NACIÓN
Militares y guerrilleros: la histórica foto que hoy deja el proceso de paz
Por primera vez en la historia los dos grandes enemigos del conflicto armado están en La Habana sentados debatiendo sobre cese de hostilidades y dejación de armas.
Mientras los negociadores del proceso de paz transitan por uno de los puntos más espinosos de sus 27 meses de diálogos como el tema de las víctimas, otro hecho sin precedentes tuvo lugar este jueves: por primera vez, seis generales activos de las Fuerzas Armadas se sentaron a hablar con miembros del Secretariado de las FARC.
La imagen queda en la retina de los colombianos. Sentados a lado y lado de una mesa en La Habana, todos vestidos de civil, los jefes guerrilleros Joaquín Gómez, Iván Márquez, Carlos Antonio Lozada y Pastor Alape, y del otro, los generales Martín Fernando Nieto, Alfonso Rojas Tirado, Oswaldo Rivera, Orlando Romero, Álvaro Pico y Javier Flórez, ofrecen una imagen simbólica que sienta un precedente. Nunca, en la larga historia de 32 años de negociaciones entre el Gobierno y las FARC, militares y guerrilleros se habían sentado frente a frente.
Es inevitable recordar, ante la fotografía de los militares y guerrilleros que integran la subcomisión que discute los puntos más técnicos y complejos para poner fin al conflicto armado que se instaló este martes, los fallidos diálogos del Caguán.
"Tanto los guerrilleros como los militares están vestidos de civil. En el Caguán la imagen tradicional que se tiene es la de los guerrilleros de camuflado, negociando con su fusil sobre la mesa", manifestó Álvaro Sierra, experto en temas de paz y maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano.
Para iniciar los encuentros de la subcomisión del ‘fin del conflicto’, ambas delegaciones pusieron a sus hombres más curtidos. Se trata de los combatientes que desde brigadas y fuerzas de tarea o unidades guerrilleras, por años han venido enfrentándose.
Por parte de las FARC encabezan la lista Joaquín Gómez, Pastor Alape y Carlos Antonio Lozada, todos miembros de la máxima dirección de las FARC, el Secretariado, y jefes de sus bloques más fuertes, el bloque sur, el del Magdalena Medio y el oriental.
Alape, veterano militante comunista que se alzó en armas a finales de los años 70, es hombre de confianza de 'Timochenko'.
Lozada ha sido el artífice de la urbanización de las FARC, participó de las negociaciones del Caguán y es uno de los jefes guerrilleros con más formación académica.
Joaquín Gómez es guajiro y dirige desde hace años el bloque sur. Los rumores sobre sus eventuales desacuerdos con la negociación han sido claramente desmentidos con su presencia en La Habana y está al frente de esta delegación de las FARC en la subcomisión que las FARC llaman ‘comando de normalización’.
De otro lado, encabezando el que el presidente Santos llamó el comando de transición, está el general Javier Flórez, jefe del Estado Mayor Conjunto y subcomandante de las Fuerzas Militares, que lidera el grupo de diez altos oficiales de todas las fuerzas que comienzan a discutir cómo debe ser el fin del conflicto.
Flórez ha estado en las zonas más complejas del país en materia de orden público, al frente, entre otros, de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega y de la Fuerza de Despliegue Rápido (Fudra), en Meta y Caquetá, en el corazón de las FARC. También fue asesor estratégico de la Junta Interamericana de Defensa ante la OEA.
La subcomisión del punto 3 fue creada hace más de ocho meses, en agosto pasado, y esta es su primera sesión. Tiene a su cargo algunos de los puntos más difíciles y complejos de la negociación. Concretar un cese bilateral y definitivo de hostilidades y definir un modelo de dejación de armas son tareas que pueden tomar mucho tiempo. Con toda seguridad, ni una ni otra cosa están a la vuelta de la esquina.
La subcomisión ‘fin del conflicto’ no es una instancia negociadora sino que trabaja en paralelo a la mesa de conversaciones, haciéndole recomendaciones. Su tarea consiste en abonar el terreno para cuando las partes negociadoras lleguen al punto 3 de la agenda, fin del conflicto. Por ahora asume la tarea de recibir y considerar modelos y buenas prácticas de otros sitios del mundo en materia de cese de hostilidades y desarme.
La subcomisión tiene el reto de proponer a la Mesa un desarme que sea creíble para la sociedad y, a la vez, digno para la guerrilla. Eso, sin contar con que las FARC hablan de desarme de ambos lados. Además, este tema requiere pactar esquemas de protección y garantías de seguridad para los excombatientes y para las zonas donde eventualmente los guerrilleros se concentren para su desmovilización y aquellas a las que lleguen para reintegrarse a la vida civil.
Uno de los puntos más polémicos que abordará esta subcomisión es el del cese al fuego bilateral. No sólo se trata de acordar qué quiere decir ‘hostilidades’, es decir, cuáles acciones cesan las partes, sino cómo se verifica y qué organismo hará que cada una de las partes cumpla. Además, la subcomisión tocará temas mucho más espinosos.
De acuerdo con el último comunicado conjunto, junto con estos dos puntos se debe discutir simultáneamente la reintegración de las FARC a la vida civil, el futuro de los presos de las FARC, el combate a organizaciones criminales como las denominadas 'bacrim', la corrupción y la impunidad, los ajustes institucionales necesarios para la paz, las garantías de seguridad y el esclarecimiento del fenómeno del paramilitarismo.
Por lo visto, los militares y los guerrilleros que por primera vez en la historia se encuentran a lado y lado de una mesa enfrentan una de las tareas más difíciles de la negociación.