Colombia se prepara para pasar la página más amarga de su historia, la de la guerra, y abrirse a un nuevo tiempo en el que deberá construir la paz. Esa transición, con retos monumentales, está cimentada no solo en el silencio de los fusiles, sino en la construcción de una sociedad más justa e incluyente, así como en unas instituciones fuertes, que garanticen una mayor pluralidad y transparencia de la democracia.
El espíritu de este nuevo tiempo que vive Colombia es el que plasman los Mejores Líderes de Colombia en 2013, en la tercera edición del premio organizado por la revista SEMANA y la Fundación Liderazgo y Democracia, con el apoyo de Telefónica-Movistar, el cual se entregó el pasado 29 de agosto en Bogotá.
Los hombres y mujeres premiados este año –correspondientes a los diez ganadores y a los 20 finalistas– se destacaron entre los 456 postulados, pues tuvieron la audacia de apostarle a la paz en el sentido más amplio de la palabra.
El jurado, basado como siempre en la metodología del Centro de Liderazgo Público de la Universidad de Harvard, ponderó no solo la visión de futuro de los ganadores, sino sus logros para hacer realidad conceptos que, como el cambio social, suelen ser abstractos. Los 30 seleccionados han trabajado en áreas claves para transformar el país, como las finanzas, la salud, la educación y el arte. Son, además, la expresión de la difícil dialéctica que significa una transición.
Humberto de la Calle es, por supuesto, uno de los Mejores Líderes del país. Él tiene la misión histórica de ponerle fin a la guerra entre el Estado y las Farc y liberar al país de ese pesado fardo que es la violencia política. Y en cumplimiento de esa misión, aún en curso, ha demostrado una paciencia de relojero.
Porque un líder ve más allá de las coyunturas, por apremiantes que estas sean, y construir un acuerdo entre adversarios es quizá la prueba más ácida que pueda vivir un dirigente. Más difícil aún ha sido convencer a una Nación abrumada por los dolores que ha dejado la guerra de las virtudes que tiene una negociación.
Y lo ha logrado. Muchos de los finalistas han allanado también el camino para hacer del conflicto una realidad menos cruel, trabajando por ejemplo en contra de la impunidad, a favor de las víctimas, o en causas humanitarias como el desminado de los campos. Este es un capital humano invaluable para los nuevos tiempos, los del posconflicto.
Igualmente significativo es que Javier Gutiérrez, el ejecutivo que ha llevado a Ecopetrol a las grandes ligas internacionales de las empresas de hidrocarburos, sea uno de los mejores líderes. De sus resultados depende gran parte de los proyectos de bienestar para esta y para las nuevas generaciones de colombianos.
Sin el petróleo, la base actual de nuestra economía, es imposible pensar en un desarrollo incluyente. Pero no es solo por sacar el oro negro que Ecopetrol significa mucho en esta coyuntura, donde la construcción de la paz va a requerir recursos extraordinarios. También lo es porque esta empresa actúa en las zonas de conflicto, donde se ha comprometido con iniciativas sociales de alto impacto, como los Laboratorios de Desarrollo y Paz.
Entre los finalistas también se destacan empresarios, los emprendedores sociales y los directores de iniciativas públicas a favor de un desarrollo económico con equidad.
Pero así como la firma del acuerdo con las Farc y el petróleo, la paz y la prosperidad son ideales supremos en los que está embarcado el país, otros líderes están allí para recordarnos que ni el uno ni el otro deben buscarse a cualquier costo.
Los ambientalistas Manuel Rodríguez y Martín von Hildebrand han logrado no solo que haya instituciones fuertes en esta materia, sino que Colombia, aún en un contexto de euforia minera, se apreste a conservar su patrimonio cultural y biológico. En esta misma línea, de crítica constructiva desde la sociedad civil, se destacan entre los finalistas quienes han alentado las veedurías ciudadanas y la crítica independiente en los medios de comunicación.
También está Bruce Mac Master, quien como alto funcionario del gobierno tiene la misión de hacer que la paz y la prosperidad sean una realidad, sobre todo para quienes han vivido durante décadas en la exclusión y en la violencia. Su papel ha sido fundamental para que se construya una institucionalidad fuerte que contribuya a superar la vergonzosa inequidad que se ha enquistado en Colombia.
Y para entender la magnitud del reto que significa reparar a las víctimas está Angélica Bello, a quien se premia –de manera póstuma– por su valerosa lucha por los derechos de las mujeres, especialmente aquellas abusadas sexualmente por los grupos armados.
Angélica dio una gran batalla para que el Estado le dé atención psicológica a las víctimas, antes de que su sufrimiento sea irremediable, como trágicamente lo fue para ella. Como ellos, varios de los líderes destacados han trabajado a favor de las víctimas desde el Congreso, o desde iniciativas de arte y literatura.
Así como ha sido muy importante destacar, quizá por primera vez en el premio, a los líderes que conducen los grandes propósitos del Estado, o a quienes desde la sociedad civil pugnan por influir en las decisiones más cruciales, hay quienes se destacan gracias a experiencias locales con un gran impacto, las cuales demuestran que las ‘pequeñas revoluciones’ existen.
Es el caso de Catalina Escobar, que ha salvado la vida de miles de niños en Cartagena con un programa de salud integral, y del maestro Aníbal Bubú Ramos, que convirtió en realidad la etnoeducación con un colegio de la más alta calidad en Valle del Cauca.
Y en Cali está el ejemplo del alcalde Rodrigo Guerrero, quien en su segundo mandato ha proyectado a su ciudad como un polo de desarrollo internacional. Así mismo se hacen visibles otros líderes que están haciendo ciencia y trabajando por la salud pública o por el patrimonio cultural del país.
Y si de sueños que se vuelven realidad se trata, no podía faltar José Pékerman, el técnico de la Selección Colombia, quien resume muchos de los valores del verdadero líder: creer en el trabajo en equipo, laborar sin alardes, construir el camino paso a paso, no temerle a las grandes metas y sintonizarse con la fe que la sociedad tiene en sí misma. Los mismos que también han destacado a nuestros jugadores olímpicos.
Puede decirse que este año los Mejores Líderes son una bisagra entre un pasado que Colombia debe superar críticamente. Son también personas que nos recuerdan que el camino hacia adelante es difícil y requiere de mucho trabajo colectivo y, sobre todo, de la construcción de acuerdos. Algo que no ha sido fácil en el último medio siglo.
En un país tan diverso, al que le ha costado hacer de la diferencia un potencial creativo, encontrar a un grupo como este, que representa la dialéctica de la transición, es más que esperanzador.
El Jurado
César Gaviria Trujillo
Expresidente de la República y exsecretario de la OEA.
Alejandro Santo Domingo
Director de Valórem S.A, de la Fundación Mario Santo Domingo y miembro del directorio SABMiller PLC.
Noemí Sanín Posada
Exministra, exembajadora y excandidata presidencia.
Alejandro Santos
Director de la revista SEMANA.
Jesús Ferro Bayona
Rector de la Universidad del Norte.
Judith Pinedo
Exalcaldesa de Cartagena.
Elena Echavarría Olano
Exembajadora y presidenta del Consejo Directivo de la Fundación Liderazgo y Democracia.
Julia Salvi
Presidenta de la Fundación Salvi Colombia y fundadora del Festival Internacional de Música de Cartagena.
Fernán González S.J.
Investigador y exdirector del Cinep.
Francisco de Roux S.J.
Provincial de la Compañía de Jesús.
Amparo Sinisterra
Presidenta de Proartes.
Así se escoge a los líderes
El proceso de selección del premio estuvo divido en cuatro etapas. La primera fue la convocatoria, en la que los ciudadanos nominaron a los candidatos a través de un formulario abierto al público en semana.com.
La segunda consistió en la evaluación y preselección, a cargo de un comité que depuró las candidaturas por su calidad y coherencia. Luego vino el proceso de selección, en el que el jurado calificó por la visión, el ejemplo y los resultados a los 70 líderes.
Por último, se realizó la elaboración y producción editorial. Con un total de 450 nominaciones, en 2013 se duplicó la cantidad del año anterior. Se incorporó, además, un proceso de auditoría y verificación de resultados hecho por la empresa Ernst & Young.