DIÁLOGOS

Doce víctimas que todos hirieron se fueron a Cuba

Cinco razones por las cuales a La Habana viajan víctimas no solo de las FARC sino del Estado y sus aliados.

Álvaro Sierra Restrepo, editor jefe de SEMANA
15 de agosto de 2014
Comienza el proceso con las víctimas en el primer plano de la negociación. | Foto: Héctor Fabio Zamora

“Todos han hecho cosas horribles”, dijo en una reciente entrevista con Semana.com Fabrizio Hochschild, de Naciones Unidas. Eso es exactamente lo que intenta reflejar la primera delegación de víctimas que viajó a La Habana este viernes para hablar con el gobierno y las FARC.

Es la primera de cinco delegaciones de igual número de integrantes que irán a la isla en los próximos ciclos. Un total de 60 personas, escogidas entre un inmenso universo de 6,7 millones de víctimas. Y su composición ya ha despertado una curiosa polémica.

La selección parece evidente: si hay dos partes negociando poner fin al conflicto armado, y se han puesto de acuerdo en que las víctimas están en el centro del proceso, lo lógico, lo justo, lo equilibrado es que sean oídas las víctimas que ambas partes causaron. Las de las FARC y las que el Estado, sus agentes y sus aliados ocasionaron.

Sin embargo, al anunciarse los nombres de la primera delegación algunos han puesto el grito en el cielo, aduciendo que, como se negocia con las FARC, solamente deberían ir víctimas de esa guerrilla; que el gobierno se habría dejado meter un “gol” en la negociación y que las FARC estarían logrando “diluir” su responsabilidad.

Estas afirmaciones conllevan implícitos que despiertan dos preguntas de fondo.

Dos preguntas

Primero: ¿debe primar el criterio de clasificar a las víctimas según su victimario o son necesarias consideraciones más amplias?

La segunda es: ya que se trata de un proceso de negociación para poner fin a un conflicto armado entre dos partes –el Estado y las FARC– ¿deben las víctimas que hablen con ambas ser solo las ocasionadas por una de las partes o por ambas?

Dada la polarización imperante en Colombia y los recientes debates alrededor de los foros de víctimas y entre las víctimas de las FARC, la respuesta a estas preguntas divide aguas tan radicalmente como otros temas ligados al conflicto armado.

Seleccionar una docena de personas entre el inmenso universo de 6,7 millones de víctimas de todos los actores, todos los crímenes y por todo el país es tarea de Sísifo. Naciones Unidas, la Universidad Nacional y la Conferencia Episcopal, que acompaña el proceso de selección, lo dijeron de entrada: “Cualquier selección es discutible y podrá ser criticada”, afirmaron en la rueda de prensa y el comunicado mediante los que anunciaron a las primeras doce.

En el comunicado explicaron sus criterios, los cuales, de paso responden a esas dos preguntas.

La composición de la lista busca reflejar los complejos elementos de la realidad de la victimización en estos años de guerra.

1. Víctimas de las dos partes

Uno de ellos es de quién fue el perpetrador: hay cinco víctimas causadas por las FARC, tres por los paramilitares, tres por agentes del Estado y una persona víctima de varios grupos, algo muy común.

Intentar distribuir milimétricamente el peso que cada perpetrador tenga (como han querido hacer las FARC para mostrar que han causado ‘menos’ víctimas), es imposible. En cambio, una distribución como esta muestra adecuadamente el panorama de los perpetradores.

2. Todos los crímenes

Y lo mejor es que no sea el criterio de victimario el que prime. Una consideración clave fue el equilibrio, para que la selección “refleje en la mejor forma posible la dinámica y las formas de victimización asociadas al conflicto armado colombiano”, según dicen los encargados de hacer la selección.

Esto incluye reflejar todos los crímenes cometidos, de todos los actores, de todas las regiones y todos los sectores sociales.

En la delegación hay víctimas de secuestro y desaparición forzosa, de ‘falsos positivos’ y homicidio, de tortura y masacre, de violencia sexual y desplazamiento. Y no se da a cada uno su relativo peso numérico, con el argumento de que los desplazados (que son unos 5,7 de los 6,7 millones de víctimas hubieran ‘desplazado’ a víctimas de crímenes menos numerosos como la violencia sexual, por ejemplo).

3. Diversidad

Hay diversidad regional (ocho departamentos y Bogotá). Hay siete mujeres y cinco hombres. Hay afro y wayúu. Hay familiares de políticos notables y gente pobre. Hay casos emblemáticos, como el de Bojayá y el de la Unión Patriótica. Y víctimas individuales y anónimas.

4. Combatientes víctimas

La lista zanja una discusión: Incluye a la mamá de un policía asesinado por las FARC en Toribío y al papá de un miliciano de esa guerrilla (quien además es suboficial del Ejército) cuyo hijo fue torturado y asesinado por agentes estatales.

“Los integrantes de la Fuerza Pública y sus familiares, así como los integrantes de los grupos de la guerrilla y sus familiares, pueden entonces ser víctimas si sufrieron daños o menoscabo sustancial de sus derechos como consecuencia de violaciones manifiestas a los derechos humanos o al DIH”, dice el comunicado.

Esto resuelve el debate sobre si los combatientes pueden ser considerados víctimas. Personas como el general Luis Mendieta o como la madre del teniente Alfonso Rodríguez, de Toribío, lo son a justo título.

5. El aporte de las víctimas

Un criterio que puede pasar desapercibido pero que puede tener un impacto importante en la negociación es la interpretación que hicieron la ONU, la Nacional y la Iglesia de la “sindéresis” que les pidió tener la Mesa para conformar las delegaciones.

Esas instituciones optaron por entenderlo como que las víctimas, además de expresar su dolor y sus reclamos individuales, también “puedan hacer consideraciones y planteamientos más generales acerca de las exigencias de las víctimas y el proceso de paz”.

Dado que las FARC y el gobierno ya acordaron que los derechos de las víctimas no se negocian sino que solo discutirán como satisfacerlos, las ideas y propuestas que las víctimas que viajan a La Habana les harán pueden ser cruciales en este camino.

Aun con estos criterios, la designación de las víctimas que verán cara a cara a los representantes del Estado y los de las FARC es casi imposible y va a dejar descontentos en todas las orillas. Lo dijeron las tres instituciones encargadas: “esta selección ha sido extremadamente difícil”.

Lo importante, sin embargo, es el proceso que ahora empieza, con las víctimas del conflicto armado en el primer plano de la negociación.