, a cuidar la hacienda en la cual pastaban a sus anchas cientos de novillos cimarrones. Era la década de los 50.
La inmortalidad arropó a El Sinaí y a Urbano Castro cuando Rafael Escalona, inspirado en la vida de su amigo _a quien fue a visitar en alguna ocasión_, compuso el paseo El playonero del Cesar y uno de cuyos apartes dice: "Me llaman, me llaman el vallenato, en Codazzi tengo renombre. Yo soy Urbanito Castro, hombe el caporal, hombe el caporal de los playones porque cuando tiro el lazo ningún toro se me esconde. Todos saben, todos saben por aquí, que en Codazzi yo soy el Cuco y administro El Sinaí, hombe la hacienda, hombe la hacienda del doctor Pupo (...)".
Muerto el doctor Pupo sin haber dejado hijos la hacienda quedó en manos de su esposa, quien siguió administrándola con la ayuda de varios de sus sobrinos. Al morir también doña Adela El Sinaí pasó a manos de su sobrino predilecto: el ex alcalde, ex gobernador, ex senador y banquero Armando Maestre Pavajeau, asesinado el 10 de octubre de 1996 por una cuadrilla del ELN. Su muerte conmovió a toda la región. Su viuda, doña Gloria Cuello de Dávila, debió ponerse al frente de El Sinaí.
Pero la crisis económica que afectó al país, y de manera especial al Cesar, la llevó, junto con sus hijos y muy a su pesar, a ponerla en venta. Un grupo de amigos intentaron crear una sociedad para comprarla pero la plata que reunieron no les alcanzó para salvarla. Cuando era un hecho que El Sinaí había dejado atrás sus años dorados y la ruina empezaba a encaramarse por las columnas de las casas y los potreros abandonados apareció el salvador: Pedro Pumarejo Vega, el secretario general del Congreso de la República.
Obviamente, la operación comercial dio que hablar. La suma consignada por Pumarejo Vega ascendió a miles de millones de pesos, cancelados casi todos en efectivo. Además 'Pedrito', como también lo conocen en el Cesar, entregó un apartamento en Bogotá como parte de pago. De esta manera El Sinaí, la hacienda del doctor Pupo, como la llamó Escalona en su paseo vallenato, pasó a manos del secretario general del Senado.
Rumbo al Congreso
El ser dueño de El Sinaí le permitió a Pumarejo un reconocimiento social, pero también hizo que varias familias tradicionales de Valledupar empezaran a decir que a 'Pedrito' la compra de la hacienda le iba a traer más dolores de cabeza que alegrías. Ya en ese momento su ostentosa riqueza estaba en la mira de la Fiscalía General de la Nación.
Los más sorprendidos con los derroches económicos de Pumarejo fueron sus amigos de infancia en uno de los barrios humildes de Valledupar y los compañeros del Congreso de la República, quienes lo vieron llegar a comienzos de los 80 para desempeñarse como mensajero de una de las comisiones parlamentarias. Su tutor en ese momento fue el entonces secretario del Senado Crispín Villazón de Armas, uno de los hombres más distinguidos del Cesar. Pumarejo conoció todos los recodos del Congreso de la mano de Villazón.
Muy pronto Pedro Pumarejo dio muestras de su habilidad para hacer alianzas y sumar afectos. En 1991 resultó elegido nuevo secretario general del Congreso después de encontrar el respaldo de muchos congresistas, especialmente los integrantes del llamado Bloque Costeño. En el Cesar se unió políticamente al movimiento Golpe, que orientan los hermanos Gnecco Cerchar.
La amistad con los Gnecco es de vieja data. Por ello no extrañó que fuera el senador Pepe Gnecco quien lo postulara para que fuera secretario general del Congreso para la presente legislatura. En el Cesar es vox populi que el mejor aliado que tuvo Lucas Gnecco para llevar a su hermano al Senado fue Pedro Pumarejo.
El poder y los bienes de fortuna adquiridos por Pumarejo lo convirtieron en el vallenato más influyente de cuantos han llegado a cargos de importancia en el país. Tanta influencia tuvo que, según algunos congresistas, le alcanzó para conseguir que el ex procurador Orlando Vásquez Velásquez, hoy detenido por cuenta del proceso 8.000, nombrara a su hermano, Gustavo Pumarejo Vega, como procurador regional en Montería.
La elección de Pumarejo como secretario general del Congreso por tercera vez consecutiva, el pasado 20 de julio, resultó bastante controvertida. Ese día las senadoras Ingrid Betancourt y Margarita Londoño cuestionaron públicamente las calidades morales de Pumarejo para ocupar el cargo. No obstante, la mayoría de senadores terminó por elegirlo. Esa noche Pumarejo, visiblemente emocionado, dio gracias a quienes lo respaldaron y ofreció su triunfo a su madre, "una anciana de 80 años que está muy enferma", según sus propias palabras.
Lios con la Fiscal
Pero Pumarejo disfrutó muy poco su reelección como secretario general del Senado. El pasado 4 de septiembre la Fiscalía General de la Nación lo llamó a indagatoria por el presunto delito de enriquecimiento ilícito. Pumarejo no se presentó y por ello el fiscal investigador ordenó su captura. En la actualidad se encuentra huyendo de la justicia. En días pasados envió una carta a la opinión pública en la que sostenía que era inocente de los cargos y que estaba dispuesto a entregarse.
Una de las pruebas de la Fiscalía contra Pumarejo son dos cheques que habrían llegado a sus cuentas personales provenientes de Exporcafé, la empresa de fachada más conocida del cartel de Cali, de la que salieron la mayoría de los cheques que hoy tienen en la cárcel a más de una docena de congresistas (ver facsímil).Los cheques habrían sido girados contra el Banco de Colombia de Cali. Los dos sumarían 3.500.000 pesos y al parecer fueron entregados al secretario general del Senado el 7 de junio de 1994. En los documentos se observa la firma de Eduardo Gutiérrez, gerente ficticio de Exporcafé.
Los cheques de Exporcafé serían tan sólo la punta del iceberg de la riqueza acumulada por Pumarejo. De acuerdo con informes que reposan en poder de las autoridades _varios de los cuales les fueron entregados por distintas personalidades del departamento del Cesar_, en el extenso inventario de bienes de Pumarejo figurarían, además de El Sinaí _y eso lo tiene que comprobar todavía la Fiscalía_, las fincas El Bálsamo, Jamaica, San Andrés, Las Canarias, El Rosario, Palmira y El Frente.
También harían parte de sus bienes, según esas mismas fuentes, un apartamento en la transversal 13B Nº 127A-75, edificio Sandy, y otro en el edificio San José de Barrancas, al norte de Bogotá; 1.350 cabezas de ganado en la hacienda El Sinaí; varias casas en Valledupar; tres tractores, un buldozer y una cuenta bancaria manejada por uno de sus familiares.
En Valledupar no se habla de otra cosa que de la suerte de 'Pedrito Pumarejo'. Los vallenatos, que son buenos compositores por naturaleza, están a la expectativa de lo que pueda pasar con el secretario del Senado. Sin embargo su situación no es fácil. Buscado por el CTI de la Fiscalía para que rinda la indagatoria, para la cual fue citado hace más de tres semanas, Pumarejo Vega deberá enfrentar no sólo las indagaciones sobre los cheques presuntamente girados por el cartel de Cali, sino una investigación sobre sus bienes de fortuna que parecen ser muchos y variados. En las calles de Valledupar dicen que el paseo vallenato que saldrá de la historia de Pedro Pumarejo ya tiene título. Se llamará El dueño de El Sinaí.